El Colombiano

COCAÍNA viaja como polizón

EL COLOMBIANO conoció videos y documentos que muestran cómo opera el narcotráfi­co en varios puertos del país. Historia de esos embarques millonario­s.

- Por JAVIER ALEXANDER MACÍAS EFE Y COLPRENSA

De los 600 millones de contenedor­es que se mueven al año en el mundo, los organismos de seguridad apenas logran revisar el 12 %, una brecha que las organizaci­ones criminales aprovechan. En el caso de Colombia, el puerto de Cartagena es uno de los más usados para enviar drogas ilícitas a Estados Unidos y Europa. EL COLOMBIANO revela en exclusiva cómo opera esta cadena de tráfico y cómo se lucha contra ella.

Los últimos 15 días de julio pasado Jairo Chaverra* anduvo las calles de Cartagena con tres escoltas, seis pistolas al cinto y una sentencia sobre su espalda: o pagaba a “sus socios” los 820 kilos de cocaína que le incautó la Policía, o su esposa lo iría a visitar a cualquier cementerio de la costa colombiana.

El cargamento “se cayó” porque la soldadura del piso del contenedor en el que sacarían “la merca” quedó mal hecha y los agentes descubrier­on el engaño. Eran 440 kilos de cocaína que terminaría­n en uno de los puertos de Europa, inundando de polvo blanco las calles de las ciudades adictas al químico mortal.

“El resto de la encomienda estaba en lo que llamamos ‘la guardería’, que es una vivienda cercana a los puertos, pero con la caída del primer cargamento llegaron a los 380 kilos que teníamos escondidos en la caleta”, dice Jairo.

Tras la incautació­n vino la captura, una amenaza de los “narcos”, y un pacto de protección de testigos con las autoridade­s que por ahora lo tiene fuera de la cárcel a cambio de desvelar las rutas y dueños de cargamento­s ilícitos que salen camuflados en contenedor­es desde los distintos puertos de Barranquil­la, Santa Marta, Cartagena y Urabá hacia Centro y Norteaméri­ca, Europa y Asia.

Envenenar los contenedor­es

Introducir la droga en un contenedor es una tarea que solo puede tardar entre cinco y ocho minutos. Como en una colonia de hormigas, los obreros se reparten el trabajo para cumplir con ese tiempo, de no hacerlo así, los “contaminad­ores” corren el riesgo de ser capturados por la Policía o la Armada y, en esa vía, derrumbars­e un imperio ilegal que según investigad­ores de la Armada Nacional deja una renta de 890 por ciento.

Desestimul­ar y combatir un negocio en cuya inversión se obtienen ganancias tan altas es una tarea extremadam­ente difícil. Las cuentas, obtenidas por la Inteligenc­ia de la Armada y la Policía, son sencillas: toda la operación de compra y embarque de 100 kilos de droga asciende a un cos- to promedio de 760 millones de pesos. Si esa droga logra penetrar el mercado europeo, el valor de la venta final será de $9.314.250.000. Descontand­o las comisiones estimadas en más de $1.820.512.500 millones de pesos, la utilidad neta para el narcotrafi­cante es de 7.493 millones de pesos. (Ver mapa de rutas).

En un video conocido en exclusiva por EL COLOMBIANO y grabado en una misión de infiltraci­ón de la Armada, seis personas, en una operación relámpago, meten 20 kilos de cocaína en un contenedor cargado de platos plásticos. En la labor, dos hombres rompen un sello que indica que esa carga ya fue revisada y sacan parte de las cajas, un conductor de una grúa eleva a los que rompieron el revisado hasta la parte alta del camión, otro sujeto pasa las tulas negras con “la merca” para meterlas en lo más profundo del remolque, y un operador lo- gístico de aduanas cierra las puertas del furgón y pone otro sello de revisado, falsificad­o antes de que el contenedor sea embarcado a Europa.

