Las elecciones más allá de los candidatos
Análisis sobre el papel que juegan otros actores, como los empresarios, en el proceso de selección de gobernantes.
Gobernar es tomar decisiones que pueden contradecir las posiciones asumidas durante la campaña. Entonces ¿Por qué tantos ciudadanos suscriben como propias y sin beneficio de inventario las propuestas convertidas en eslogan de campaña del candidato de sus preferencias? ¿por qué se fanatizan las voluntades y se caldean los ánimos en torno a lo que dice este o aquel? Candidatos y propuestas desplegadas en consignas son parte del “espectáculo” electoral.
Las actitudes de los aspirantes y la sonoridad de sus propuestas logran que, del otro lado, haya seguidores fanatizados, portadores de una fe, una esperanza, un miedo, un daño por resarcir. Pero cuando el entable sea recogido, cuando cada uno deba ir a lo suyo, a la vida y sus urgencias, una realidad más compleja irá mostrando lo poco que ayudan las consignas y sus portadores.
Esto no quiere decir que las elecciones sean insignificantes. Más bien, cuestiona la creencia de que el futuro del país depende de los candidatos, de sus virtudes y defectos, de sus promesas.
Esta creencia es útil para velar el papel que juegan otros actores en el proceso de selección de gobernantes. Con los candidatos al frente de la escena, pasan a un segundo plano las presiones de los empresarios, los acuerdos “programáticos” con los políticos de carrera y las apuestas de los medios de comunicación, insinuándose una relación sin intermediarios entre candidatos y ciudadanos.
Pero esto no es así. Los empresarios, por ejemplo, a diferencia de la mayoría, fuera de su legítimo derecho a votar como ciudadanos, disponen de otros recursos para incidir en el desempeño de los gobiernos.
Esta capacidad se despliega a través de los grupos de presión y por la cercanía con políticos a quienes han concedido financiación. Adicionalmente, por el vínculo estrecho entre instituciones democráticas y económicas, los empresarios tienen la posibilidad de “votar con los pies”, es decir, cambiar de lugar sus inversiones en caso de que la decisión tomada por las mayorías no favorezca sus intereses o los perjudique ostensiblemente.
Esta combinación de recursos permite a los empresarios –más que a cualquier otro sector o individuo– incidir y condicionar el desempeño de las instituciones democráticas. De manera similar, la maquinaria electoral, articulada por políticos de profesión, tiene la posibilidad de movilizar voluntades atadas a la prebenda o al hilo imaginario que las vincula con una casa política, con un jefe y con el que éste diga que debe ser apoyado por sus seguidores.
Un mecanismo de esta naturaleza sirve para movilizar a un núcleo duro de votantes, aquellos que sostienen las casas de políticos legendarios y que, en la competencia por la presidencia, se vuelven un activo codiciable para los candidatos que pretenden afianzar sus chances de llegar a dirigir el ejecutivo.
El modo de conquistar este apoyo es la suscripción de “acuerdos programáticos”, es decir, una promesa de intercambio de favores, cuyo contenido no siempre es visible, pero que ata la voluntad del candidato a temas específicos y a la distribución de los principales cargos del país.
Este tipo de intercambios de favores no se recogen en las frases de campaña, pero son las promesas cuyo cumplimiento resulta prioritario.
Finalmente, otros actores centrales en este proceso son los medios de comunicación en su doble condición de empresas y canales por los que circula la información y la opinión. Tanto las decisiones editoriales como las que atañen al “negocio”, se cruzan de manera compleja con la movilización política durante las campañas electorales.
Parte de la industria se mueve aprovechando estos momentos en los que los espacios para hacerse visible ante los electores se convierten en un recurso indispensable, escaso y costoso. Pero su papel no se agota en esta condición de “espacio de visibilización” sino que atañe a una responsabilidad mayor con la democracia. Y en este plano, en el que se conjuga información y opinión, no son infrecuentes la estigmatización, los cubrimientos sesgados y el reforzamiento de las “versiones aceptables” de la realidad que favorecen unas alternativas más que a otras
*Investigador del Grupo de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia. Sociólogo, magíster en Ciencia Política.
“Los empresarios tienen la posibilidad de ‘votar con los pies’, es decir, cambiar de lugar sus inversiones en caso de que la decisión de las mayorías no favorezca sus intereses”.