LOS CANDIDATOS
Amable lector. Al margen de las simpatías por uno u otro aspirante a la Presidencia, el futuro del país es incierto y peligroso. Los partidos políticos tradicionales Conservador y Liberal, son cosas del pasado y las figuras ilustres que los presidieron en otros tiempos ya no existen.
Un gran número de personas del común aún no saben a quién darán su voto. Muchas, al final se inclinarán por quien mejor se exprese. Es innegable que la mayoría de estos hablan bien y exponen con relativa facilidad temas económicos y socia- les, que de por sí, son complejos. Con pocas excepciones, quienes hablan bien, casi nunca tienen tiempo para hacer las cosas.
Cuando los candidatos se ocupan entre otros asuntos, por ejemplo del régimen pensional, hay casi unanimidad que es preciso realizar cambios profundos, pero sin aumentar la edad y el monto de los aportes. Sobre el tema de impuestos, que tanto aflige a ricos y pobres, los candidatos se sienten enternecidos con su pueblo. Con palabras diferentes, unos y otros, prometen rebajar las tarifas y redactar una reforma tributaria en la que predominen la equidad, la claridad y la simplicidad.
Sobre la corrupción también hay consenso. Este mal será erradicado para siempre, desde La Guajira, pasando por los departamentos de Córdoba, Chocó y el puerto de Buenaventura, hasta dar la vuelta por Amazonas y subir por Santander. La justicia, que ha sido vulnerada por placeres mundanos, palaciegos y turismeros, será ocupada por jueces austeros, prudentes, sabios y virtuosos. Ese fue uno de los sueños de Simón Bolívar; tal como vamos es probable que cumpla otro, el de la Gran Colombia.
El tema de la salud, las EPS, que son las intermediarias entre los aportantes y los prestadores de servicios, hospitales y clíni- cas, la justicia ha sido permisiva y ajena a los abusos cometidos por personajes conocidos por la opinión nacional, que son intocables. Uno de los candidatos suprimirá de tajo las EPS y el manejo financiero lo centralizará en una entidad oficial. Otros corregirán las arbitrariedades y desaciertos del pasado.
Sobre la paz que reina en el país poco se ha hablado. Los desmedidos beneficios que se concedieron en el Acuerdo de La Habana, incluyendo los altos cargos de representación popular y el indulto por los crímenes cometidos. Algunos candidatos lo cumplirán al pie de la letra, otros le harán un mínimo de ajustes, anteponiendo los privilegios de 8.000 asesinos, sobre los derechos de 48 millones de colombianos.
Más de uno quisiera que quien ocupe la presidencia hablara poco, pero que les exigiera a sus subalternos, aplicar soluciones prácticas, a más tardar al finalizar el primer año de gobierno.
Dependiendo de quien resulte elegido en estas elecciones será más fácil la integración con el régimen de Maduro. En caso contrario, el nuevo presidente, a la mayor brevedad, tendrá que buscar la ayuda masiva de países extranjeros para darle la mano al pueblo venezolano. Nosotros solos somos incapaces de hacerlo