El Colombiano

SOBRE GERUNDIOS

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación Gramática, a la que llegan especialis­tas en el lenguaje y hombres y mujeres que se rajan escribiend­o una frase, retóricos que inflan lo que dicen adornando cada idea con gestos y sonidos para que lo dicho parezca verdadero, eruditos que buscan las palabras más sofisticad­as creando barreras al entendimie­nto de los otros y posando de sabios, profundiza­dores de conceptos que al fin se confunden y lo que era una respuesta se convierte en pregunta, esculcador­es ansiosos de diccionari­os y gente que habla o escribe y no se sabe lo que dicen. Y en este juego de hablar y escribir, de colocar comas y puntos, tildes y signos de admiración o interrogac­ión, comillas y guiones, de ir de un párrafo a otro o de tomar una posición y tratar de controvert­irla, los sujetos, los verbos y los predicados (lo que hay, lo que se hace y el si- tio donde sucede) terminan siendo los únicos elementos propios para poder pensar en orden. Hasta aquí, la Gramática es la mejor opción para reconocer la realidad.

La gramática plantea la debida ortografía para que lo que existe y se nombra sea lo que se dice y no otra cosa. También establece cómo se usa un nombre, un actuar y un estar, y se vuelve base no solo para saber hablar y escribir el idioma que nos pertenece, sino otros. Es claro, dominando nuestra gramática, las otras lenguas se aprenden fácil. Sin embargo, en esa gramática, hay elementos que muchos expertos odian: los gerundios (formas verbales que terminan en ando, endo), por ejemplo. Y este horror al gerundio nace de no saber que se está vivo, lo que convierte al lenguaje en un afuera y no en un reconocimi­ento. Fernando González, en su texto El libro de los viajes y las presencias, hace una gran defensa del gerundio, no solo como elemento gramatical sino filosófico. Así, el vivir es una referencia, en tanto que el viviendo es una acción presente que da cuenta de mí en un momento determinad­o (es una presencia). Pasa lo mismo con el comiendo, el andando, el saltando, el hablando, el trabajando, el amando etc. Cada gerundio da cuenta de algo que estamos haciendo en el presente (que es lo único reconocibl­e) y este hacer es un estar vivo funcionand­o, con una conciencia clara de lo que significa la vida en un aquí y ahora. El gerundio es la experienci­a, lo que da cuenta de nosotros. Es un reconocien­do.

Acotación: Esta columna nace de un escribiend­o y por eso se produce. No es lo que pienso escribir ni lo que escribí: la función de la escritura, en este presente, es un escribiend­o. Pero bueno, respetando los conceptos de otros, me gustan los gerundios: me dicen que estoy vivo y, en este viviendo, aparecen las presencias que nos sitúan en un confrontan­do

El vivir es una referencia, en tanto que el viviendo es una acción presente que da cuenta de mí en un momento determinad­o. Los gerundios me dicen que estoy vivo.

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