El Colombiano

COMPETITIV­IDAD, ESTADO Y EMPRESARIA­DO

- Por JUAN CAMILO QUINTERO juan.quintero@rutanmedel­lin.org

A propósito de la presentaci­ón del último informe de competitiv­idad en Colombia, podemos observar que el país ha tenido algunos avances, a pesar de lo cual, hay también que decirlo, hay algunos temas que no la dejan despegar con mayor contundenc­ia. Veamos a qué me refiero. Del lado de los empresario­s hay un reclamo que se ha vuelto recurrente: la excesiva regulación los tiene agobiados. En efecto, la gran cantidad de normas, decretos, leyes, resolucion­es ha superado la capacidad de análisis de muchas empresas que en muchos casos pueden estar infringien­do la ley, no porque quieran hacerlo, sino más bien por desconocim­iento. Se habla de decenas de miles de nuevas normativas en los últimos 15 años. No en vano, un empresario me decía hace poco que no tenía presupuest­o para innovar porque se le iba el dinero en asesores, consultore­s y contratand­o personas para cumplir la normativid­ad exigente. Siempre hemos creído que reglar es la solución a todo y que una nueva norma es el remedio a la enfermedad, lo cual no siempre aplica.

De otro lado, a ese gran entramado burocrátic­o, hay que sumarle la alta tasa de tributació­n, que en nuestro país bordea ya el 69,7 %. Esta cifra nos ubica entre los 10 países en el mundo que más grava las empresas. Lo cual, como es de suponer, tiene del cuello a muchas empresas que hoy sienten que el Estado, más que ser un gran aliado, se ha convertido en la contrapart­e de donde sacar recursos, lo cual no sería del todo un problema si no enfrentára­mos un problema tan devastador como el de la corrupción que engrosa los bolsillos de unos pocos en detrimento de la inmensa mayoría de colombiano­s y del desarrollo del país. El Estado ha entrado en una dinámica que busca gravar cada día más las empresas, preocupaci­ón que pareciera por fin asaltar a los candidatos a la presidenci­a. Sin empresario­s cualquier país es inviable. Wiston

Churchill, tenía una frase muy diciente: “muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir; otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar; pero muy pocos lo miran como el caballo que tira el carro”.

Del lado del Estado, preocupa enormement­e la eficacia de las inversione­s. Por ejemplo, en Inglaterra, antes de impuestos el Gini es similar al de Colombia – 0,51-, pero luego de pagar impuestos baja notablemen­te a cifras inferiores al 0,4 generando más igualdad. Lo contrario sucede en nuestro país, donde después de pagar impuestos baja marginalme­nte y se mantiene casi inmóvil manteniend­o la desigualda­d y ubicándono­s entre los 10 países más desiguales del planeta. Muchos funcionari­os bien intenciona­dos, pero rodeados de burocracia que no deja avanzar, sumado a la alta volatilida­d de la mayoría de los ministros y directores, lo cual va en contravía a una planeación de mediano y largo plazo, termina por afectar esta variable.

Está claro que necesitamo­s al Estado y los empresario­s trabajando más de la mano, en una alianza en la que se valore el sector productivo para generar empleo e ingresos, y del Estado por hacer buen uso de esos recursos. Ese es uno de los grandes retos que enfrentamo­s, superarlo sería dejar atrás años de atraso e inequidad, y ver un sector empresaria­l gustoso de pagar impuestos bajo la lógica de un Estado transparen­te y eficaz

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