El Colombiano

TENTACULAR­IDAD CHINA

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

A la calladita ha venido avanzando la consecució­n de la meta que se trazaron América Latina y China en el 2015, de alcanzar un comercio de 500.000 millones de dólares entre los dos lados del Pacífico para 2025. En unos países ha funcionado más que en otros, claro está.

La realidad acaba de ser expuesta con gran fanfarria en la segunda reunión de los 33 países latinoamer­icanos de Celac con China, evento que acaba de concluir en Chile. Los dos socios comerciale­s multiplica­ron por 22 el comercio entre el año 2000 y el 2013. En el 2017 el comercio entre los dos lados del Pacífico sumó 266.000 millones de dólares. Las cosas deben ir, pues, por buen camino, piensan en todas partes.

El hecho de que el país anfitrión fuera Chile facilitó las superlativ­as loas a la disposició­n china a abrirse al mundo –una estrategia que no puede ser sino obligada para un país como el coloso de Asia- y también impulsó los ataques de los países de la izquierda regional a la política de Do

nald Trump, las que estuvieron acompañada­s de descalific­aciones de todo género, como también era de esperar. Estoy convencida de que si el encuentro multilater­al hubiera tenido lugar en Bogotá otro gallo habría cantado, uno más apegado a la cruda realidad de las cosas que es que China no es un niño de pecho al lado de los Estados Unidos.

Porque si bien es cierto de que la interacció­n comercial entre las dos zonas se ha exponencia­do con los años, se nota claramente, por el lado chino de la ecuación, la forma en que este país desea acer- carse a algunos actores individual­es que componen Latinoamér­ica y donde es evidente que México, Venezuela, Chile y Cuba, por citar solo a algunos de este lado, inspiran a Beijing de manera diferente.

No nos hagamos ilusiones. China hace lo correcto desde su punto de vista y dentro de su actual política económico-comercial de impulso a la nueva Ruta de la Seda dentro de la cual las relaciones bilaterale­s siguen teniendo un puesto prepondera­nte. Pero las asimetrías también. Es que, en el fondo, no se trata de otra cosa que de atornillar un área de influencia generaliza­da en América Latina, pero al mismo tiempo, China se propone construir y blindar alianzas fuertes en aquellos países de corte izquierdis­ta, cuestionad­ores tradiciona­les del Imperialis­mo gringo dentro de la zona. No es un secreto que el nuevo presidente americano, Donald Trump ha estado, desde hace un año, echando más leña al fuego a ese rechazo histórico a la penetració­n americana en este subcontine­nte, logrando irritar con actitudes racistas y excluyente­s a quienes no le son favorables en la región.

Así que nada mejor para el Sr. Xi, que tratar de pescar en río revuelto y exhibir, como en efecto lo hizo en la reunión de Celac, su maravillos­a disposició­n a contribuir a la industrial­ización y a la tecnificac­ión de las economías en América Latina, para lo cual no le faltaban ejemplos gloriosos de cooperació­n desinteres­ada en algunos países.

Pero un examen exhaustivo de cada relación bilateral con los países citados y con otros como México, Ecuador, Uruguay muestran cómo la supremacía china y su unilateral­idad siguen subyugando y sometiendo a nuestras naciones.

Una colonizaci­ón velada y más propia del siglo XXI está en marcha. No hay que rechazarla. Hay que conseguir adaptarla a las necesidade­s de progreso de nuestras naciones

Una colonizaci­ón velada y más propia del siglo XXI está en marcha.

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