Y si su árbol genético trae sorpresas, a ellos les pasó
Los test genéticos están de moda en Estados Unidos. algunos curiosos han recibido información que les cambió la vida.
El creciente deseo de los estadounidenses por conocer sus orígenes y raíces genéticas mediante el uso de test genéticos, impulsado en gran parte por artistas y famosos, abre la puerta a un gran espectro de sorpresas, tanto agradables como embarazosas.
“Algunos clientes quieren saber sobre su salud, las potenciales enfermedades que pueden desarrollar; otros sobre su familiao sus raíces ancestrales. Cada viaje por el ADN de alguien es único”, explica una portavoz de 23andMe, una de las mayores compañías del sector en EE. UU., con una cartera de 5 millones de usuarios.
La accesibilidad económica y la facilidad del método –introducir saliva en un tubo– han despertado las ganas de los ciudadanos promedio de conocer los secretos de su ADN.
Además, algunas caras conocidas, como los cantantes Demi Lovato y Residente, la celebridad Kim Kardashian o la actriz Jessica Alba, han explorado su linaje a través de este procedimiento, poniéndolo de moda con sus resultados.
En varios casos, como en el de Rachek Kilgore, una empresaria de Los Ángeles (Califor- nia), el desenlace es positivo: viajar a algunos de los países que el informe del test dice que forman parte de sus orígenes.
“Recibí mis resultados un día y busqué si tenía familia en alguno de los lugares de los que mis antepasados supuestamente provienen”, apuntó Kilgore,
que acabó encontrando un primo lejano en Noruega.
Esta iniciativa, a mayor escala, es la que registró en un documental el rapero puertorriqueño Residente tras conocer sus orígenes. En esa pieza, publicada en 2017, el cantante visitó distintas regiones de Siberia, el Cáucaso, China, África Occidental, España, Inglaterra y Puerto Rico, destinos en los que compuso canciones usando instrumentos y ritmos típicos.
Sin embargo, en otras ocasiones se descubren secretos que no son tan atractivos o agradables. Leyendas urbanas y algunos estudios poco rigurosos sitúan las tasas de paternidad mal atribuida en alrededor del 10 %, aunque otras investigaciones más serias ponen la cifra más cerca del 1 %. Sea como fuere, implica a muchos papás en EE. UU.
La jubilada Cheryl Whittle se llevó una sorpresa tras someterse a un test para estudiar en profundidad sus orígenes bio-
lógicos, las raíces de su persona, al conocer que el hombre que consideró su padre no lo era.
“Nunca debí haberme hecho este test, me siento terriblemente culpable”, dijo Whittle a la revista Matter, después de que la relación con sus hermanos entrara en una fase complicada por el resultado del test de ADN. Ella descubrió que su nacimiento fue resultado de una relación extramarital.
Es fácil predecir que historias como estas, tanto positivas como negativas, proliferarán a medida que las pruebas genéticas se vuelvan incluso más populares y más asequibles. No obstante, los estándares de práctica siguen siendo poco claros, con poco acuerdo general sobre cómo desarrollar exactamente este nuevo mercado.
Por ahora, expertos en bioética han advertido que los consumidores no están lo suficientemente informados sobre los riesgos de obtener y compartir su información genética