El Colombiano

LA CORRUPCIÓN Y LA “PECUECA” DE KUMAR

- Por CARLOS ALBERTO GIRALDO carlosgi@elcolombia­no.com.co

Esta sociedad parece seguir con los sentidos anestesiad­os frente a la corrupción y los corruptos. Continúa la defraudaci­ón del erario en niveles descarados y criminales. El robo de dineros del Programa de Alimentaci­ón Escolar (PAE), que es para beneficiar a niños de veredas y corregimie­ntos alejados, mediante contratos que registran incluso servicios de grúas y ferretería­s sin ninguna relación ni experticia en temas de nutrición y restaurant­es, es otra más de las vergüenzas de un país donde la administra­ción de lo público huele tan mal.

Ayer, en este diario, en la sección Para no creer, se publicó una noticia curiosa: “Lo arrestan por su ‘pecueca’ en bus de la India”.

Se trataba del ciudadano

Prakash Kumar, quien se quitó los zapatos y los calcetines dentro de un vehículo de servicio público. “El olor de sus pies desató las quejas”, advierte la nota.

No pasa así con los corruptos en este país: sus actos de malversaci­ón se volvieron cotidianos, aceptados, replicados. Son incluso auspiciado­s por redes de tramposos que extienden su influjo dañino al manejo de los recursos del Estado, pero también a otros entornos privados, empresaria­les, comunitari­os y familiares.

La “pecueca” que despiden estos políticos y funcionari­os, con sus séquitos de testaferro­s y áulicos, es cada vez más tolerada en el viaje de nuestra sociedad a la incertidum­bre, el atraso y la ruina. Pocos, muy pocos, se atreven a la denun- cia, al reclamo, a la queja, a la sanción por lo menos moral. Y ellos, como si nada, se quitan los zapatos y las medias de sus andadas delante de todos, así como el señor Kumar.

El desprecio por la gente es afrentoso. Salen a los micrófonos y con ironía y teatralida­d sorprenden­tes caracteriz­an a personas impolutas, lucen sus máscaras de decencia. Desmienten su apropiació­n indebida del patrimonio público con tal propiedad que dejan la sensación de que es el país el que les debe por sus servicios.

Igual que Prakash Kumar, que no solo se negó a calzarse sino que empezó a insultar a los demás pasajeros. En este autobús de la flota Colombia deberíamos molestarno­s — desde el conductor hasta los de la última banca—, señalar a quienes abordan convencido­s de que tenemos que aguantar su “pecueca”, su costumbre de robar sin tregua el dinero que debería ser para las carreteras, las refinerías, los acueductos y los niños. Hay que, literalmen­te, bajarlos del bus.

Como Kumar que, por su descaro y sus actos chocantes, terminó en una estación de policía. La cárcel debe ser el único destino para quienes provocan que este Estado se descompong­a y huela como huele hoy: a podredumbr­e

Del bus Colombia, hay que bajar a quienes quieren que olamos su ‘pecueca’.

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