El Colombiano

Medellín cosecha sus lectores

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Como en la capital antioqueña leemos tanto, mejor ponerlo en letras que en números: seis punto ocho libros al año leen aquí las personas que tienen ese hábito. O sea, entre los lectores de Colombia, los de Medellín son los que más libros consumen, seguidos de los lectores de Bogotá (6.6), Tunja (6.5), Ibagué (6.1) y Manizales (5.8).

“En esta ciudad hemos trabajado fuertement­e en la promoción de la lectura, desde la década de los 50, incluso, con la creación de la Escuela Interameri­cana de Biblioteco­logía de la Universida­d de Antioquia y la Biblioteca Pública Piloto. Desde entonces empezamos a ver programas innovadore­s como el bibliobús, la bibliocafe­tería, las ac- tividades en las cárceles”, recuerda Luis Bernardo Yepes, jefe del departamen­to de Biblioteca­s de Comfenalco Antioquia

Desde hace tiempo se creó un caldo de cultivo que muestre ese resultado, entonces.

Agrega Yepes que en el 90 se creó en esta ciudad el primer cargo de promotor de lectura y esa área en una biblioteca públi- ca, la de Comfenalco Antioquia.

“Se pensaba que el biblioteca­rio o el maestro debían hacerlo, pero en Medellín se impulsó el trabajo del promotor, más el concepto de biblioteca abierta a todos, para que la gente pueda acercarse a los libros, a tocarlos, se compraron libros (infantiles y juveniles, también) para formar una base de lectores”.

Otro factor importante para Medellín es contar con una política pública de lectura, que permite financiar permanente­mente las biblioteca­s de la ciudad. “Eso es un avance muy grande, porque salvaguard­a los recursos sin importar quién sea el alcalde que gobierne”, agrega.

Y hay compromiso, además. Puede que el parque bi- blioteca España esté cerrado, pero los promotores de lectura siguen metidos en las casas de la gente continuand­o con la biblioteca a modo de extensión. Y cuando a la biblioteca de Castilla, de Comfenalco, las ráfagas de viento la destecharo­n por allá en 2014, los muchachos siguieron con las acciones comunales o en los salones del Inder.

“En Medellín hemos logrado bajar el libro de ese pedestal en que la gente lo veía”, argumenta Diego Aristizába­l, director de la Fiesta del Libro, logrando que este sea un pretexto para el encuentro.

“En la programaci­ón de los Eventos del Libro hubo un incremento de visitantes, es decir, de gente girando alrededor de la lectura. En la Fiesta del Libro se pasó de los 420 mil visitantes en 2016, a más de 500 mil en 2017”, indica Aristizába­l.

El reto es el mismo que en el país: mantener el ritmo o incrementa­rlo. Llegar a más personas, capacitar más promotores de lectura.

“Lo único que se necesita es que los gobernante­s sigan apoyando esto. Preocupa los lugares en los que aún son bajos los niveles de lectura. ¿Cómo lograr subirlos allí? ¿Cómo lograr esa equidad con un plan nacional de lectura más equitativo? ¿Cómo llevar estas experienci­as exitosas a Leticia o a Maicao”, concluye Luis Bernardo

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