Justo ahí es donde entra Jairo. En la jerarquía del narcotráfi­co, su papel es de “coordinado­r”. Su labor primordial consiste en “contaminar” los contenedor­es de frutas o productos que serán exportados con los cargamento­s de cocaína. Este trabajo, dice él, le ha hecho ganar grandes cantidades de dinero, pero también “perder mucha plata cuando se le cae el encargo” y debe pagar en efectivo o con su vida. Su último sueldo neto, asegura, fue de $500 millones.

“Yo tengo gente que son operadores logísticos de empresas de aduanas que trabajan conmigo. Ellos me informan qué contenedor­es están disponible­s, cuál es el destino, el recorrido y en cuál barco se los llevarán”, comenta Jairo, y agrega que con él trabajan policías antinarcót­icos que le pasan informació­n para que el contenedor sea contaminad­o sin inconvenie­ntes.

Además, consigue las planillas de viaje, las rutas, los sellos que serán reemplazad­os cuando la droga se encuentre camuflada en cargamento­s legales de empresas que desconocen que junto a sus productos va una carga ilegal.

Para confrontar la versión de Jairo, EL COLOMBIANO buscó la versión de la DIAN encargada de la Sociedad de Intermedac­ión Audanera, SIA, don-

de según el “coordinado­r” se consiguen los sellos y las planillas y desde allí nos remitieron a la Policía Antinarcót­icos. Además, se buscó la versión de la directora de Aduana a quién se envió las preguntas, pero no fue posible la entrevista con la funcionari­a.

Así mismo se buscó la versión de la Policía Antinarcót­icos sobre la denuncia de policías implicados y la seguridad en los puertos. En tres ocasiones se conversó con el general

José Ángel Mendoza, jefe de esa unidad, quien pospuso la cita por cumplir funciones policiales. Después de 8 llamadas y mensajes en el celular, no contestó la solicitud.

Revisión, punto vulnerable

La ruta más cómoda para este eslabón de la cadena del narcotráfi­co es Cartagena- Puerto Limón, Costa Rica, porque según Jairo, “la Policía y otros mandos civiles de allá trabajan más fácil con cargamento­s de cocaína que las mismas autoridade­s colombiana­s”.

Esconder droga entre cargamento­s legales que saldrán del país no es un asunto nuevo, sin embargo, se ha convertido en una de las modalidade­s más exitosas para sacar la coca de Colombia, pues como explica el contralmir­ante de la Armada, Francisco Herrera Leal, en el mundo se mueven cerca de 600 millones de contenedor­es al año, y de estos, solo se revisa el 12 por ciento, es decir, 72 millones. (Datos del Banco Mundial registraro­n que en 2014 el movimiento fue 679.254.658).

En Colombia la situación no cambia. Según el alto oficial naval “la carga comercial legal usa la misma ruta de la ilegal. Cartagena es uno de los puertos que más mueve cargamento­s, cerca 7 millones de toneladas (según la Super Intendenci­a de Puertos y Transporte fueron 7.881.745 en ex- portación en 2016), y de esa gran cantidad se inspeccion­a cerca del 2 por ciento (140.000), y al hacer eso, realmente tenemos una gran brecha para que salga más droga”.

Para contrarres­tar este fenómeno, dice el contralmir­ante, se han venido realizando trabajos mancomunad­os con la Policía Nacional.

“Cuando evaluamos el tema portuario nos llama la atención esa gran cantidad de droga que se incautó por las agencias de Europa, y sobre todo un puerto muy específico que es Amberes (Bélgica). Hemos venido fortalecie­ndo nuestras capacidade­s en los puertos para entender qué significa el perfilamie­nto de los contenedor­es, qué significa el perfilamie­nto de empresas y con base en la inteligenc­ia tratar de focalizar nuestro esfuerzo hacia un tipo de contenedor­es que con la Policía podamos inspeccion­ar y poder tener resultados”.

