Este fin de semana, entre música, letras e improvisación.
Desde el túnel, uno parecido al de los estadios, por el que pasan los jugadores antes de tocar el césped, ya se intuye que el balón se está moviendo adentro: cantan los seguidores de fútbol, se escuchan fuerte.
Lo primero que se ve luego es una cancha, con pasto verde sintético, con una portería, y la gente, cualquiera que pase por allí, puede lanzar un penalti y celebrar, o no, porque no siempre la pelota entra. Es virtual, se ve en una pantalla.
Argentina es esta vez el país invitado a la Feria Internacional del Libro de Bogotá y el concepto es la literatura argentina sale a la cancha.
Jessica Díaz, agregada cultural, explica que la idea general es tener una experiencia completa del país, que los adultos pasen un buen rato, que aprendan a bailar tango en una pista redonda, mientras que los niños patean en esa otra cancha, miniatura y con dos porterías.
“Esta feria es muy parecida a la nuestra, muy familiar”, dice ella. Por eso las propuestas pasan por divertirse sea jugando, sea leyendo, sea en un recorrido con imágenes en 360 grados para conocer los glaciales, la Patagonia, Bariloche o las cataratas de Iguazú.
Esos encuentros
Por supuesto que es la posibilidad de conocer a los autores, algunos en vivo, otros a través de los libros. También de las frases: “Descubrí que la tristeza me quedaba bien. Que tal vez era mi estado natural... parecía estar cosida a mis pies. Como una carga de siglos sobre mi espalda”. Eso escribió Antonio Santa en Los ojos del perro siberiano. Eso está en una de las paredes.
Los nombres que se han subido (o se subirán, la Feria va
hasta el domingo) al escenario pasan por Eduardo Sacheri, ganador del Alfaguara en 2016, novelista, profesor y promotor de lectura; Andrés Neuman, poeta, narrador, premio Alfaguara 2009; Liniers, el ilustrador, y Diego Golombek, el biólogo, especialista en cronobiología y divulgador científico.
Para escuchar a los más de 30 autores, hay un auditorio con una tarima y puffs para sentarse sin afán, sin norma incluso, a escuchar o a reírse. El fin de semana, por ejemplo, y aunque a los argentinos no les guste, como recuerda Jenny Díaz, hablaron del 5-0, precisamente con Sacheri.
El recorrido sigue con fotografías de Daniel Mordzinski, la librería para encontrarse los títulos de los escritores de esas tierras (de Jorge Luis Borges a Ricardo Piglia y Ernesto Sábato) y al final, probar los alfajores, las medialunas y el dulce de leche, y atrás, ya saliendo, las famosas empanadas, los choripanes y la carne.
Así termina el juego, con un gol a su manera