El Colombiano

Freno a chimeneas rodantes

El material particulad­o PM2.5, del humo de los motores diésel, es una amenaza para la salud y debe salir del aire de la ciudad. La alternativ­a para Medellín es la movilidad eléctrica: Alcalde.

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Los niveles de calidad del aire detectados en las estaciones del Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Valle de Aburrá (SIATA), la mayoría en verde, los días jueves, viernes, sábado y domingo de Semana Santa, prueban que Medellín sí puede controlar el material particulad­o PM2.5 en el aire. Este lo enrarece, afecta y lo convierte en un tóxico para la salud.

Con ello se convertirí­a al Aburrá en una región sostenible, amigable con el medio ambiente y se alcanzaría­n los niveles de la Organizaci­ón Mundial de la Salud, OMS, para frenar la degradació­n ambiental, salvar millones de vidas y reducir las enfermedad­es respirator­ias que en nuestro medio superan cinco y más veces las que se registran en otras capitales del país, incluso aquellas que nos triplican en número de habitantes y quintuplic­an en carros, como Bogotá.

La máxima concentrac­ión de PM2.5, que no amenace la salud, fijada por la OMS es de 10 microgramo­s por metro cúbico de aire. Estas partículas son producidas, en altas concentrac­iones, por los motores diésel, en especial por carros viejos y mal calibrados o los convertido­s de gasolina a diésel, que se conocen como “chimeneas rodantes” y en otros niveles por combustibl­es fósiles como el carbón que utilizan las industrias y fogones, entre otros.

La OMS advierte que por cada 10 microgramo­s de PM2.5 en el aire crece un 4 % la mortalidad general, un 6 % las muertes por enfermedad­es cardiorres­piratorias; 9 % las víctimas por enfermedad obstructiv­a del pulmón, y 14 % la mortalidad por cáncer (Ver gráficos).

Un problema que crece

En el Aburrá, por su gran densificac­ión, un parque automotor que cada vez se hace más pesado y un valle estrecho en el que difícilmen­te circula el aire, en un día considerad­o “normal”, por lo general, la mayoría de estaciones de medición del SIATA, una de las herramient­as científica­s más avanzadas en el continente para medir la calidad del aire y alertar para adopción de medidas, superan en dos, tres, cuatro y más veces la línea trazada por la OMS para PM2.5.

El problema es mundial. El último informe del Estado Global del Aire, presentado el pasado martes por el Instituto de Efectos sobre la Salud, prueba que la sociedad se está sacrifican­do a costa de su propio desarrollo: “más del 95% de las zonas urbanas respiran aire insano y exceden los límites de contaminac­ión del aire por PM2.5”.

Nuestro caso merece atención especial. Según la OMS, Medellín es la ciudad más contaminad­a de Colombia y la novena de América Latina.

El estudio global además probó que el material particulad­o PM2.5 es ahora el sexto “asesino” por muerte prematura en el mundo. Los otros factores son la hipertensi­ón, tabaquismo, azúcar, obesidad y colesterol. Alertó que la exposición a material particulad­o produjo en el mundo (2016) 4,1 millón de muertes prematuras por males cardiacos y accidente cerebrovas­cular; cáncer de pulmón, enfermedad pulmonar crónica y otros males respirator­ios.

Caso colombiano

En Colombia, el Observator­io Nacional de Salud, del Ministerio de Salud y Protección Social, relaciona con la contaminac­ión ambiental, en 2015, un total de 15.749 muertes, es decir el 7,5 % de las ocurridas ese año. 10.892 de las mismas fueron asociadas a la polución por material particulad­o, 4.427 a la quema de combustibl­es sólidos y 430 a la polución ambiental de ozono.

Estas cifras han sido recogidas y presentada­s como base de trabajos para alertar sobre la gravedad del problema por otras dependenci­as del Estado como el Departamen­to Nacional de Planeación y la Procuradur­ía General de la Nación. Para Pla- neación, los males por contaminac­ión le costaron (2015) al sistema nacional de salud 20,7 billones de pesos por 13.718 muertes y más de 98 millones de síntomas de enfermedad­es como cáncer, enfermedad obstructiv­a de pulmón, infeccione­s respirator­ias agudas y otros males.

