QUERER CONTROLARLO TODO
Nos está asfixiando el ansia de control. Les apostamos a los números, únicamente lo contable nos resulta fidedigno. Las estadísticas dicen la última palabra… con cifras. Si una idea no figura en revistas indexadas es mentira.
Cualquier teoría es válida con tal de haber sido comprobada en inglés por investigadores de universidades en inglés. El mundo parece haber regresado al tiempo del positivismo, cuando la existencia del sol era rechazada si este no mostraba partida de nacimiento en un laboratorio.
Las noticias falsas han de refutarse aportando documentos exhaustivos que digan lo contrario. Cada juez busca la prueba reina, como si las conductas humanas circularan sobre rieles de acero y no sobre agua que a veces es niebla y a veces hielo.
La sociedad rechaza el misterio, pretende la explicación taxativa de cuanto se mueve bajo el cielo y sobre las estrellas. Los computadores, internet, la inteligencia artificial destierran las antiguas cavilaciones.
Hoy en día resulta que el amor se limita a un intercambio químico; la tristeza, a secreción de glándulas. Para cada agobio o exaltación existe una puntual dosis terapéutica. La política es la ciencia de lo posible, por tanto descarta lo imposible. La imaginación fue una fiebre de los años sesenta del XX. Luego vinieron las riendas, bien tensadas.
Por suerte aún queda la poesía. Esa zona neblinosa, donde el ojo humano espía hacia lo innombrable, está arrinconado pero vivo. Distintas generaciones de visionarios tienden luz sobre el enigma. Y descubren, en relámpagos de lucidez, que la vida es más grande que la técnica. Basta leer al español Luis
Cernuda, quien al calor de las revoluciones que precedieron a la guerra civil del 36, intentó circundar aquello que escapa del control: Soy eco de algo; Lo estrechan mis brazos siendo aire,
Lo miran mis ojos siendo sombra,
Lo besan mis labios siendo sueño.
Cada lector de estos versos concebirá de manera diferente el humo que Cernuda entrega en un costal. No hay una única versión mental de ese ‘algo’ del cual es eco el autor. La verdad se astilla en miles de imágenes aportadas por miles de libertades. Las matemáticas han de reconocer que estamos ante un paisaje imposible de capturar.
La débil inteligencia del hombre abdica de su soberanía sobre todas las cosas
Por suerte aún queda la poesía. Esa zona neblinosa donde el ojo humano espía hacia lo innombrable está arrinconado, pero vivo.