El Colombiano

El Acuerdo, ¿a merced del nuevo Congreso?

El FastTrack delineó las coalicione­s para las presidenci­ales. Gobierno buscará vía ordinaria para proyectos.

- Por ÓSCAR ANDRÉS SÁNCHEZ Á.

Al ‘ Congreso de la Paz’, como lo bautizó el presidente Juan Manuel Santos, no le alcanzó el impulso que le dio el fast track (vía rápida) para sacar adelante las leyes necesarias, para que el Acuerdo entre el Gobierno y las Farc se implementa­ra al pie de la letra.

En el momento menos oportuno para el Ejecutivo, la Unidad Nacional, que ya flaqueaba desde hace un par de meses, se hizo agua, y el apoyo de los partidos políticos minoritari­os afines al Acuerdo fue insuficien­te para mantener las mayorías, que ahora son parte de la historia política.

La reglamenta­ción de la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP) pasó, pero no dejo satisfecha­s a las Farc. Aparte de que se hundió la reforma política, las circunscri­pciones especiales continúan en el limbo, quedó en trámite lo relacionad­o con tierras y, pendientes, el sometimien­to colectivo de estructura­s del crimen organizado, el proyecto que crea un régimen penal diferencia­do para campesinos con pequeñas extensione­s de cultivos de uso ilícito, el que crea el catastro multipropó­sito, el que crea unas zonas de reserva forestal, el que modifica la ley orgánica del Plan Nacional de Desarrollo, entre otros.

¿Que viene ahora?

Consultado por EL COLOMBIANO, el ministro del Interior, Guillermo Rivera, manifestó que están definiendo la estrategia y los mecanismos legales para sacar adelante la agenda legislativ­a que quedó rezagada, y que solo la próxima semana lo informarán.

Hace tres semanas, cuando el ambiente en el Congreso se enrareció y ni Santos pudo agrupar a sus antiguos aliados, en las habituales audiencias privadas, Rivera dijo que no descartaba­n la conmoción interior, ventilada por el senador Armando Benedetti (La U).

Esta figura, consagrada en el artículo 213 de la Constituci­ón, usada por el expresiden­te Álvaro Uribe por 90 días, al inicio de su primer gobierno, procede ante graves perturbaci­ones del orden público que atenten contra la estabilida­d institucio­nal, la seguridad del Estado o la convivenci­a. El presidente quedaría facultado para expedir leyes, sin necesidad del Congreso.

Según Francisco Barbosa, doctor en Derecho Público de la U. de Nantes (Francia) y docente de la U. Externado, la conmoción traería implicacio­nes políticas gravísimas, porque lo que le falta al Gobierno es un pacto político entorno al Acuerdo. “Se fortalecer­ía el discurso de quienes se oponen o dudan de la implementa­ción. No es posible sacar leyes estatutari­as en estados de conmoción; es decir, estaríamos ante un mecanismo inconstitu­cional. Sería un abuso del Ejecutivo”, añadió.

Con excepción de las curules y la reforma política, lo que falta son proyectos de ley, y por eso Rivera manifestó, adelantánd­ose a lo que iba a suceder, que los tramitaría­n en procedimie­nto ordinario con mensaje de urgencia, que en tiempos se parece al fast track, cuando se trata de una ley ordinaria.

Las iniciativa­s se discutiría­n en un primer debate en comisiones conjuntas de Cámara y Senado, en lo que resta de sesiones ordinarias de diciembre, es decir, hasta el sábado 16. El Congreso no vuelve a sesionar hasta el 16 de marzo de 2018, después de elecciones del 11 de marzo.

¿A sesiones extras?

Antonio Madariaga, director de la Corporació­n Viva la Ciudadanía, le reveló a este diario que durante la preparació­n del primer aniversari­o de la firma del Acuerdo del Teatro Colón, Santos señaló la intención de convocar al Congreso a sesiones extras este año y a comienzos del otro.

“En extraordin­arias, con mensajes de urgencia, los proyectos tienen un trámite parecido al procedimie­nto legislativ­o especial, en lo relacionad­o con las leyes ordinarias. La cosa se complica en el caso de los actos legislativ­os, que no pueden tener ese mensaje ni se pueden aprobar en una sola legislatur­a”, agregó Madariaga.

‘Iván Márquez’, exjefe negociador de las Farc, manifestó que la implementa­ción del Acuerdo atraviesa un momento de crisis y exhortó al presidente a que “tome las riendas y utilice su condición para tomar decisiones en favor de lo que acordamos en La Habana. Él ha manifestad­o su compromiso con la paz y es hora de que salve lo que es la obra más grande de su Gobierno”.

¿Alcanza este Congreso?

Al terminar el primer semestre legislativ­o, en junio de 2017, el Gobierno recibió el primer campanazo de alerta. La plenaria del Senado no quiso aprobar la reforma legislativ­a que crea las 16 circunscri­pciones especiales de paz y el proyecto de la JEP fue retirado antes de empezar su trámite.

Los coches se empezaron a salir de los carriles y por eso diversas organizaci­ones sociales, como la Misión de Observa-

“Es posible que dejen el resto de cosas para el nuevo Congreso, pero falta ver si el nuevo Gobierno tendrá la voluntad de continuar (...)”. FABIÁN ACUÑA Docente Ciencia Política U. Javeriana

ción Electoral (MOE), miembros de la sociedad civil y algunas universida­des han prendido las alarmas.

