RESPUESTA A UNA COLUMNISTA
Leímos con atención la columna de Cristina de Toro, “O nos unimos o nos despedimos de nuestra Colombia”, publicada el 23 de febrero, en la que se reclama por la supuesta desconexión entre la percepción del presidente Juan Manuel Santos y la realidad colombiana, cuyos llamados al optimismo son injustificados en un país “empobrecido, descuadernado y que se zarandea en una aterradora ola de violencia y descomposición”.
Respetuosos de la crítica a las decisiones y políticas del Gobierno, quisiera como Alto Consejero Presidencial para las Regiones, compartir con sus lectores algunas de las cifras en las que se soporta el optimismo del Señor Presidente.
En 2017, Colombia tuvo una tasa de 24,5 muertes por cada 100 mil habitantes, la tasa más baja de los últimos 41 años. Los últimos dos años han sido los de menos secuestros extorsivos de la última década. Así mismo, los ataques terroristas en 2017 se redujeron 74 % con relación al 2010, mientras que el número de los miembros de la Fuerza Pública muertos en actos de servicio bajó 83 %. Reconocemos que grupos criminales organizados, el Eln y las disidencias de las Farc siguen siendo un motivo de preocupación. Sin embargo, las cifras son elocuentes y demuestran que la violencia en Colombia ha disminuido notablemente.
¿Es Colombia más pobre que hace 8 años, como sugiere la señora de Toro? No. Las cifras oficiales demuestran que la calidad de vida de los colombianos ha mejorado en ese periodo de tiempo. La pobreza se redujo de 37,2 % en 2010 a 28,0 % en 2016, es decir 9,2 puntos porcentuales; y la pobreza extrema se redujo de 12,3 % en 2010 a 8,5 % en 2016, es decir 3,8 puntos porcentuales.
Cuando la pobreza se mide de acuerdo al índice multidimensional, que tiene en cuenta variables como empleo, situación de la niñez y juventud, y características de la vivienda, entre otras, se constata que la pobreza en Colombia ha mantenido una tendencia decreciente desde el 2010 al pasar de 30,4 % al inicio de la década a 17,8 % en 2016. Esto significa que el país pasó de tener 13.719.000 de personas en condición de pobreza multidimensional en 2010, a 8.586.000 en 2016, lo que equivale a una reducción de 5.133.000 personas en ese periodo.
Además, la tasa de desempleo se contrajo de 11,7 % en 2010 a 9,4 % en 2017, y la tasa de informalidad laboral se redujo de 57,9 % en 2010 a 49,5 % en 2017, lo que muestra que el empleo generado es cada vez de mejor calidad. Estos indicadores evidencian los avances en materia social y laboral que ha experimentado Colombia en los últimos años y distan mucho del panorama descrito por la columnista.
Por último, una mirada rápi- da a la situación de la economía colombiana también sirve para alimentar el optimismo al que se refiere el señor Presidente. La inflación a 12 meses en enero de 2018 fue de 3,68 %, muy inferior a la inflación observada en enero de 2017 (5,95 %) y se ubicó dentro del rango de la meta del Banco de la República. Por su parte, las exportaciones crecieron 19 % en 2017 e hicieron lo propio (17,2 %) en el mes de enero de 2018, lo que es un síntoma inequívoco del fortalecimiento de las actividades productivas del país. La tasa de inversión en Colombia se incrementó en 15 % entre 2009 y 2017, al pasar de 23,7 % a 27,2 % del PIB, destacándose la inversión extranjera directa que se situó en US$14.518 millones. Estos aumentos demuestran que Colombia es una economía cada vez más atractiva para los inversionistas.
Este breve repaso en materia de seguridad, progreso social y estado de la economía demuestra que los colombianos tenemos muchas razones para ser optimistas. Por supuesto, aún existen problemas, quedan tareas pendientes y el Gobierno no ha estado libre de errores. Sin embargo, no se puede negar que Colombia avanza y el próximo gobierno tendrá un país más seguro y una economía estable, para continuar por el camino de la superación de la pobreza y del fortalecimiento de nuestro sector productivo
*Alto Consejero Presidencial para las Regiones.