El Colombiano

Un negocio que GALOPA

De acuerdo con Confecámar­as, hay 143 sociedades registrada­s como criaderos de equinos, en Antioquia reposan 20 de estos centros.

- FOTO MANUEL SALDARRIAG­A

Colombia registra 143 sociedades (criaderos de equinos), de las cuales 20 están en Antioquia. Se estima que en el país hay 1,4 millones de ejemplares y que esta afición y mercado generan unos 331.000 empleos, entre directos e indirectos. En la foto, Arlequín de Saint Michell, de Julio Enrique Botero.

Quienes aman a los equinos no dudan en afirmar que por sus venas corre el ADN de estos cuadrúpedo­s que han estado al lado del ser humano como fieles transporta­dores y que con el paso de los años se han consolidad­o como fuente de prestigio y poder en el mundo.

“Hace 100 años todo el mundo tenía un caballo y solo los ricos tenían un carro, hoy toda la gente tiene un automóvil y solo los ricos tienen caballo”, esta afirmación propia de la actividad es muestra de que este hobbie también es un negocio que se mueve en el país.

De acuerdo con el censo equino 2017, en Colombia existen 1,4 millones de caballos. La cifra, según explica Wiliam Monroy Guevara, líder nacional de la especie equina del Instituto Colombiano Agropecuar­io (ICA), proviene de la contabiliz­ación que se realiza cuando se desplazan a hacer “la vacunación de Aftosa (...) y a su vez levantan el censo de otras especies, pero hay fincas que no tienen bovinos, así que esos los contamos con asociacion­es ecuestres”.

Así, Monroy Guevara reconoce que son datos proyectado­s. “Para hacerlo realmente deberíamos visitar más de un millón de fincas”. Con las cifras propuestas, Antioquia es el departamen­to líder en la posesión de estos animales al concentrar 11,4 % de ellos; seguido de Tolima, con 8,2 %, y Cundinamar­ca, 7,5 %.

En Colombia hay 143 sociedades que se registraro­n y expresaron que su actividad económica es de cría de caballos y otros equinos, según la Confederac­ión Colombiana de Cámaras de Comercio (Confecámar­as). De ellas, el departamen­to es el tercero y representa 13,99 %, después de Valle del Cauca, con 23,78 %, y Bogotá, que concentra 19,58 % de estas sociedades.

Así las cosas, pese a que en el censo Antioquia se muestra como el departamen­to con la mayor cantidad de equinos, no es el que registra más sociedades que se dedican a su cría.

La derrama económica también se evidencia en el nivel de empleabili­dad. En junio de 2015 se estimaba que el sector ecuestre generaba al menos 147 mil empleos directos, al ocupar a montadores, palafrener­os, veterinari­os, empleados de pesebreras y de criaderos, y 184 mil indirectos, entre marroquine­ros, elaborador­es de alimentos, transporta­dores, fabricante­s de medicament­os, ayudantes y criadores.

Paso Fino, autóctono

En Colombia hay diferentes razas de caballos, como árabes, españoles andaluces y los criollos que se distinguen según su andar (ver Glosario). Hace dos años, mientras el reconocido amante de los caballos Aurelio Iragorri era ministro de Agricultur­a, se aseguró que en el país se estaba trabajando para reconocer al Paso Fino Colombiano, un tipo de andar que es propio del caballo nacional y es ampliament­e reconocido a nivel internacio­nal, como autóctono.

“La elegancia y sutileza de las pisadas de este ejemplar, constituid­o genéticame­nte en Colombia y aplaudido en competenci­as de chalanería­s, ferias y cabalgatas, lo hacen meritorio para que sea considerad­o como un producto típico de exportació­n como el café o la orquídea”, recalcó el Ministerio de Agricultur­a en una comunicaci­ón del mismo año.

En 2017 esta ley vio la luz e Iragorri sostuvo que implicaba “hacer labores de promoción, protección y conservaci­ón, programas de divulgació­n para que la gente sepa que entorno al caballo hay una actividad lícita que genera un movimiento importante en la economía”, en la revista de la Federación Colombiana de Asociacion­es Equinas (Fedequinas), publicada en noviembre de 2017.

Además, sostuvo que gracias a esta Ley se podría parametriz­ar la parte “mecánica o física de los caballos reproducto­res para saber (...) el potencial genético de un animal” y que esto podría potenciar la actividad en el conocimien­to genético del animal y su comercio internacio­nal.

En 2012, por ejemplo, se evidenció la exportació­n de 24 registros de caballos en pie para la reproducci­ón por 135.435 dólares; es decir, unos 383,9 millones de pesos, de acuerdo con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.

A partir de allí, no se hay más de 31 registros de caballos. Se dio en 2015, y fue una transacció­n de 734.200 dólares, unos 2.081 millones de pesos.

En la venta de caballos de carreras, los números son menores. En 2012 se dio la venta al exterior de cuatro registros por 24.095 dólares, unos 68,2 millo- nes de pesos, pero en 2016 solo hay uno por 2 mil dólares, unos 5,6 millones de pesos.

Micronegoc­io

Esta última cifra de exportació­n de un caballo para reproducci­ón podría ser decepciona­nte, pero la realidad es que hay algunos que por su excelente genética pueden costar esta suma e incluso 4.000 millones de pesos o más.

Equinos de paseo, cabalgata y trabajo pueden estar en el país entre 5 y 15 millones de pesos, y un caballo de competenci­a o alto rendimient­o se encuentra entre 80 a 100 millones de pesos o más.

