El Colombiano

Con arengas y en medio de la oscuridad fue sepultada Andreína

- Por ROSALINDA HERNÁNDEZ C. Colaboraci­ón desde Táchira, Venezuela

La única mujer que fue asesinada junto a Óscar Pérez, era hija de una pareja de colombiano­s. Ayer fue enterrada en el fronterizo estado de Táchira, en Venezuela.

“Me la quitaron, se la llevaron. No sé porque le hicieron eso, mi Dios es justo y ellos tienen que pagar”. FARIDE MANTILLA Madre de Andreína Ramírez

Con el grito: “la asesinó la dictadura”, luego de más de ocho horas de espera y de cambiar de un campo santo a otro, los familiares, amigos, sociedad civil y representa­ntes del movimiento estudianti­l venezolano, dieron cristiana sepultura a Lisbeth Andreína Ramírez Mantilla, la venezolana hija de padres colombiano­s que murió asesinada en la operación ejecutada por fuerzas de seguridad en contra Óscar Pérez, del policía que se le reveló al régimen de Maduro.

“Hasta después de muerta la mantienen prisionera”, comentaban quienes la acompañaro­n a su última morada, el cementerio Jardines de la Consolació­n, ubicado a más de 15 kilómetros del cementerio Metropolit­ano, lugar donde había sido pautada la ceremo- nia fúnebre en un principio.

En medio de una multitudin­aria caravana, los tachirense­s se desplazaro­n pasadas las 8:00 de la noche hasta el sitio en donde el Gobierno venezolano había llevado finalmente los restos de la asesinada.

En una urna totalmente sellada, y dentro de una bolsa plástica para difuntos, fue entregada la joven a sus familiares quienes no salían del asombro y buscaban inútil- mente una abertura para poder destapar el ataúd.

Solo parte de su rostro, un ojo y la nariz, estaban descubiert­as, el resto de su humanidad quedó oculta para quienes desesperad­os clamaban justicia.

“Nos toca dejarla así... no la podemos vestir”, decía angustiada Yesenia, la sobrina de quien hoy es reconocida por los venezolano­s opositores al gobierno de Nicolás Maduro, como “Heroína de la Patria”.

Solo la luz de los celulares

Mientras los gritos y el llanto desesperan­te de la madre y hermanos de Andreína se confundían en la sala velatorio con los cánticos de un pastor de la religión cristiana, un alto funcionari­o de la Guardia Nacional, vestido de civil, irrumpió para anunciar que era hora de enterrarla.

El camino escarbado y os- curo donde se daría el adiós definitivo empezó en medio del ascenso por una empinada loma. Las notas del himno nacional “Gloria al bravo pueblo”, fueron entonadas por quienes acompañaba­n el cortejo fúnebre que fue alumbrado con las luces de teléfonos celulares.

“Va a caer, va a caer, este gobierno va a caer” y “libertad, Venezuela, libertad”, fueron las consignas entonados por los presentes, mientras el féretro era llevado a la fosa.

Atentos y vigilantes al entierro de Lisbeth Andreína, estuvieron funcionari­os de seguridad venezolano­s, lo que no fue impediment­o para que los asistentes prometiera­n buscar la justicia en su caso y en los de los demás abatidos en la misma acción policial

 ?? FOTO ROSALINDA HERNÁNDEZ ?? El cadáver de Andreína Ramírez fue enterrado sin ninguna velación, la familia ni siquiera tuvo la oportunida­d de tocarla en el féretro. Hoy claman por justicia.
FOTO ROSALINDA HERNÁNDEZ El cadáver de Andreína Ramírez fue enterrado sin ninguna velación, la familia ni siquiera tuvo la oportunida­d de tocarla en el féretro. Hoy claman por justicia.

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