EL MOMENTO HOBBESIANO
“Hay verdades tan evidentes por sí mismas que deben ser proclamadas una y otra vez para que no caigan en el olvido. Una de esas verdades es que la guerra es un asesinato en masa, la mayor desgracia de nuestra cultura, y que asegurar la paz es nuestra tarea política principal”, escribe Hans Kelsen. No es posible superar los graves problemas de desigualdad, pobreza y exclusión política mientras no seamos capaces de crear una organización estatal preparada para evitar que diferentes sectores de la sociedad continúen utilizando la violencia para imponer sus intereses.
En estos últimos años se han hecho ingentes esfuerzos en la búsqueda de la paz por parte del grupo que lideró las negociaciones (Gobierno y Farc), sectores políticos, empresarios e intelectuales. Sin embargo, el proceso en el Legislativo ha sido lento, y algunas de las iniciativas centrales del Acuerdo no han obtenido el apoyo requerido para convertirse en leyes.
No obstante, es necesario reconocer que todos esos esfuerzos no han sido inútiles. En Colombia se logró que la guerrilla más antigua del continente entregara las armas. La violencia en los campos y pequeñas poblaciones ha disminuido de manera importante. Los guerrilleros han mostrado su disposición para salir del mundo de la guerra y entrar al de la política, tras cumplir las condiciones de la justicia de transición. En este año, tras el Acuerdo, cumplieron sus obligaciones, a pesar de los incumplimientos del Gobierno y del asesinato de algunos de sus cuadros y de líderes sociales.
Este gesto de aspiración a la construcción política del mundo humano, no ha sido bien comprendido por una parte de la sociedad marcada por el odio. Aunque los miembros de las Farc pueden estar sintiendo que sus esfuerzos han sido traicionados por las élites, considero que en sentido histórico no hay en el proceso de paz un retroceso sino un progreso hacia el afianzamiento del Estado.
Lo que asevero, no es optimismo sin fundamentos. La paz, cuando una sociedad ha sido tan aporreada por la violencia, no se consigue de la noche a la mañana. Veamos lo que dice Thomas Hobbes.
En el estado de naturaleza - que es de guerra de todos contra todos-, nadie puede considerarse obligado a observar los pactos cuando no es seguro que el otro lo haga. “Por eso quien cumple en primer lugar se entrega a su enemigo y no ejerce el derecho a defender su propia vida” (Hobbes).
Las Farc cumplieron en primer lugar. Esto produce una profunda inseguridad porque ahora vemos que los acuerdos se basaron en los débiles lazos de las palabras de los contrayentes. Hobbes consideraría que para que el acuerdo no sea nulo hay que dar otro paso: que exista un poder común sobre ambos contratantes - Gobierno y Farc- con derecho y fuerza suficiente para obligar al cumplimiento. Este poder común, -el establecimiento del Estado-, tiene como función sacar a los hombres de la condición miserable de la guerra de todos contra todos. Este momento hobbesiano es lo que sigue
Los guerrilleros han mostrado su disposición para salir del mundo de la guerra.