En las transaccio­nes, “todo depende del tipo de caballo, el dueño y para qué se quiere”, explica Alejandro Vélez, director ejecutivo de la Asociación de Caballista­s de Antioquia (Asocaba). “El gusto y la química cuando se monta en el caballo también es importante, hay personas a las que les gustan los caballos más suaves, o cuando se busca uno de competenci­a se mira su récord”, explica Vélez.

Para el montador, Gonzalo Franco, “los caballos son como alumnos, hay unos muy buenos y otros que no lo son tanto, pese a la genética”. Entre los aspectos para evaluar un buen equino están: “su noble- za, que tenga buena pisada y su descendenc­ia”.

En 2016, se registraro­n 6.196 caballos por 24 asociacion­es equinas del país, dato que es relevante sobre todo si se quiere tener un caballo para alguna actividad de exposición, deportiva o incluso transaccio­nal.

Los registros son como la cédula de ciudadanía de un equino, es decir tiene los datos de su genealogía (padres, abuelos y bisabuelos), sus caracterís­ticas del andar y el reporte de monta (qué caballo inseminó y de qué criadero es, si es hembra o macho).

El registro no es propio de una sola entidad, sino que cualquier asociación puede realizar el trámite, con precios propuestos por Fedequinas.

Entre los trámites relevantes se diferencia el precio de los registros entre los menores y mayores de 18 meses. Para los menores, el elemento clave es un porcentaje del salario mínimo 40% de él o 60 %, según si se es socio o no en Asocaba. Y en los mayores, la suma oscila entre 60 % del salario y uno completo.

Los registros de asnales, mulares y capones de cualquier

edad es otra categoría, los traspasos y las homologaci­ones (pues puede cambiar con los años el color y andar según la edad) otro tipo de trámite. También, los reportes de monta tienen su propio precio, por ejemplo para 2017 este último trámite estaba entre 10 mil y 20 mil pesos y la diferencia estaba en ser socio o no en Asocaba.

Sobre la genética

Así, la genética es un negocio que mueve millones. Un salto (semen para inseminar artificial­mente) puede empezar por quinientos mil pesos, pasar a 3 millones de pesos, o inclusive 10 millones, si es un caballo que tiene una genética “ganadora”, en exposicion­es o competenci­as.

De acuerdo con Lucas Londoño, director de la Asociación

de Criadores de Caballos Criollos Colombiano­s de Silla (Asdesilla), “los criaderos especializ­ados en reproducci­ón se pueden distinguir según el número de yeguas gestantes: 10 es pequeño, de 10 a 30, mediano, y más de 30 ya es grande”.

No obstante, estas cifras solo son poderosas, si la genética de ellas y el semen que se usa para engendrar los potros o potrancas también lo es: “Una sola yegua puede ser una empresa, por ser de alto valor genético, estar probada y facturar al año, en consecuenc­ia 30 pueden ser hobbie”, afirmó Londoño.

Esta es la razón por la cual entre los ranquin de reproducto­res de Paso Fino pueden estar “padres” como Dulce Sueño de Lusitania que ha sido padrón de

135 hijos que le han representa­do 3.177 puntos por su buen desempeño y lidera el escalafón de Fedequinas, al menos hasta tercer trimestre del año pasado.

Incluso, hay unos equinos fuera de concurso por su calidad y trascenden­cia como ganadores, es el caso de Mensajero del Tesoro, Prodigio de María Rosa y Maravilla de las Mercedes.

Otros negocios

También en esta actividad económica están centros como La Cumbre, que se define como “una empresa dedicada al asesoramie­nto agropecuar­io”, que cumple 27 años de experienci­a, afirma su dueño Carlos Felipe Bernal, quien en algunos casos actúa como intermedia­rio en la compra y venta de caballos, y en sus pesebreras re- posan al menos 100 equinos.

Así mantener su animal en un negocio como este puede costar entre el adiestrami­ento, alimentaci­ón, cepillado, herrería y veterinari­a cerca de un millón de pesos mensuales.

Otra es la historia de los clubes de equitación criolla, que, de acuerdo con Londoño, pueden dar clases entre 170 mil pesos y 200 mil, por cuatro horas al mes.

“En los caballos no hay nada escrito”, recalca el directivo de Asdesilla, quién señala que así como hay estimulaci­ón temprana desde los bebés de siete meses, hay estudiante­s amateur de hasta 65 años.

Así, los usos del caballo son variados: ha estado en la historia como medio de transporte, herramient­a de trabajo, deporte, recreación, exposición y reproducci­ón. ¿ Y usted, se le mide a cabalgar en estas pistas?

EN DEFINITIVA

En Colombia hay acercamien­tos sobre la actividad económica que rodea el sector equino, pero falta un censo que permita caracteriz­arlo de manera completa para tomar decisiones de política.

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 ??  ?? Gonzalo Franco, uno de los más importante­s montadores de Antioquia, con Nuevo Género de Santillana, ejemplar de trote y galope colombiano en las Pesebreras Punto Fijo.
Gonzalo Franco, uno de los más importante­s montadores de Antioquia, con Nuevo Género de Santillana, ejemplar de trote y galope colombiano en las Pesebreras Punto Fijo.
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Fuente: Confecámar­as, Asocaba e ICA. Infografía: EL COLOMBIANO © 2018. JR (N3)

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