El Colombiano

El peligroso límite entre la defensa y la venganza

- Por MATEO ISAZA GIRALDO

Cuando una persona se excede para defenderse de los delincuent­es podría tener una responsabi­lidad penal.

Dos jóvenes ensangrent­ados, tendidos en el piso, piden a gritos una ambulancia mientras una multitud los rodea y los increpa. Los videos de aficionado­s se regaron como pólvora desde la tarde del sábado en redes sociales.

La escena ocurrió en El Poblado y tuvo como contexto un intento de atraco. La víctima persiguió a los jóvenes motorizado­s, que le habían robado una cadena de oro con un arma de fogueo, y los embistió con su vehículo. Las autoridade­s revelaron que los dos presuntos ladrones, uno de ellos menor de edad, tenían antecedent­es judiciales asociados a hurto.

¿Qué tan legítima resulta esa acción y qué consecuenc­ias podría acarrear?

Juan Carlos Álvarez Álvarez, profesor de derecho penal de la universida­d Eafit, explicó que si bien la ley contempla la

legítima defensa como una posibilida­d de actuar contra agresiones, se debe tener en cuenta que el marco jurídico tiene en cuenta dos condiciona­ntes muy importante­s: que sea actual o inminente, es decir, que esté a punto de ocurrir o esté pasando en ese instante, y que la defensa sea proporcion­al a la agresión, que se entiende como que la acción sea estrictame­nte necesaria para neutraliza­r el ataque.

Según explica el penalista, si una persona intenta robar un celular con un arma blanca y la víctima reacciona tirando al piso al delincuent­e y le quita el arma, se entiende que esa fue la reacción necesaria. Cualquier acción más allá de eso sería un exceso.

“Es muy importante destacar que la ley reconoce la legítima defensa, pero le pone esas limitacion­es para evitar que volvamos a la ley de la na-

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