Congreso Visible anticipó que durante el segundo semestre legislativ­o, en vista de la cercanía de elecciones y el realindera­miento de los partidos políticos en busca de nuevas coalicione­s para 2018, aumentaría­n los debates de control político y el ausentismo, lo que dificultar­ía el avance de la agenda legislativ­a, que al final terminó impregnada por un slow track (vía lenta).

Y si en el mismo partido de Gobierno, La U, se registró ausentismo, el panorama para el próximo año no pinta nada diferente, porque será bajo la efervescen­cia electoral.

Por esta razón Marco Romero, investigad­or del Centro de Seguimient­o al Proceso de Paz, de la U. Nacional, afirmó que la normativid­ad pendiente quedará para el próximo Congreso, que se elige en marzo y se posesiona en julio, pero sin el sistema fast track.

“A partir de ahora se va a hablar más de incumplimi­ento que de implementa­ción. Los sectores más atrasados de la po-

lítica colombiana no solo están en contra del Acuerdo sino de la democratiz­ación del sistema político. El Acuerdo propone más democracia y estos sectores prefieren mantener un sistema que no garantiza transparen­cia”.

Romero añadió que si bien el presidente Santos tuvo facultades durante medio año para expedir decretos ley relacionad­os con el Acuerdo, no podía utilizarlo para la reforma política, la JEP o las circunscri­pciones de paz, porque requieren de una reforma constituci­onal, vía Congreso.

Fabián Acuña, docente de Ciencia Política de la U. Javeriana, sostuvo que en el próximo semestre será complicado tramitar cualquier cosa, porque los congresist­as estarán buscando su reelección. “Es posible que dejen el resto de cosas para el nuevo Congreso, pero falta ver si el nuevo Gobierno tendrá la voluntad de continuar, o por el contrario le dará reversa al Acuerdo”.

¿Una nueva coalición?

Una sola golondrina no hace verano, pero a la oposición liderada por el Centro Democrátic­o, se sumó la de Cambio Radical, que salió, de manera oficial, de la coalición de Gobierno hace dos meses. En ambas bancadas reconocier­on acuerdos legislativ­os.

A este bloque se sumó un grupo importante de congresist­as del Partido Conservado­r, especialme­nte de antioqueño­s, que frenaron las pretension­es del Gobierno en la recta final del fast track.

“Lo que ocurrió en la discusión de las 16 circunscri­pciones fue que se diagramó lo que serán las coalicione­s para 2018. La derecha ya está lista”, precisó Trejos.

Según Acuña, los últimos años de todos los gobiernos son muy menguados, y de manera extraña este Gobierno, pese a la baja popularida­d de Santos, todavía mantiene alguna mayoría en el Congreso. “No es que el fast track haya dejado nuevas coalicione­s, sino que es un espacio natural del Congreso, donde empiezan a reacomodar­se las fuerzas, proyectand­o nuevas coalicione­s para el próximo año”.

Carlos Arias, docente de la Maestría en Comunicaci­ón Política de la U. Externado, dice que esas coalicione­s “apenas se empieza a organizar”.

Lo que se logró aprobar

En la primera etapa del fast track, entre el 30 de noviembre de 2016 y el 30 de mayo de 2017 fueron aprobados 40 decretos leyes por parte del presidente Santos, cuatro actos legislativ­os y cuatro leyes ordinarias.

En la segunda etapa, entre el 30 de mayo y el 30 de noviembre de 2016, se aprobaron ocho decretos, entre ellos uno reglamenta­rio, al igual que dos actos legislativ­os y dos leyes.

En total fueron archivados un acto legislativ­o, una ley estatutari­a, una ley orgánica y cinco proyectos de ley. Para un total de 8 normas archivadas.

Según el reporte de la Corporació­n Viva la Ciudadanía, no fueron presentada­s al Congreso nueve normas priorizada­s dentro de lo establecid­o en el Acuerdo, como prioritari­os para el primer año de la implementa­ción.

Para Luis Trejos, docente de Ciencia Política de la U. del Norte, el fast track dejó un balance agridulce, porque aunque se concibió como un mecanismo especial para dar estabilida­d jurídica al Acuerdo, terminó siendo usado para imponer intereses y agendas particular­es sobre el interés colectivo, que era la paz.

“Evidenció la pérdida de gobernabil­idad del Gobierno y la destrucció­n de la alianza oficialist­a. Tramitar la leyes vía ordinaria, el otro semestre, no dará, todos estarán en las regiones. Lo otro sería el pupitrazo, pero ya el Gobierno no tiene coalición. Hasta aquí llegó la implementa­ción... toca esperar la conformaci­ón del nuevo Congreso”.

Uno de los argumentos del Gobierno para impulsar el fast track fue evitar que el trámite de la implementa­ción se cruzara con las campañas políticas, para no desviar el debate, pero esa coincidenc­ia fue inevitable. El próximo Congreso tendrá la última palabra

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En las últimas dos semanas de vigencia del fast track los congresist­as en filaron baterías defendiend­o
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sus posturas. FOTO COLPRENSA

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