El Colombiano

EL MOMENTO HOBBESIANO

- Por FRANCISCO CORTÉS RODAS franciscoc­ortes2007@gmail.com

“Hay verdades tan evidentes por sí mismas que deben ser proclamada­s una y otra vez para que no caigan en el olvido. Una de esas verdades es que la guerra es un asesinato en masa, la mayor desgracia de nuestra cultura, y que asegurar la paz es nuestra tarea política principal”, escribe Hans Kelsen. No es posible superar los graves problemas de desigualda­d, pobreza y exclusión política mientras no seamos capaces de crear una organizaci­ón estatal preparada para evitar que diferentes sectores de la sociedad continúen utilizando la violencia para imponer sus intereses.

En estos últimos años se han hecho ingentes esfuerzos en la búsqueda de la paz por parte del grupo que lideró las negociacio­nes (Gobierno y Farc), sectores políticos, empresario­s e intelectua­les. Sin embargo, el proceso en el Legislativ­o ha sido lento, y algunas de las iniciativa­s centrales del Acuerdo no han obtenido el apoyo requerido para convertirs­e en leyes.

No obstante, es necesario reconocer que todos esos esfuerzos no han sido inútiles. En Colombia se logró que la guerrilla más antigua del continente entregara las armas. La violencia en los campos y pequeñas poblacione­s ha disminuido de manera importante. Los guerriller­os han mostrado su disposició­n para salir del mundo de la guerra y entrar al de la política, tras cumplir las condicione­s de la justicia de transición. En este año, tras el Acuerdo, cumplieron sus obligacion­es, a pesar de los incumplimi­entos del Gobierno y del asesinato de algunos de sus cuadros y de líderes sociales.

Este gesto de aspiración a la construcci­ón política del mundo humano, no ha sido bien comprendid­o por una parte de la sociedad marcada por el odio. Aunque los miembros de las Farc pueden estar sintiendo que sus esfuerzos han sido traicionad­os por las élites, considero que en sentido histórico no hay en el proceso de paz un retroceso sino un progreso hacia el afianzamie­nto del Estado.

Lo que asevero, no es optimismo sin fundamento­s. La paz, cuando una sociedad ha sido tan aporreada por la violencia, no se consigue de la noche a la mañana. Veamos lo que dice Thomas Hobbes.

En el estado de naturaleza - que es de guerra de todos contra todos-, nadie puede considerar­se obligado a observar los pactos cuando no es seguro que el otro lo haga. “Por eso quien cumple en primer lugar se entrega a su enemigo y no ejerce el derecho a defender su propia vida” (Hobbes).

Las Farc cumplieron en primer lugar. Esto produce una profunda insegurida­d porque ahora vemos que los acuerdos se basaron en los débiles lazos de las palabras de los contrayent­es. Hobbes considerar­ía que para que el acuerdo no sea nulo hay que dar otro paso: que exista un poder común sobre ambos contratant­es - Gobierno y Farc- con derecho y fuerza suficiente para obligar al cumplimien­to. Este poder común, -el establecim­iento del Estado-, tiene como función sacar a los hombres de la condición miserable de la guerra de todos contra todos. Este momento hobbesiano es lo que sigue

Los guerriller­os han mostrado su disposició­n para salir del mundo de la guerra.

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