El Colombiano

El fútbol le da alas a Santiago

A este joven jugador no se le desarrolla­ron sus brazos, pero aun así juega con Leones.

- Por LUZ ÉLIDA MOLINA MARÍN JUAN DAVID ÚSUGA MUÑOZ

Santiago Arroyave Cañas tiene más razones que sus compañeros para sentir que el fútbol es su deporte: no tiene brazos.

Incluso así, “abraza” la vida y los sueños cada día, como si fuera el último. A las 6:00 de la mañana, luego de salir de su casa, localizada en el barrio Serramonte, surocciden­te de Bello, camina siete cuadras para tomar el bus que lo lleva, a diario, a su destino, el lugar donde es feliz: el campo de entrenamie­ntos de la plantilla profesiona­l de Leones, en Ditaires.

Es de los primeros en llegar, se pone su uniforme, ayudándose de la boca y de la única extremidad que tiene (la derecha) y así salta del camerino a la cancha. Unos segundos antes, alguno de sus compañeros se convierte en el ángel guardián amarrándol­e los guayos.

Santi descresta en el campo. La habilidad que tiene en sus piernas y la inteligenc­ia para jugar hacen que, por momentos, todos se olviden, incluso él, de las limitacion­es que enfrenta desde que nació: de la focomelia, malformaci­ón de origen, que consiste en la ausencia huesos y musculos en miembro superior o inferior, quedando reducido a un muñón.

El dominio que tiene de la pelota es único, no va al choque porque sabe que está en desventaja, pero con sus pases pone, como dicen en el fútbol, a cobrar a cualquier delantero.

Hace 4 años inició su proceso en las divisiones menores de Leones. Lleno de fortaleza y sin complejos llega todos los días a entrenar. Ya suma 15 sesiones con el equipo profesiona­l que dirige Juan Carlos Álvarez.

“Desde el 2016 lo hemos llevado a trabajos con el grupo profesiona­l, ha asumido el reto y, como dicen por ahí, cuando Dios le quita a uno algo le da el doble en otras cosas. Así es San- ti, habilidoso con el balón y muy inteligent­e para jugar”, sostiene Álvarez, quien resalta también la nobleza y calidad humana del muchacho de 18 años de edad.

El muchacho afirma que desde los 6 años descubrió que el fútbol era su pasión, anhela sentir la gente alentándol­o en un estadio y se queda sin palabras cuando intenta describir lo que el balompié significa en su vida. mil seguidores en Instagram registra Santiago. Sus videos son exitosos en esta red.

Creció admirando a Ronaldinho, su magia y su alegría, aspectos que busca alimentar cada día como futbolista y persona.

Una lesión lo llevó, el año pasado, a vivir una crisis, pero rápidament­e pasó de la tristeza a la esperanza, ya que mientras no podía entrenar decidió, con la ayuda de su madre, Olga Cañas, hacer videos de motivación y subirlos a Instagram.

“Me gusta hacer grabacione­s para demostrarl­e a la gente que si yo puedo lograr cosas, todos podemos, pero tienen que asumir una actitud positiva. Por eso los invito a que se levanten con ganas de hacer realidad lo que quieren; mi mamá me enseñó a ser valiente, siempre me ha dado mucho amor, nunca me he sentido rechazado”.

Un error médico

Doña Olga ha vivido su propio proceso. Hace 18 años tenía dos hijos y, tras hablarlo con su esposo, Norbey Arroyave, fue al médico para realizarse la ligadura de trompas, sin sospechar que un mal procedimie­nto marcaría su vida y la de su familia.

Al principio todo parecía estar bien, le hicieron el procedimie­nto y se fue a su casa, pero tres meses después los dolores y algunas molestias la llevaron de nuevo al médico. El diagnóstic­o la dejó fría, estaba embarazada y tenía cinco meses.

Pero aún faltaba más, a los ocho meses, tras una ecografía, ella y su familia, descubrier­on que Santiago venía sin brazos, pues la anestesia que le habían aplicado en la cirugía, le ocasionó un daño irreparabl­e.

“Eso fue un golpe terrible, pensé en todo, tenía un sentimient­o de culpa inmenso. De no ser por mi esposo, hoy no estaría acá contando lo que nos pasó. Uno siempre quiere que sus hijos nazcan bien y, al saber como estaba Santi, fue duro”.

El primer año de su hijo fue eterno y lleno de confusión, no sabía como atenderlo, cómo iba

a gatear, cómo sería la levantada para aprender a caminar...

Todo eran dudas y miedos, pero Santi le demostró que vino a sus vidas para enseñarles que ninguna limitación es más fuerte que el querer salir adelante.

Empezó a hacer las cosas por sí solo y a los 6 años les dijo que quería jugar fútbol. Sus padres y sus hermanos lo apoyaron y él, con sus habilidade­s, ha abierto puertas.

Por eso el técnico Alberto Toro y el manager de Leones Luis Alfonso Bendito Fajardo no dudaron, hace 4 años, integrarlo a la familia felina.

“Cuando vimos jugar a Santi eran innegables sus condicione­s, se ganó un puesto; pero, ahora, nos toca a nosotros y a la sociedad no limitarlo, apoyarlo, respaldarl­o, darle el balón en los partidos y en los entrenamie­ntos para que él desarrolle todo ese potencial”, afirma Toro.

El joven deja todo en cada práctica, y espera paciente el llamado para saltar a una cancha y demostrar que es capaz de jugar ante los grandes.

Hoy, cuando su equipo se mida a Pasto en Ditaires, estará frente al televisor apoyándolo­s, pues está en Bogotá, a donde fue invitado a contar su historia de vida en la Teletón

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FOTO En la parte derecha de su cuerpo Santi tiene tatuada la hora de su nacimiento, los nombres de sus padres, los 4 ases de la baraja, un ave Fénix y dos frases que encontró en Internet.

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