El peligroso límite entre la defensa y la venganza
Cuando una persona se excede para defenderse de los delincuentes podría tener una responsabilidad penal.
Dos jóvenes ensangrentados, tendidos en el piso, piden a gritos una ambulancia mientras una multitud los rodea y los increpa. Los videos de aficionados se regaron como pólvora desde la tarde del sábado en redes sociales.
La escena ocurrió en El Poblado y tuvo como contexto un intento de atraco. La víctima persiguió a los jóvenes motorizados, que le habían robado una cadena de oro con un arma de fogueo, y los embistió con su vehículo. Las autoridades revelaron que los dos presuntos ladrones, uno de ellos menor de edad, tenían antecedentes judiciales asociados a hurto.
¿Qué tan legítima resulta esa acción y qué consecuencias podría acarrear?
Juan Carlos Álvarez Álvarez, profesor de derecho penal de la universidad Eafit, explicó que si bien la ley contempla la
legítima defensa como una posibilidad de actuar contra agresiones, se debe tener en cuenta que el marco jurídico tiene en cuenta dos condicionantes muy importantes: que sea actual o inminente, es decir, que esté a punto de ocurrir o esté pasando en ese instante, y que la defensa sea proporcional a la agresión, que se entiende como que la acción sea estrictamente necesaria para neutralizar el ataque.
Según explica el penalista, si una persona intenta robar un celular con un arma blanca y la víctima reacciona tirando al piso al delincuente y le quita el arma, se entiende que esa fue la reacción necesaria. Cualquier acción más allá de eso sería un exceso.
“Es muy importante destacar que la ley reconoce la legítima defensa, pero le pone esas limitaciones para evitar que volvamos a la ley de la na-