El Colombiano

Fuera del ring y lejos de casa

La boxeadora antioqueña Dayana Cordero afronta en Panamá la entrada de un nuevo año. Extraña las navidades en Caucasia.

- Por OSWALDO BUSTAMANTE E. CORTESÍA AGENDA LATAM PTY- PANAMÁ

Hace cinco años, lo recuerda bien, Julieth Dayana Cordero no celebra a su gusto una fiesta de fin de año. Ni 24 ni 31 de diciembre son iguales para ella. Desde que decidió radicarse en Ciudad de Panamá, para adelantar allí su carrera pugilístic­a, no volvió a sentir ese ambiente navideño de su natal Caucasia ni la tradición de comer natilla, buñuelos, hojuelas o, lo que más le fascina, chicharrón. Ah, y hasta la música parrandera afín a estas fiestas.

Para Dayana es un mundo diferente en el que, por obligación, le llegan recuerdos de infancia y juventud en las calles del barrio El Castillito, donde, en compañía de sus padres (Rosendo -fallecido- y Cecilia Hernández) y hermanos, pasaba jugando con pelotas, arrastrand­o carritos o, simplement­e, corriendo. Aguardaban traídos del Niño Dios o Papá Noel y despedían el año con comida y al calor del afecto de familiares y vecinos.

“Todo eso era una locura”, narra la pugilista de 21 años, campeona mundial interina del peso gallo. “Todo el barrio festejaba, se escuchaba música y alboroto, las puertas de las casas permanecía­n abiertas y todos se sentaban al frente a esperar la llegada del nuevo año. Crecí con un diciembre con arbolito, pesebre, novena, cena, regalos, villancico­s y una música que te impregna de fiesta y regocijo. Aquí, en Panamá, las cosas son diferentes. No hay ese olor a Navidad y fin de año, ni a tradicione­s; se celebra de una forma distinta aunque acogedora, quizás porque muchos de quienes vivimos aquí venimos de otros destinos”. Desde que reside en esa ciudad sus fines de año los ha pasado entrenando para las peleas. En esta ocasión, aunque no tiene compromiso a la vista, permaneció allí para darse un “respiro”, es decir vacaciones.

Desde que los chicos de colegio terminaban curso, el ambiente era otro. “Tirábamos uniformes, útiles, todo, y cogíamos a jugar fútbol, lanzar golpes o a correr”, recuerda. Y a planear como quedarse despiertos para ‘pillar’ al Niño Dios la noche del 24. “Yo lo descubrí a los 7 años de edad. Me hice la dormida”.

Un segundo hogar

Celio Ríos, médico panameño, y Martha De León, diseñadora mexicana, se convirtier­on en los “padres putativos” de Daya - como la llama Alex Rambal, su compañero y representa­nte- en Panamá, además de los 4 hijos de la pareja, quienes la tratan como una hermana más.

Rambal cuenta que siempre, por esta época, son recibidos en la residencia de aquellos para cenar. Sin embargo, extrañan las costumbres de Colombia.

Contrasta eso sí su posición en torno a la bienvenida del Año Nuevo. Ni zapatos al revés, ni calzones amarillos, ni uvas, ni dar vueltas a la manzana con una maleta de viaje, ni sahumerios.

“Desde muy chica me acostumbré a que 24 y 31 estrenábam­os; pero lo que siento es que son cosas materiales. Hoy ha cambiado mi concepto. El haber experiment­ado, por primera vez la muerte de un ser querido -mi padre-, me hizo caer en cuenta de lo afortunado que es uno cuando tiene a sus papás con vida. Entonces pido por ellos y oportunida­des y salud para afrontarla­s”.

Y así, el 31, cuando el reloj empiece el conteo regresivo del final del 2017 y las campanas de las iglesias marquen las 12 que dan paso al 1° del 2018, Dayana hará su ritual, muy espiritual, por cierto, dará gracias por la vida de su mamá y sus hermanos y porque tuvo una temporada gratifican­te. Lo demás es pensar en su deporte. Ser una mejor boxeadora, el resto, dice, llegará por añadidura, como la pelea de desquite con la venezolana Mayerlin Rivas para convertirs­e en la campeona oficial

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