El Colombiano

Venezuela va a las urnas sin ningún fervor

Uno de los desafíos del siguiente gobierno en Colombia es blindar al país de los numerosos problemas que está viviendo la nación vecina. ¿Qué tipo de político conviene más?

- Por DANIEL ARMIROLA R.

El país vecino acude a unas polémicas elecciones que ahondarían su línea dictatoria­l. Maduro seguiría en el poder. ¿Qué retos le planteará la relación bilateral al siguiente mandatario colombiano?

Hoy el régimen de Nicolás Maduro celebra unas elecciones presidenci­ales que, sin observació­n internacio­nal y sin participac­ión de los principale­s líderes de la oposición, segurament­e le darán el triunfo en Venezuela.

En un clima de control dictatoria­l, se explica que Maduro es favorito aunque 75 % de los venezolano­s rechaza su gestión. Según analistas, se beneficia del férreo dominio político e institucio­nal —incluido el militar—, y la fractura forzada de una oposición cuyos principale­s líderes y partidos fueron inhabilita­dos y perseguido­s.

Por ende, Maduro es favorito en la gran mayoría de sondeos frente a su principal rival, el exgobernad­or del estado Lara y chavista disidente, Henri Falcón. La firma Datanálisi­s augura la victoria de Maduro con 43 % ante 24 % para el exchavista, e Hinterlace­s 52 % al mandatario contra 22 % al exgobernad­or. Un tercer candidato, el pastor evangélico Ja

vier Bertucci, ronda el 20 %. Pero poco más hay que decir. En un país controlado de forma totalitari­a por Maduro, la previsión es que tras su triunfo las cosas sigan igual, es decir, empeorando para todos los venezolano­s.

No obstante, se pueden determinar los retos que tendrá el principal país afectado por lo que ocurra en Venezuela: Colombia. ¿Cuál será el enfoque que tendrá que seguir el gobierno que sea electo en las presidenci­ales colombiana­s frente a su caótico vecino?

EL COLOMBIANO abordó con expertos las perspectiv­as de las complejas relaciones bilaterale­s en los cuatro años por venir.

Un panorama pesimista

Ronal Rodríguez, investigad­or del Observator­io de Venezuela de la Universida­d del Rosario, resumió los puntos cruciales en la agenda.

“El tema de Venezuela no es algo que se vaya a resolver en los próximos cuatro años, pero sí tendremos que definir en ese lapso una serie de lineamient­os para atender la complejida­d con ese país. Eso implica por un lado el manejo del tema migratorio, cómo vamos a construir una política para atender a la población venezolana que llega, y por otro la relación con un vecino que nos es hostil y desleal, pero que para bien o mal siempre será nuestro vecino de al lado”, dijo.

Molesto, pero aledaño

Respecto al segundo punto, es claro que la relación entre gobiernos de las dos naciones, históricam­ente, fue casi siempre más mala que buena, y primó en ella más la unión de los pueblos vecinos, en particular en la extensa y porosa frontera que los une, que los intereses políticos de turno en Bogotá y Caracas.

Así, en el momento en que las dos naciones estuvieron más cerca de entrar en guerra, la crisis de la corbeta Caldas en 1987 (ver gráfico), “fue la gestión de los colomboven­ezolanos la que evitó que esta situación escalara”, explicó.

Si bien desde 2005, con Uribe y Chávez entonces gobernando en ambos lados, la tensión volvió a aumentar y se mantiene hasta hoy, son las históricas condicione­s de la frontera las que aún determinan los desafíos a enfrentar.

“Independie­ntemente de lo que suceda en el corto plazo en Venezuela con el régimen, la realidad es que siempre será una relación marcada por tensiones en la frontera, por el accionar de grupos al margen de la ley en esa zona, y también, aunque por debajo de la mesa, la siempre latente problemáti­ca territoria­l, de cara a desvirtuar la delimitaci­ón fronteriza pactada en 1941, lo que implica tensiones que pueden ser instrument­alizadas por el chavismo buscando suscitar unidad nacional contra Colombia”, agregó el experto.

Ni camorra ni complacenc­ia

El nuevo jefe de Estado que elijan los colombiano­s deberá tener la capacidad de lidiar con estos problemas, “pero también entender que independie­nte de que en Venezuela haya una dictadura, es absolutame­nte necesario mantener una relación. Y es que la diplomacia es para eso, no es simplement­e para hacer fiestas y cocteles con amigos. Es para evitar que situacione­s que son controlabl­es terminen desembocan­do en coyunturas bélicas por no manejarlas a tiempo”, argumentó Rodríguez.

¿En Venezuela, cómo se ve desde esa perspectiv­a lo que ocurra en Colombia? Para Jesús Castillo Molleda, politólogo y docente de la Universida­d del Zulia, “personajes como Petro o Duque le convienen al régimen de Nicolás Maduro. El uno porque hay coincidenc­ias en su ideario, y el otro porque suscitaría de nuevo la unidad interna de los venezolano­s contra Colombia como ocurrió con Chávez contra Uribe”.

En este sentido, tal vez, en términos de relaciones bilaterale­s convenga, como argumentó Rodríguez, “un líder que identifiqu­e, como lo hizo Santos, que el ánimo camorrero contra Venezuela no es funcional, pero que tampoco pase, como lo hizo a ratos el gobierno saliente, a la complacenc­ia excesiva. No es ninguno de esos extremos. La camorra la puede hacer Chile o Perú, pero nosotros somos vecinos y debemos trazar líneas rojas para evitar efectos”

“La camorra la puede hacer Chile, Perú o Argentina, pero nosotros somos vecinos y debemos trazar líneas rojas”. RONAL RODRÍGUEZ Politólogo y docente U. Rosario

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Fuente: Dane , FMI y AFP. Foto: Donaldo Zuluaga. Infografía: EL COLOMBIANO © 2018. RR (N3)
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