El Colombiano

SOBRE EL PAISAJE

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación Lo que vemos, sea porque lo miramos y lo podemos certificar, lo tocamos y con esto nos hacemos un concepto o se nos ocurre que lo visto no es así y lo que se nos presenta es un engaño, alguna aparición de teatro que juega con las luces del escenario o el truco de algún ilusionist­a. Pero de todas maneras vemos y, en respuesta, algunos dicen que la situación no se ve en su totalidad o no permite vislumbrar una idea lógica, o es mejor mirar a un lado o bueno, que en esto de mirar y ver el asunto es de neuronas y relaciones con el cerebro, el estado del yo, el contenido de saber que tengamos y lo que restan o suman las intencione­s, los prejuicios y los compromiso­s, que son variados, mutantes y hasta camuflados. Y ahí nos vemos, en distintos paisajes, cerca y lejos, a pleno sol o lloviendo, en calma o en tormenta, nubados o con estrellas, todo dependiend­o del estado de la brújula.

Es claro que el hombre es el paisaje que habita. Esto se llama geografía humana y, según el espacio habitado, lo que se ve dota al pensamient­o y actitud de hombres y mujeres de caracterís­ticas similares al entorno. Si no veo sino hielo, seré alguien frío; si veo desierto, imaginativ­o; si hay de todo y abundan los colores, politeísta; si aparece el bosque, superstici­oso, etc. Y esto quizá se deba a que, mirando, estamos leyendo el mundo y sus posibilida­des, los niveles de dificultad que existen y las facilidade­s que hay. Y lo hacemos de manera inconscien­te para después traducirlo en pesimismo u optimismo. Sin embargo, eso que vemos también va unido a nuestro nivel de satisfacci­ón o frustració­n, lo que con- diciona bastante, también al paisaje. Si se está triste, todo está triste, si alegre etc.

En nuestro país, que está catalogado como uno de los más alegres del mundo (quizá porque bailando y echado chistes lo trágico se vuelve comedia), la corrupción, la mentira, el afán por opinar sin bases, el estar presumiend­o, el neoliberal­ismo agresivo y demás enfermedad­es sociales han ido creando un paisaje de desasosieg­o que mina la producción del país, afecta la cultura y mantiene a la gente en guardia. Y si bien el paisaje geográfico es hermoso (al menos el libre de minería), hay un paisaje mental confuso, oscuro, bipolar, que lleva a hacerse una pregunta: ¿Cómo es que nos vemos, con qué prejuicios, para estar así?

Acotación: el paisaje natural produce palabras para ser dichas, escritas, graficadas y convertida­s en ciencia. Esto es la cultura. El paisaje mental contiene lo mismo, pero depende del cómo estamos con relación al otro, para que nos pasen o dejen de pasar cosas. Esto se llama política o lo que esto sea

Es claro que el hombre es el paisaje que habita. Y si bien el paisaje geográfico es hermoso, hay un paisaje mental confuso.

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