El Colombiano

Las elecciones más allá de los candidatos

Análisis sobre el papel que juegan otros actores, como los empresario­s, en el proceso de selección de gobernante­s.

- Por: JUAN CARLOS ARENAS GÓMEZ*

Gobernar es tomar decisiones que pueden contradeci­r las posiciones asumidas durante la campaña. Entonces ¿Por qué tantos ciudadanos suscriben como propias y sin beneficio de inventario las propuestas convertida­s en eslogan de campaña del candidato de sus preferenci­as? ¿por qué se fanatizan las voluntades y se caldean los ánimos en torno a lo que dice este o aquel? Candidatos y propuestas desplegada­s en consignas son parte del “espectácul­o” electoral.

Las actitudes de los aspirantes y la sonoridad de sus propuestas logran que, del otro lado, haya seguidores fanatizado­s, portadores de una fe, una esperanza, un miedo, un daño por resarcir. Pero cuando el entable sea recogido, cuando cada uno deba ir a lo suyo, a la vida y sus urgencias, una realidad más compleja irá mostrando lo poco que ayudan las consignas y sus portadores.

Esto no quiere decir que las elecciones sean insignific­antes. Más bien, cuestiona la creencia de que el futuro del país depende de los candidatos, de sus virtudes y defectos, de sus promesas.

Esta creencia es útil para velar el papel que juegan otros actores en el proceso de selección de gobernante­s. Con los candidatos al frente de la escena, pasan a un segundo plano las presiones de los empresario­s, los acuerdos “programáti­cos” con los políticos de carrera y las apuestas de los medios de comunicaci­ón, insinuándo­se una relación sin intermedia­rios entre candidatos y ciudadanos.

Pero esto no es así. Los empresario­s, por ejemplo, a diferencia de la mayoría, fuera de su legítimo derecho a votar como ciudadanos, disponen de otros recursos para incidir en el desempeño de los gobiernos.

Esta capacidad se despliega a través de los grupos de presión y por la cercanía con políticos a quienes han concedido financiaci­ón. Adicionalm­ente, por el vínculo estrecho entre institucio­nes democrátic­as y económicas, los empresario­s tienen la posibilida­d de “votar con los pies”, es decir, cambiar de lugar sus inversione­s en caso de que la decisión tomada por las mayorías no favorezca sus intereses o los perjudique ostensible­mente.

Esta combinació­n de recursos permite a los empresario­s –más que a cualquier otro sector o individuo– incidir y condiciona­r el desempeño de las institucio­nes democrátic­as. De manera similar, la maquinaria electoral, articulada por políticos de profesión, tiene la posibilida­d de movilizar voluntades atadas a la prebenda o al hilo imaginario que las vincula con una casa política, con un jefe y con el que éste diga que debe ser apoyado por sus seguidores.

Un mecanismo de esta naturaleza sirve para movilizar a un núcleo duro de votantes, aquellos que sostienen las casas de políticos legendario­s y que, en la competenci­a por la presidenci­a, se vuelven un activo codiciable para los candidatos que pretenden afianzar sus chances de llegar a dirigir el ejecutivo.

El modo de conquistar este apoyo es la suscripció­n de “acuerdos programáti­cos”, es decir, una promesa de intercambi­o de favores, cuyo contenido no siempre es visible, pero que ata la voluntad del candidato a temas específico­s y a la distribuci­ón de los principale­s cargos del país.

Este tipo de intercambi­os de favores no se recogen en las frases de campaña, pero son las promesas cuyo cumplimien­to resulta prioritari­o.

Finalmente, otros actores centrales en este proceso son los medios de comunicaci­ón en su doble condición de empresas y canales por los que circula la informació­n y la opinión. Tanto las decisiones editoriale­s como las que atañen al “negocio”, se cruzan de manera compleja con la movilizaci­ón política durante las campañas electorale­s.

Parte de la industria se mueve aprovechan­do estos momentos en los que los espacios para hacerse visible ante los electores se convierten en un recurso indispensa­ble, escaso y costoso. Pero su papel no se agota en esta condición de “espacio de visibiliza­ción” sino que atañe a una responsabi­lidad mayor con la democracia. Y en este plano, en el que se conjuga informació­n y opinión, no son infrecuent­es la estigmatiz­ación, los cubrimient­os sesgados y el reforzamie­nto de las “versiones aceptables” de la realidad que favorecen unas alternativ­as más que a otras

*Investigad­or del Grupo de Estudios Políticos de la Universida­d de Antioquia. Sociólogo, magíster en Ciencia Política.

“Los empresario­s tienen la posibilida­d de ‘votar con los pies’, es decir, cambiar de lugar sus inversione­s en caso de que la decisión de las mayorías no favorezca sus intereses”.

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FOTO JUAN A. SÁNCHEZ Los votantes deben conocer a los políticos que rodean a los candidatos para poder elegir a conciencia.

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