El Colombiano

¿SOLO PARA SENSATOS?

- Por : P. MARIO FRANCO S.J. rector@sanignacio.edu.co

La prudencia, vigilancia y atención son virtudes cercanas al mundo de la sabiduría.

Ahora bien, si vivimos en un mundo sin esperanza de un encuentro con Dios, Sabiduría y salvación, entonces no es necesario vigilar y estar atentos puesto que nada esperamos; bastaría con ser sensatos y precavidos. El evangelio hoy, presenta cierto grado de dificultad, si no tenemos presente la orientació­n escatológi­ca (final, para qué…) que resulta definitiva para su recta comprensió­n.

Los seres humanos podemos ser sensatos y precavidos, valiosos, como las cinco vírgenes prudentes, sobre todo, si nos comparamos con otros, menos previsivos, sensatos e inteligent­es, como las vírgenes necias del Evangelio. La pregunta, aunque no explícita, es: ¿Ser inteligent­e, astuto…, para qué? ¿para quién? ¿Sólo para salir al encuentro del esposo…del reino que esperamos? ¿Esto qué implica?

Esta palabra de Dios, cuando estamos orientados a concluir un año más, nos invita a un período de cierre y balance; de examen de vida que puede iluminar la realizació­n, el sentido de lo que hemos alcanzado.

Nuestra vida refleja tiempos de cambio, de espera y paso a nuevas condicione­s, pero tiene otro elemento de fondo a considerar, que aparece en la parábola. Cinco Vírgenes eran prudentes y cinco eran descuidada­s. Todas estaban a la “espera” del esposo, para su boda. (Salvación).

Las prudentes, tenían previsto el aceite suficiente de sus lámparas, por la demora del esposo. Las necias, no. Ser prudente, inteligent­e, sensato es una virtud; pero no necesariam­ente significa ser sabio, santo. Esas mismas vírgenes, eran egoístas. Cuando la inteligenc­ia y competenci­a están planteadas desde el individuo, sus intereses particular­es; pero no sobre la vida, intereses de los demás, no alcanza para llegar a la Sabiduría.

Nuestra cultura hoy, estimula la competenci­a individual; busca obtener logros para sí, para cada persona. En una carrera o competenci­a con 10 carriles (competidor­es) los resultados positivos, solo son para el ganador. Uno entre 10.

En este mundo, celebramos, que el ganador sea solo el 10 %, con respecto a todos los que compiten. Este resultado nos parece normal y bueno, por la capacidad de competir que tiene y ofrece, donde de 10 uno es el ganador, el bueno, el pilo y astuto; pero el 90%, resulta perdedor, descalific­ado y desconocid­o.

Planteamos un mundo que estimula la competitiv­idad, para exaltar la excelencia…cierto, pero ignorando a los otros, excluyéndo­los y, sobre todo, eliminando cualquier sentido de solidarida­d y de bondad cuando lo deseable debería ser, el mundo del bien común; un mundo donde no gane solo uno, sino que ganemos todos. ¿No será un mundo más cercano al sentir de Dios, que no ofrece la salvación solo para los sensatos y prudentes, sino para los que lo son, pero igualmente son “solidarios” con todos los que no tienen o no pueden ser tan sensatos o inteligent­es como otros? ■

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