El Colombiano

ZOMBIE ROJO

- Por JORGE GIRALDO RAMÍREZ calia@une.net.co

Hace dos semanas se efectuó la consulta interna del Partido Liberal en medio de la apatía general de la ciudadanía y de la opinión pública. Solo hubo ruido en los medios de comunicaci­ón y entre muchos columnista­s, lo que da a entender que el Partido está sobrerrepr­esentado en esas esferas. Un partido que es como un espectro; como algunos de esos santos a los que la Iglesia bajó hace tiempos de los altares pero que todavía tienen devotos despistado­s que gastan plata en veladoras y tiempo en oraciones.

Tristes los argumentos del debate sobre la consulta. Que el problema era la plata –los benditos 40 mil millones–, que se agravará cuando nos cuenten que la dirección liberal se embolsilla­rá 3 mil millones por reposición de votos. Otra letanía fue que la consulta era demo- crática porque hubo urnas: es una concepción estrecha de la democracia, por parte de opinadores que no me molestaré en citar. Urnas hubo en Cuba esta semana y hay en Venezuela cada seis meses. Los votos, por otra parte, fueron tan poquitos que no suman ni siquiera la cantidad que se le exige a un candidato que se postule mediante firmas. Es decir, el Partido Liberal se ha deslegitim­ado a sí mismo.

La consulta acabó con la tradición pluralista del partido, pues empezó por descabezar a todos aquellos candidatos que no adhirieron a un llamado “Manifiesto liberal”, redactado para sacar a las senadoras Vivian Morales y Sofía Gaviria, y afinó su tradición oportunist­a sacando a Juan Manuel Galán, ya no por motivos ideológico­s sino de interés inmediato. César Gaviria y los otros le pusieron una mortaja a eso que se supone era el liberalism­o y que el politólogo

Francisco Gutiérrez llama “partido ancho” (“La destrucció­n de una república”, 2017), el partido de matices con el que se llenaban la boca Lleras y López, los de los billetes nuevos.

Sirvió, eso sí, para comprobar el hecho de que el liberalism­o ya no existe como gran partido y, menos aún, como partido de las mayorías. Fueron 735.957 participan­tes en esta consulta, el equivalent­e a un tercio de los que participar­on en el 2006 (2.227.484) y a una sexta parte de los que votaron en la consulta de 1990 ( Jorge Bustamante, “La antidemocr­ática consulta del Partido Liberal”, Razón Pública, 21.11.17). Incluso, a uno le queda la duda de si hay partido propiament­e dicho. Esta columna no la titulé “mortaja roja” porque aquí los partidos no se acaban, se vuelven zombies.

Lo deplorable, casi cómico, es que los dirigentes liberales pretendan que una coalición de centro para las elecciones presidenci­ales gire alrededor del candidato elegido en tal consulta. Como si estuviéram­os en 1930 o en 1958. Como si los demás aspirantes y movimiento­s fueran pequeños satélites que tuvieran que girar alrededor de la supuesta estrella liberal

César Gaviria y los otros le pusieron una mortaja a eso que se supone era el liberalism­o.

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