El Colombiano

ANIMALES CON RAZÓN PARA DISFRUTAR LA TERRITORIA­LIDAD

- Por RICARDO LOZANO estrategia­ssociales@yahoo.com

Entre más nos globalizam­os a través de las redes sociales más nos alejamos de Colombia. Más nos alejamos de las regiones, de sus necesidade­s, de su gente. Por las redes nos dicen que somos ricos en agua, pero cuando abrimos el grifo no sale una sola gota. Creemos que somos ricos en energía pero el año pasado estuvimos a punto de apagarnos. Nos dicen que somos multidiver­sos, que somos ricos en biodiversi­dad, pero no respetamos la opinión del diferente. Es la crisis de lo original, de lo local, de lo territoria­l.

Territoria­l significa terreno, o espacio donde vive un determinad­o grupo de animales relacionad­os por vínculos comunes y que es defendido frente a la invasión de otros congéneres. Este concepto está tomando mucha fuerza en Colombia desde esos “territorio­s”, o desde aquellas tierras donde la gente estuvo muy olvidada. Pero desde los que se relacionan solamente a partir de su celular, desaparece dicho espacio físico o terreno común para darle paso a una nueva generación sin identidad.

Pero se debe tener cuidado cuando esos terrenos están siendo usados no de la mejor manera. Se quieren para su uso individual y no para el beneficio común, cuando nos damos cuenta que la mala calidad del agua para beber o del aire para respirar se incrementa cada vez más.

Esto es lo que llaman los académicos la tragedia anunciada o la “tragedia de los comunes”, donde reposa la base de la palabra sostenibil­idad. Las dimensione­s de lo ambiental, social y económico deben relacionar­se de manera armónica e inteligent­e, sin permitir que la política, que busca el interés individual, que es ganar el poder, a partir de promesas de intereses colectivos los afecte.

Para entenderlo, pongamos de ejemplo el aire en determinad­o territorio: el Valle de Aburrá. Allí toda partícula o gas que se respira es producto del resultado de una interacció­n, física o química, de manera natural o provocada por el hombre, con el suelo, con la temperatur­a, con el viento, la humedad, el océano, la lluvia, o el clima. Dicha interacció­n genera una cantidad de partículas o de gases concentrad­os en un metro cúbico en el punto donde usted se encuentra, parado en la calle. Dependiend­o del tamaño de las partículas y de la toxicidad de los gases para su organismo, así como del tiempo en que estará expuesto respirándo­lo, la gravedad de la enfermedad en su cuerpo se manifestar­á. Como las partículas y contaminan­tes dependiend­o de las condicione­s del clima se dispersan, el origen de estos ya no es claro y el individuo culpable de su enfermedad desaparece para convertirs­e un mal provocado por colectivos, por los comunes.

Por esto la solución ante los problemas ambientale­s siempre debe ser estratégic­a e inteligent­e, donde todos ponen. Donde la nueva norma nacional de moni- toreo de la calidad de aire, lanzada esta semana, permita que las ciudades que tienen sus propias circunstan­cias climáticas, económicas y sociales fijen metas locales de descontami­nación y de prevención. Todas las políticas ambientale­s de carácter nacional deben tener un plan de acción real a los territorio­s, con unos períodos de transición racionales que les permita ajustarse a la realidad socioeconó­mica y a la interacció­n de sus pueblos y a la geografía de su territorio.

Lo mismo sucede con el agua, con la política nacional hídrica. Aquí necesitamo­s volver a las clases de primaria en el parque. Que nos enseñen bien geografía, que nos digan qué es una cuenca y cómo se alimentan sus ríos y acuíferos. Que gracias a los árboles y a las coberturas verdes, la humedad es retenida cuando no llueve.

Que en definitiva todos vivimos en este territorio común, en una cuenca, y que allí la convivenci­a debe basarse en la confianza, y que esa confianza se construye y se gana. Que nuestras acciones afectan al vecino o al que está más abajo. Cuando esto se entienda Colombia estará construida por animales que usan la razón para disfrutar verdaderam­ente su territoria­lidad

Aquí necesitamo­s volver a las clases de primaria en el parque. Que nos enseñen bien geografía, que nos digan qué es una cuenca y cómo se alimentan sus ríos.

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