Mezcla de arte, música, mercadeo y política
“La iniciativa del Festival de Viña del Mar nació de un alcalde y del director de turismo, quien en 1960 quería mostrar a Viña como un destino turístico para incrementar las visitas de foráneos. Ha pasado por todas las etapas: crecimiento, madurez y declive. Ahora busca reiniciar este ciclo. El festival tuvo una época en la que se volvió paisaje, y eso lo evidencié cuando estuve en 2008: la gente se empezaba a quejar de la baja calidad de los espectáculos y de los invitados de “relleno”. Se le atribuyó su bajo rating a la convocatoria de artistas repetidos, malos humoristas y la necesidad de un nuevo aire. La producción y convocatoria para un festival de estos no es fácil, empezando por reunir artistas de trayectoria teniendo en cuenta que el público es más exigente y variado en sus gustos. La fórmula no ha cambiado con los años: competencias internacional y folclórica, humoristas y artistas internacionales. El “monstruo”, como llaman al público del escenario de La Quinta Vergara, ya se acostumbró al modelo de negocio, que para muchos necesita evolucionar. Como negocio es indudable que ha resurgido gracias a la transmisión de radio y televisión en vivo y sigue moviéndose por cuenta de los patrocinios, el turismo, la publicidad. Lo cierto es que necesita atraer a nuevos públicos y levantar su imagen. Va en ese camino. Para la ciudad de Viña del Mar sigue siendo un trampolín para mostrarse”.