MÁS ALLÁ DEL AGUACATE Y EL PETRÓLEO
La sociedad colombiana es mucho mas diversa de lo que se suele creer comunmente. Más allá de los eventos políticos polarizantes, como el del “proceso de paz”, la sociedad es mucho más que aquella ficción en la que dos bloques antagónicos luchan por su propia supervivencia a partir de la derrota del oponente. Tanto las maquinarias electorales, como el famoso e impredecible “voto de opinión”, se dividen en múltiples fuerzas políticas difícilmente simplificables.
La Colombia actual es mucho más compleja que eso, y así lo confirman resultados de las elecciones de Congreso del pasado 11 de marzo. En el Congreso, tendremos una decena de partidos, de distintas orientaciones ideológicas, bastante heterogéneos en su interior, por no decir “indisciplinados” ideológicamente hablando; al mismo tiempo, el partido más votado en esa corporación apenas alcanzó la quinta parte de los escaños en el Senado. Tendrán que llegar a acuerdos en ámbas cámaras para sacar adelante las iniciativas a las que se comprometieron frente a sus electores.
Sin embargo, la campaña presidencial es un asunto relativamente diferente. A pesar de que en esta ocasión no han faltado candidatos para representar dicha diversidad, el panorama ha tendido a polarizarse desde temprano. Miedo, venganza, esperanza y otras serie de emociones han servido de combustible para la conflagración. Como cada cuatro años, la disputa entre la continuidad y el cambio, llevan a que una parte de la sociedad se divida y se simplifique (a buena parte de la otra mitad ni le interesa el asunto). Los candidatos juegan a diferenciarse entre ellos y van arrastrando a la sociedad a una división artificial. Los seguidores más radicales asumen el proceso como un asunto de vida o muerte y en algunos casos ven y se inventan enemigos en sus adversarios. Como en el futbol.
El último episodio enfrentó, no estoy exagerando, a los defensores del petróleo contra
los del aguacate. La primera piedra fue lanzada por sus “líderes” y casi de inmediato comenzaron a llover piedras desde las trincheras. ¡Aguacate o muerte! ¡Petroleo o barbarie! Mientras nuestra discusión sobre el modelo de desarrollo sigue dando tumbos en el marco de la primera y segunda revolución industrial, el mundo entero, como lo han venido sugiriendo divulgadores como Michio Kaku o Yuval
Noah Harari, entre muchos otros, se encuentra ya inmerso en la cuarta revolución industrial, que como las anteriores, está transformando sustancialmente la humanidad.
Probablemente el aguacate sobreviva a la batalla colombiana contra el petróleo, sobre todo porque este último tiende a agotarse. Sin embargo, por ahora siguen siendo necesarios los hidrocarburos tanto para el cultivo de aguacates como para su comercialización en el exterior. Para que comamos mejores aguacates y modifiquemos la canasta energética del país, más que un presidente, necesitamos, como sociedad, poner en el centro de la agenda tanto la investigación científica, que poco le gusta a la mayoría de los políticos y empresarios (sobre todo si se trata de ciencia básica), como del Desarrollo Tecnológico y darles su lugar, y el debido cariño (presupuesto). Necesitamos petróleo y aguacate, pero con Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico