El Congreso sin apuro, pero con necesidad
Como los equipos de fútbol que pierden y pierden en las primeras fechas y al final pretenden ganar todos los partidos para entrar a octavos de final, así sea en el último minuto; como los estudiantes universitarios que en las primeras notas del semestre sacan cero, y en el último corte esperan sacar un cinco para pasar por la ley del arrastre, así anhela el Ejecutivo que se comporte el Congreso frente a los proyectos que le quedan pendientes. A menos de cuatro meses de que llegue un nuevo Congreso, los actuales parlamentarios no han mostrado ningún apuro por sacar adelante importantes iniciativas. Algunos engolosinados con sus campañas electorales y las de sus candidatos a la presidencia y, otros tantos, arrepentidos de haber dado apoyo a ciertos proyectos, se están haciendo los sordos con un deber. Preocupan en particular dos temas. El primero de ellos, la magnitud de lo que está en juego; el segundo, la actitud del Ejecutivo en cabeza del ministro del interior. Sobre el primer tema, luego de un proceso arduo y lleno de obstáculos que finalmente condujo a lograr el Acuerdo de Paz con las Farc, no es lógico que por lo menos aquellos congresistas que enarbolaron las banderas del gobierno asuman una actitud tan displicente. Tan solo la mitad del paquete de normas está aprobado, y el resto ¿para cuándo? En relación con la actitud del Ejecutivo, si bien ha enviado mensajes de urgencia para mover a los congresistas, es un hecho que la figura del ministro del Interior no ayuda mucho. El talante de Guillermo Rivera, más parece el de un profesor tímido y novato que no logra disciplinar a sus estudiantes, que el de una figura con liderazgo y credibilidad que moviliza voluntades, en particular frente a la Paz, el proyecto bandera del gobierno Santos. El tiempo se acaba, las expectativas son pocas y la incertidumbre frente al gobierno que llegará es inmensa.