APOCALYPSE NOW
Estamos colectivamente sobre un abismo, pero podemos ser puentes, para lograr cruzarlo todos juntos.
Tengo la impresión de vivir en tiempos llenos de peligros y de oportunidades al mismo tiempo. Me siento como suspendi- do sobre un abismo. Pero esta no es una condición individual, sino más bien una experiencia colectiva que como humanidad estamos viviendo.
El cambio climático está mostrando cada vez más su poder devastador. En varias regiones del mundo ha habido incendios catastróficos debido a la sequía. En California, incendios y deslaves han destruido barrios, pueblos y vidas. Hace varios meses, la combinación de lluvias y explotación ambiental causó un derrumbe en Mocoa.
Durante 2017 la violencia terrorista extendió sus tentáculos matando a civiles no solamente en países como Siria, Afganistán, Iraq y Pakistán, sino también en ciudades europeas como Barcelona, París, Londres, Manchester, Berlín, Estocolmo y Bruselas. En Colombia, siguen asesinando a líderes sociales.
La miseria y la violencia están causando una crisis huma- nitaria sin precedentes, y frente a todos a estos desafíos los líderes políticos se han dedicado a discriminar, a dividir, a ofender, incapaces de entender los signos de los tiempos y de atender al bien común. En la historia de los Estados Unidos, hasta ahora, no se había escuchado a un presidente definir como “agujeros de mierda” a países de África.
¿Será que estamos en los tiempos del Apocalipsis? Me preguntó un amigo desanimado. Mi profesor y mentor de antropología en la Columbia University, Michael Taussig, hace algunos años dictó una clase sobre el apocalipsis. A quienes le preguntaban el porqué de esta clase, contestaba: “porque hoy parece ser un buen momento para hablar de eso”.
Tradicionalmente asociamos el apocalipsis con el fin de los tiempos. Yo prefiero remitirme a su origen etimológico, la palabra griega apokálypsis, que significa revelar, quitar el velo. Por eso, considero que el presente no solamente está marcado por un mundo que está muriendo, sino por otro que está naciendo. Este futuro emergente es lo que hoy tenemos la oportunidad de revelar.
De hecho, hay varios signos de este futuro emergente y que surgen de los escombros de la violencia, la destrucción y la exclusión, para ser puentes hacia un futuro distinto. Invitado por la fundación Mi Sangre, esta semana conocí a algunas de estas personas inspiradoras, cuando me reuní con unos jóvenes que con creatividad, coraje e imaginación están transformando sus realidades.
Por eso, sí es verdad que estamos en una transición, entre lo viejo y lo que aún no es. Estamos colectivamente sobre un abismo. Pero podemos ser puentes, para lograr cruzar, todos juntos este abismo. Decía Nietzsche: “El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre, -una cuerda sobre un abismo. Un peligroso pasar al otro lado, un peligroso caminar, un peligroso mirar atrás, un peligroso estremecerse y pararse. La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta: lo que en el hombre se puede amar es que es un tránsito y un ocaso. Yo amo a quienes no saben vivir de otro modo que hundiéndose en su ocaso, pues ellos son los que pasan al otro lado”