¡OTRA GRAN PIÑATA!
El ocho de mayo de 2017 el presidente de la República nombró como directora del Servicio Nacional de Aprendizaje a la economista e historiadora María
Andrea Nieto Romero; en el acto de posesión, después de las zalemas acostumbradas, aquel destacó los logros de la gestión realizada por la nominada como subdirectora y añadió que su tarea futura era “espichar el acelerador para producir aún mejores resultados”.
Pero la luna de miel burocrática llegó pronto a su fin, cuando hace unas semanas la flamante empleada ordenó cesar en sus funciones a varios de sus colaboradores como el director jurídico de la entidad y denunció, ante la opinión pública y la Procuraduría, la existencia de “cuotas políticas” y “contratos irregulares” firmados por el actual secretario general de la Presidencia, Hernando Alfonso
Prada Gil (antes, recuérdese, coordinador de la campaña reeleccionista de Santos en Bogotá), cuando se desempeñaba como director entre 2014 y 2017.
No obstante, diversas acusaciones públicas también cuestionan a la dama por algunos nombramientos como el de su psicóloga personal quien –de la noche a la mañana– resultó convertida en “asesora espiritual” del ente público; una perversa práctica que recuerda las del exfiscal Mario Iguarán cuando tuvo en su despacho, incluso armado, a un dudoso “mentalista”; es más, téngase en cuenta, la Nieto Romero formó parte del equipo de trabajo anterior e incluso fue directora encargada.
A su turno, el malquisto primer mandatario (después de regresar de su breve expedición canadiense, donde dijo buscar apoyo para la paz y más inversión extranjera) ordenó declarar insubsistente a la embarazosa directora, cosa que sucedió mediante el Decreto 1769 de primero de noviembre de 2017 suscrito por él y la anodina ministra de Trabajo.
Como esta abrupta decisión causara bastante revuelo mediático, en la página web de esa cartera se dieron diversas explicaciones como aquella según la cual la exdirectora “perdió la confianza del Gobierno Nacional al no recurrir a los canales institucionales, para señalar cualquier dificultad, problema o molestia, que hubiese identificado en el ejercicio de sus responsabilidades y en las relaciones con sus funcionarios”; y que, se añadió, con la medida solo se buscaba proteger a la “joya de la corona” que era el Sena. Mientras tanto, la caída en desgracia atribuyó la destitución a sus quejas formuladas ante el Ministerio Público y al hecho de tornarse en una persona muy “incómoda” para el establecimiento.
Así las cosas, en medio de este agrio cruce de declaraciones y mensajes llenos de verdades a medias entre la otrora servidora pública (quien posa de heroína) y el desfachatado y fatuo secretario de la Presidencia (que esta semana salió al aire a lavarse las manos), todo indica que al interior de ese organismo -cosa ya frecuente en todas las entidades del deslustrado sector público- se presenta una nueva y muy jugosa piñata presupuestal, que supone gravísimos actos de corrupción que la Fiscalía debe investigar con todo celo y prontitud.
No es posible, entonces, que el erario se esquilme a manos llenas y las dependencias del Estado se conviertan en fortines políticos, donde cuatro personas y sus familias (ello, dicho por la funcionaria saliente) manejan a su antojo todos los contratos públicos. Todavía resulta más espinoso que los servidores públicos encargados de velar por la transparencia de la gestión del gobierno y porque los empleos se provean gracias a un riguroso concurso de méritos, sean los que ahora remuevan de forma ladina a quienes - cualesquiera sean las motivaciones que los acompañenosan destapar las ollas podridas, para proteger a los infectos.
En otras palabras: hoy, pues, a quienes denuncian delitos contra la administración pública y solicitan investigaciones a los entes de control se les castiga, destituyéndolos, mientras que a los querellados se les brinda total cobijo para que puedan disfrutar de la apetecida mermelada. El nuevo lema inspirador del servicio público es muy claro: ¡Si me denuncias te destituyo, si callas te premio!
Todo indica que al interior de ese organismo se presenta una nueva y muy jugosa piñata presupuestal, que supone gravísimos actos de corrupción.