EL PACTO POR EL LIBRO QUE ILUMINA
Tres lectores empedernidos, Darío Ruiz, Memo Ánjel y yo, redactamos en septiembre de 2002 el Pacto por el Libro que ilumina y lo presentamos en el Café Literario de El Colombiano y en la Feria del Libro de Medellín. El miércoles último relanzamos el manifiesto en la Universidad Pontificia Bolivariana, en sesión del Coloquio de los Libros y en plena celebración de las jornadas anuales del español.
¿Por qué hablamos del libro que ilumina? Porque la lectura debe ser de libre elección, sin condicionamientos que impliquen censura, pero selectiva. Hay tanta bazofia en toda clase de estanterías y hasta en muchos semáforos, que no tiene sentido leer todo lo que se atraviese. Por eso es discutible el lema de la bien intencionada campaña de la Biblioteca Nacional
y el Ministerio de Cultura, “lee lo que quieras, pero lee”, como si se concentrara en elevar la cantidad y no la calidad de la lectura. El libro debe ser luz que despeje las tinieblas de la ignorancia.
Del Pacto por el Libro que ilumina reproduzco algunos fragmentos esenciales:
Quienes firmamos este manifiesto que nos reúne en Un pacto por el Libro que ilu
mina, tenemos presente que en medio de la situación de conflicto en que se debate nuestra sociedad, cuando la barbarie creciente amenaza con destruir los elementos que poseemos de civilización y cultura y con borrar la palabra escrita, se nos impone volver de nuevo al espíritu del libro.
El libro, como instrumento confiable para la percepción y la comprensión de la realidad, permite la búsque- da de una razón ordenadora. Representa la memoria cultural escrita, que permite el análisis de los hechos del pasado, fundamento cierto para la comprensión del presente y de las tendencias que anuncian el porvenir. La cultura bibliográfica ayuda a penetrar en el sentido profundo y verdadero de los fenómenos del aquí y ahora y del allá y entonces, con una amplia perspectiva humana, histórica y universal.
En tiempos como los actuales, ante la confusión creada por las corrientes borrascosas de la globalización, de la revolución informática y de la tiranía de la actualidad, el ser humano circunstanciado y muy en particular el hombre colombiano necesitan el espacio de reflexión que abre el libro para alcanzar a poner orden en el mundo de las ideas y conseguir una lectura atinada de su propio entorno y del acontecer mundial.
Dieciséis años atrás, el manifiesto fue acogido en Antioquia por colegios y universidades, bibliotecas y casas de la cultura y, en fin, entidades que fomentan la buena lectura. Puede tomarse como referencia básica para construir una ética de la cultura bibliográfica. Quienes estén interesados en el texto completo pueden encontrarlo en esta dirección de internet:
El libro debe ser luz que despeje las tinieblas de la ignorancia.