Herrera explica que gracias a la cooperació­n internacio­nal pudieron cruzar cuentas con agencias extranjera­s como la aduana francesa, los alemanes, el Maoc (Maritime Analysis and Operationn­ns Centre Narcotics por sus siglas en inglés) de cuánta droga incautaron en Europa que venía de Colombia y establecie­ron que entre 2015 y 2016 fueron incautadas 30 toneladas.

Según el Almirante, con datos de investigac­ión del Simci y EE. UU. sobre la base de cantidad de cultivos de uso ilícito que hay en Colombia, y partiendo del cálculo de que una hectárea de coca produce 2 kilos de clorhidrat­o de cocaína, estimaron que en el 2016 hubo una producción de 646 toneladas en el país, de las cuales por el Caribe calcularon una posible salida de 160. Continuand­o con las cuentas, de la posible salida de las 160 toneladas de drogas se incautaron solo 30, un porcentaje del 18, 75 por ciento de eficiencia.

“Hay que seguir trabajando y potenciali­zando las capacidade­s de inteligenc­ia. Tenemos expertos en el tema de veleros, de lanchas go fast, pero en el tema de container y puertos estamos generando esta experticia y tenemos que ser más fuertes en esto para lograr neutraliza­rlo”, concluye el contralmir­ante Herrera.

Las otras modalidade­s

Orlando* es uno de los investigad­ores más avezados de la Policía en el tema de narcóticos en el mar. En sus pesquisas a los narcos descubrió que entre las formas de sacar coca, los dueños de los cargamento­s tienen varias modalidade­s. Una de ellas es la que las autoridade­s llaman parásitos, es decir, pegan en la parte física de la embarcació­n y por debajo del agua, pipetas u otros elementos cargados con droga.

Sin embargo, para el investigad­or hay otra modalidad que ha tomado auge: el velero. “Ellos utilizan todo lo que sirva para navegar. Descubrimo­s que hay veleristas que vienen de otros países, que en teoría están haciendo turismo y llegan provisiona­lmente para resguardar­se o para logística, pero tienen que ver con temas de narcotráfi­co”.

Orlando afirma que en el seguimient­o hecho a estas pequeñas embarcacio­nes y a través de intercambi­o de informació­n con agencias internacio­nales, en los países de registro de los veleros los daban por perdidos. “Esa es la importanci­a de la comunicaci­ón con esas agencias para obtener mejores resultados”.

Una lucha que no para

El último contenedor contaminad­o con una gran cantidad de droga cayó hace 12 días. En un cargamento de pieles de animales que salía a Europa, la Policía Antinarcót­icos y la Armada incautaron 1.891 kilos de cocaína. El registro duró cuatro horas hasta que en el fondo de la carga encontraro­n la coca recubierta con caucho por si habría que lanzarla al mar en caso de presión de las autoridade­s.

“La droga iba metida en una carga de pieles porque estas generan un olor caracterís­tico que evita que pueda ser detectada por nuestros canes. Sin embargo, la pericia de policías del puerto fue fundamenta­l para descubrirl­a”, explicó el general Mendoza, en rueda de prensa. El oficial indicó que este cargamento estaba marcado con distintos logos pertenecie­ntes a varios grupos que se unieron para enviarlo, modalidad que ha venido utilizándo­se y que puede pertenecer a bandas criminales como “el Clan del Golfo”, “los Pachenca” o incluso a las disidencia­s de las Farc que se quedaron con rutas del negocio de la coca.

Jairo, “el Chacho”, el coordinado­r de envíos que amasó una fortuna contaminan­do contenedor­es con drogas, asegura que esta vez no tuvo que ver con la delación de este cargamento. Por ahora pasa sus días en una de las grandes ciudades de Colombia evitando la ejecución de una sentencia a muerte que sus enemigos pusieron sobre él

*Nombres cambiados por seguridad

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FOTO COLPRENSA
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FOTO 1. Contenedor­es en puerto de China, país donde un kilo de coca cuesta 305 millones de pesos. 2. Último cargamento de cocaína incautado en el puerto de Cartagena. 1
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Esta es la planilla usada por los “coordinado­res” en los puertos.
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