LO GRAVE ES QUE NO HUBIESE POLARIZACIÓN
La pereza mental de algunos sectores de la clase política y la limitación neuronal de parte de la academia, criados en la deplorable visión comunistoide de entender todo como el resultado de una lucha de clases y extremos, ha impedido que tanto ellos como los ciudadanos se atrevan a pensar la política como un espacio de tres y hasta más dimensiones, sino limitada a un escuálido universo lineal de un único “eje X”.
Estamos oyendo repetir a aspirantes a la presidencia que el país está “polarizado” y que por lo tanto es inaplazable una mágica reconciliación, donde montados en unicornios alados y dejando una estela de estrellas, resbalemos por un arcoíris que desemboque en un punto imaginario al que llaman “centro”, que es la medianía entre dos supuestos extremos de una visión arcaica e inservible de la política cuyas op- ciones están atrapadas en una línea recta confinada por dos extremos, derecha e izquierda, que nadie sabe qué significan en realidad, pues hay tantas interpretaciones como personas, y que han vuelto tales categorías tan inútiles como los ridículos signos zodiacales.
No sé si es el miedo a defender principios o un vacío conceptual, herencias del “no polarizado” Frente Nacional, lo que explica tantos llamamientos a evitar la “polarización” en la que supuestamente estamos atrapados. Y peor aún, están recurriendo a un maniqueo argumento según el cual, defender con razones y vehemencia posiciones y principios, que es distinto al fundamentalismo, es una aberración. Ahora resultó que los decentes son quienes divagan en lo gaseoso e indefinido, donde todo puede ser y no ser, donde luego veremos qué hacer, pues no tomar parti- do evita que después seas juzgado porque nadie podrá decir que habías dicho algo en concreto. Monstruoso es que la indeterminación y la “tibieza” se hayan vuelto virtud. Por algo será que el agua tibia se usa para inducir el vómito.
La “polarización” en Colombia no es la verdadera calamidad. Lo que sí sería catastrófico, es que el país entero hubiese aceptado el repugnante acuerdo de impunidad extorsiva con un cartel de comprobados nar- codelincuentes. Eso sí sería grave, un consenso de cobardía y complicidad con la impunidad. Si la “polarización” es un pecado, entonces es a la oposición en Venezuela a quién debería condenarse y no a la dictadura que se opone.La pretensión de homogeneidad y la ausencia de disenso, por vía artificial, como la imposición de una “verdad” estandarizada, propia de los regímenes comunistas; o porque los individuos por naturaleza sean tan majaderos que no cabe en ellos ni siquiera la duda de no aceptar mansamente lo que pretenciosos quieran imponer como verdad absoluta y generalizada, es más peligrosa que la confrontación inteligente y civilizada de puntos de vista diferentes. Siempre que no conduzca a la hostilidad, tanto en la sustentación de una posición como en la materialización de la misma, la polarización es no solo sana sino necesaria
Monstruoso es que la indeterminación y la “tibieza” se hayan vuelto virtud. Por algo será que el agua tibia se usa para inducir el vómito.