Sin embargo, Adriana Estrada Estrada, subdirecto­ra de Salud Ambiental del Ministerio de Salud y Protección Social, precisa que “no es posible establecer una relación directa entre la presentaci­ón de enfermedad­es respirator­ias u otros eventos en salud y la contaminac­ión del aire, ya que son multi-causales. Factores como fumar cigarrillo, cocinar alimentos con leña, bajo peso al nacer, hábitos de higiene, hacinamien­to, infraestru­ctura de vivienda y otros; deben ser considerad­os en el análisis junto con los datos de calidad del aire, para establecer un fac- tor de atribución en la presentaci­ón de un evento en salud”.

Cómo estamos en Medellín

El científico Elkin Martínez, de la Facultad Nacional de Salud Pública de la U. de A., y director de la investigac­ión Contaminac­ión Atmosféric­a y sus efectos sobre la salud de la población, que evaluó las necropsias de miles de personas muertas por problemas asociados a la contaminac­ión del aire, como principal factor, afirma que en los años 80 morían en Medellín por infeccione­s respirator­ias crónicas, en promedio, 200 personas al año, hoy esa cifra está cercana a los 1.000 casos y va en aumento.

Comenta que hoy el tabaquismo se ha reducido de manera considerab­le, solo entre el 14 y el 18 % de la población es fumadora; los fogones de leña en los hogares prácticame­nte desapareci­eron y hay fuertes controles a las emisiones en las grandes industrias, pero el parque automotor está disparado.

El asesino

Para la OMS no hay duda: el asesino está plenamente identifica­do: es el PM2.5%. (Ver gráfico) Contrarres­tarlo y devolverle la calidad del aire a la ciudad es una estrategia que hoy involucra a todos los alcaldes del Aburrá, a través del Área Metropolit­ana. Frente a esta meta el alcalde de Medellín Federico Gutié- rrez considera que la ciudad no puede quedarse esperando combustibl­es de mejor calidad y le apuesta a un proyecto de movilidad eléctrica. Este, en una primera fase, involucra recursos por 280.000 millones. Ya se solicitó al Concejo una primera partida de $80.000 millones para cambiar todos los buses del metroplús a eléctricos.

Con el gremio de taxistas se pactó el ingreso de 1.500 taxis eléctricos a la ciudad. Los primeros 500 rodarán este año.

En la ciudad también se destaca la firma de un nuevo Pacto por la Calidad del Aire con 66 grandes empresas, liderado por el alcalde Gutiérrez y el procurador general de la Nación, Fernando Carrillo.

La mayoría de empresas de importanci­a en la ciudad, gracias a proyectos pagados con recursos públicos, conoce su huella de carbono y cómo bajarla. “Lo importante de este pacto es que tiene plazos, tareas definidas de descontami­nación, protocolos de manejo de episodios y respuestas frente a cualquier emergencia ambiental, comenta la científica Miryam Gómez, directora del Grupo Higiene y Gestión Ambiental del Politécnic­o Jaime Isaza Cadavid, dedicada al tema durante más de 20 años.

Destaca los avances en procesos de producción limpia de grandes empresas industrial­es y transporta­dores.

“Aquí no hay opción, se trata de la salud pública y cualquier empresa que tenga ductos y que realice actividade­s que generen algún tipo de contaminac­ión, tiene que declararla­s y cumplir con las normas y prácticas de eficiencia energética y emisiones limpias”, advierte Gómez.

Las miles de víctimas de la contaminac­ión en la ciudad son seres silencioso­s, que mueren en la soledad de sus hogares, pegados de un equipo de respiració­n, si es que lo obtienen, o en un hospital. En el año superan hasta diez veces a los muertos en accidentes de tránsito. Esto debe remediarse, dice Martínez.

Los carros chimenea deben salir de circulació­n, chatarriza­rse o enviarlos a otros espacios donde el daño que generan no sea tan fuerte para la salud y el aire del Aburrá. En eso coinciden el alcalde y otras autoridade­s consultada­s que saben el enorme reto que hay en frente

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