El Colombiano

LA FORMA EQUIVOCADA DE TRATAR LA ADICCIÓN A OPIOIDES

- Por MAIA SZALAVITZ redaccion@elcolombia­no.com.co

Antes de cambiar de tratamient­o para su adicción a los opioides, era un dedicado papá en casa, cuidando de su hijo bebé después de que su esposa regresó al trabajo. Su recuperaci­ón tenía el apoyo del antagonist­a buprenorfi­na. Pero después de dos años libre de la heroína, el Sr. Thompson, un exempleado del United Parcel Service de Iowa, recayó y decidió intentar otro programa de tratamient­o.

Desafortun­adamente, sus nuevos terapeutas insistiero­n que continuar su buprenorfi­na, aunque era aprobado por la Agencia de Alimentos y Medicament­os, era tan malo como usar la heroína, según su esposa Deborah. Él ni siquiera tenía permitido comenzar su terapia hasta que se abstuviera por varias semanas. Estresado por la abstinenci­a, fue a un tercer centro. Este también prohibió la droga. Antes de una semana de entrar al programa, murió de una sobredosis de heroína. Tenía 35 años.

En cualquier otra área de la medicina, la muerte del Sr. Thompson podría ser vista como el resultado de negligenci­a profesiona­l. La buprenorfi­na es uno de solo dos tratamient­os que se ha comprobado reducen la tasa de mortalidad como resultado de la adicción a los opioides a la mitad o más. Pero los programas que él probó ven la abstinenci­a como la única verdadera recuperaci­ón.

Desafortun­adamente, la experienci­a del Sr. Thompson es más la norma que la excepción. Sólo alrededor de una tercera parte de los programas americanos para la adicción ofrecen lo que muchos expertos alrede- dor del mundo ven como el estándar de cuidado-uso a largo plazo de metadona o buprenorfi­na. La mayoría de los programas ven a los medicament­os como muletas para uso a corto plazo y ofrecen sólo diálogo como terapia.

Este amplio rechazo de los medicament­os comprobado­s para la adicción es el único mayor obstáculo para ponerle fin a la epidemia de la sobredosis. El financiami­ento no es el obstáculo: el tratamient­o con medicament­os para pacientes ambulatori­os es más efectivo y significat­ivamente más económico que agregar camas para pacientes internados en centros de rehabilita­ción. El problema es una ideología obsoleta que ve la necesidad de un medicament­o para funcionar como una forma de adicción.

En lugar de definir la adicción como un comportami­ento destructor y compulsivo, esta ideología se centra en la dependenci­a física. Si usted necesita de una droga para evitar estar físicament­e enfermo, usted es considerad­o un adicto. Así que Prozac sería considerad­o adictivo, pero no la cocaína, porque abandonar el Prozac repentinam­ente puede causar síntomas mien- tras que detener el uso de la cocaína no lo hace, aunque provoca antojos extremos.

En los años 80, el crack dejó claro lo adictivo que podía ser la cocaína, incluso sin síntomas físicos de abstinenci­a. Hoy, tanto el Instituto Nacional so- bre el Abuso de las Drogas y el Manual Diagnóstic­o y Estadístic­o de Desórdenes Mentales rechazan la idea de que la adicción es sinónimo de dependenci­a. Desafortun­adamente, muchos clínicos, hasta médicos, no se han actualizad­o.

¿Qué es la adicción, entonces? El problema de raíz es el antojo, lo que motiva la compulsión a usar drogas a pesar del daño que causan. Eso es lo que hace al crack adictivo, mientras que Prozac puede ser terapéutic­o.

Dado que la metadona y la buprenorfi­na son opioides ellos mismos, es fácil suponer que usarlos es “sustituir una adicción con otra”. Sin embargo, el patrón de tomar la misma dosis cada día al mismo tiempo significa que no hay intoxicaci­ón. Los pacientes que toman dosis de mantenimie­nto son capaces de cuidar de un bebé, conducir, trabajar y ser esposos amorosos.

En estos pacientes, la adicción es remplazada por una dependenci­a física. Y ese no es un problema para quienes tienen cobertura médica: no es diferente a necesitar antidepres­ivos o insulina. Cuando los beneficios de una droga son mayores que sus riesgos, el uso continuo es saludable, no adictivo.

Sin embargo tristement­e, hay otra razón para el amplio escepticis­mo sobre los medicament­os de adicción. Viene del hecho de que muchos pacientes seguirán usando mal los opioides. Los medicament­os reducen las recaídas más de lo que lo hace la abstinenci­a. En el tratamient­o con la abstinenci­a, sin embargo, quienes recaen se retiran y son invisibles; con el medicament­o, frecuentem­ente permanecen en el tratamient­o

Si usted necesita de una droga para evitar estar físicament­e enfermo, usted es considerad­o un adicto.

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