SE TRATA DE HECHOS DE VIOLENCIA MÁS FOCALIZADOS, UN RETO PARA EL GOBIERNO
En debates el año pasado, a propósito de la muerte de líderes, decíamos que la paz no nos cueste la vida. Sabíamos que el “asomo del posconflicto” sería complejo. Hay muchísimas fuerzas ilegales operando aún en el territorio. Lo de Antioquia, pero también lo de Cauca y Arauca, es muy preocupante.
Sin embargo, frente al fe- nómeno previo de la violencia en esta guerra, ahora se trata de prácticas más focalizadas. Ya no son los 500 municipios de Colombia comprometidos en estas acciones.
El reto enorme es para el Gobierno Nacional y los gobernantes locales. En términos de afinar la estrategia para atacar esas “tomas de ilegalidad” en los te- rritorios, pero también de fortalecer la estrategia de sustitución y erradicación de cultivos, fuente permanente de conflicto.
La otra prioridad es la intervención integral del Gobierno en el control de territorios sin devolvernos a los bloques de militarización, sino mediante una presencia del Estado en su conjunto, con co- ordinación interinstitucional.
El Gobierno se está quedando corto frente a la presencia del narcotráfico trasnacional, como en Tumaco, y frente a la continuidad del paramilitarismo. Además, con el Eln se requieren protocolo y verificación detallados, que permitan retomar el cese el fuego. Los problemas con el Eln en Chocó son graves