EL MESIANISMO Y OTROS DEMONIOS
Nadie me quita de la cabeza que el ejercicio democrático de las elecciones presidenciales se ha convertido (ha degenerado, mejor), en un deprimente espectáculo de mesianismos enfrentados, en un insoportable escarceo de egos y vanidades. Tras tantas idas y venidas, los acuerdos de los diversos movimientos políticos, que no partidos, para someter a consulta popular las aspiraciones personales en disputa terminaron, me da la impresión, pegados con babas, que decimos. Y los candidatos que no aceptaron someterse a una consulta dejan la impresión de naufragar en una orfandad de liderazgo y de desencanto popular que espanta.
Allá unos y otros. Yo, por mi parte, mejor que perderme en la arena movediza de las simpatías partidistas o las adhesiones electorales, me voy por los cerros de Úbeda reflexionando sobre el mesianismo en tiempo de elecciones. Para no molestar a nadie dejo constancia de mi apatía política, de una abulia electoral que no logro superar. ¿Un pecado político, de pronto democrático, tal vez de lesa patria, dirían los profetas de esos mesianismos desatados?
Quiero compartir con los lectores algunos apartes de una artículo titulado “Mesianismo político: cómo funciona”, de Alfredo Paredes, aparecido en la revista Forbes de México. Es casi como una radiografía no pedida del momento actual de Colombia:
“Cuando la escena electoral se vuelve tan tensa y negativa, factores como la crisis económica, la debilidad institucional, falta de credibilidad, inseguridad, corrupción, impunidad y deterioro social se convierten en la guía de las percepciones de los ciudadanos. La paciencia se agota, la esperanza se derrumba y la voluntad popular cae en el abismo de la mediocridad, la impotencia y el conformismo. No hay alternativas de solución, todos los partidos son lo mismo y no hay líderes verdaderos con capacidad, talento e integridad percibida para enfrentar los grandes retos nacionales. La gente votará por un impulso, descontento, inconformidad, deseo de cambio, hartazgo, basando su decisión en una evaluación de corto alcance, tratando de castigar más que elegir, seleccionar o razonar su voto”
Y añade: “Este es el escenario propicio para el surgimiento de una figura carismática, cuasi-iluminada, salvador, redentor, capaz por sí mismo de cam- biar todo de un tajo, con un discurso y método simples.
La persuasión es la clave de las campañas electorales, la mayoría de los votantes siempre desean, aspiran a que llegue alguien a un puesto para estar mejor, para que las cosas cambien y para que se atiendan los problemas sociales. Nos arrojaron del paraíso por culpa de unos pecadores, pero nosotros tenemos forma de regresar y además mandar a los culpables al infierno”.
Ha sido una cita larga, pero creo que ayuda a iluminar esta campaña electoral en la que -desde la derecha, desde la izquierda y en el centronos sentimos acosados por el mesianismo. Y por otros demonios que asedian: fanatismo, populismo, intolerancia, y muchos más “ismos” que también suenan a diablo