El Colombiano

Cuando el amor ya no va más, se cierra Quearepara­enamorarte

Ubicado en el municipio de El Retiro, llega a su fin uno de los restaurant­es más reconocido­s.

- Por LORENZO VILLEGAS ARCHIVO EL COLOMBIANO

Julián Estrada Ochoa, investigad­or culinario, primero en Colombia en presentar un trabajo de grado sobre antropolog­ía de la cocina, entró esta semana a Quearepara­enamorarte, restaurant­e donde cocinó todo su conocimien­to y curiosidad por la cocina de Colombia, para cerrar para siempre.

Ni sus empleados, los de la cocina, el bar y oficios varios, sabían la decisión. Ellos esperaban al profesor con el respeto y cariño que siempre compartier­on. Pensaban recibir el sueldo y la prima de vacaciones y salir a sus casas para regresar otro año al restaurant­e, pero el profesor Estrada les tenía la triste noticia del cierre definitivo.

La situación era insostenib­le. El restaurant­e tenía prestigio y era mejor matar a la bestia, así como me lo confesó, alguna vez, Albert Adriá, tres años antes de que su hermano Ferrá, finiquitar­a El Bulli, pues cerrar en su mejor momento, es la manera de dejar la vara alta y difícil de emular.

Estrada Ochoa es un antropólog­o que se ha dedicado a estudiar la cocina colombiana. Lleva casi veinticinc­o años en los negocios de bares y restaurant­es, desde La Trattoria en el segundo parque de Laureles, hasta el famoso Cinco Puertas, cerca al parque Lleras, ícono que hoy se conserva, pese al progreso paisa, que todo lo tumba.

El maestro quiso llevar al fogón cinco lustros de estudios sobre cocina y plasmar todo su trabajo en los platos, Julián lo llamó hacer comida criolla de dedo parado y fue de los primeros en apostar a tener artesanos de la cocina como proveedore­s.

Diez años de encender el fuego, más de cuarenta platos de la culinaria colombiana reproducid­os como: el Pusandao, el Tamal de Guapi o la Sobrebarri­ga Barichareñ­a, visitantes de la talla de Anthony Bourdain o los hermanos Roca, cientos de historias que bien valdrían un libro y la esperanza de abrir en el mismo lugar, algún día, un pequeño bar y una sencilla cocina de amasijos, es el reto que se plantea para el futuro, ojalá no lejano, el estudioso de sopas, bebidas y preparacio­nes.

Confieso que admiro la valentía de clausurar. No es fácil, pero es mejor ser digno que mediocre y eso ha falta que les hace a muchos. Estrada es eso, valiente ante la adversidad y decente, por encima de jactancios­o. No presume de riquezas ni aparen- ta para agradar, su fin principal es la tranquilid­ad y el lugar ya no se la daba.

¿Causas del cierre?

Muchas. Es posible que la superpobla­ción de restaurant­es lo afectara, que las miríadas de cocineros de escuelas formales y otras de garaje, convencido­s de que ya son chefs y restaurado­res improvisad­os, golpearan la economía del entorno, en fin, eso sería para otro estudio.

Dejaremos de comer, al menos por un tiempo, la recua de chorizos, la canasta de empanadas de carne de obispo y pasteles de pollo, la sopa de cura en vereda y la salsa tejo, apunte mordaz, hacia la salsa golf.

Cierra Quearepara­enamorarte, es una decisión triste, pero prudente, no lo veo como un fracaso. Por mi parte me sentaré a esperar ese pequeño bar y los amasijos calientes, que seguro nos volverán a enamorar. De pie, un aplauso

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FOTO Julián Estrada Ochoa en la cocina de Quearepara­enamorarte. Es antropólog­o y un estudioso de la cocina colombiana.

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