Esta oficina de sueños ya cumple 20 años
Baudelaire, Kafka y Rimbaud son algunos de los faros de este grupo, que celebra dos décadas en las tablas.
Oficina Central de los Sueños, ese nombre que parece el del consultorio de un psicoanalista, lleva 20 años designando a un grupo de teatro de Medellín.
De acuerdo con su director y fundador, Jaiver Jurado, lo tomaron de una obra inédita y perdida de Georges Neveux, autor y hombre de teatro ruso ( La beauté du diable —La belleza del diablo—).
El grupo surgió en 1997 “por la misma razón que la mariposa es impulsada a nacer en un día soleado, dejando la seca crisálida al vaivén del viento. Como un acto de amor por el teatro”, lo dice Jurado.
Comenzó en Bomboná, arriba de las Torres, y en los primeros meses, difíciles como los de muchas criaturas que solo cuentan con su presente, aparecieron montajes como Monólogo para tres mujeres, de Sylvia Plath, El Marinero de Amsterdam de Luis Stella, y Krapp de Samuel Beckett.
De una crisis económica que casi hace abortar el sueño, con menos de dos años de cristalizado, la Oficina salió gracias a la hospitalidad de Norella Marín Vieco, en el Teatro Pablo Tobón Uribe del que ella era directora. Allí permanecieron cuatro años y medio y crearon obras como La Ciudad de los Cómicos de Laví e Bel de España, Una Temporada en el Infierno de Arthur Rimbaud, El Duende del Circo (Primer premio Titirifestival 2003) y Amérika, de Franz Kafka). También surgió el semillero del grupo.
“Una llamada alborotó el cotolengo. La hizo Gloria Tobón, avisándonos que habían desocupado la Casa del Teatro del maestro Gilberto Martínez, que nos apuntáramos en la lista, que ya tenía varios solicitantes”. Es la sede donde aún está la Oficina, en Girardot, en- tre La Playa y Maracaibo. Ahí en el Centro de la ciudad.
En 2017, cuenta Jaiver, comenzó una nueva etapa en la estética del grupo con el estreno de Amnesia, montaje basado en Cien años de soledad.
“Una última cosa y quizá en ella se resume gran parte de nuestra filosofía es que aún somos un grupo, una figura organizativa en franca decadencia, pero que nos identifica y queremos, porque aunque no tengamos sede propia, esta casa alquilada y llena de sentidos y sentimientos ha sido y seguirá siendo la casa de todos, un lugar donde se vive teatro”