Las elecciones en Venezuela
El chavismo repite que hay democracia por cuanto tienen elecciones cada tanto tiempo. Pero ninguno de los elementos esenciales de la democracia existen hoy en Venezuela.
Los venezolanos que se animen a votar hoy en las elecciones presidenciales se encontrarán con un tarjetón donde sale diez veces la fotografía del actual presidente y candidato a la reelección, Nicolás Maduro. Las elecciones son organizadas por un Consejo Nacional Electoral dominado por el Gobierno, cuyos miembros son activistas del régimen chavista que busca su perpetuación, y en el que las garantías a la oposición fueron anuladas mediante toda clase de estratagemas y presiones. Las elecciones, además, fueron convocadas de forma anticipada y cambiadas de fecha, todo para que encajaran en los planes previamente establecidos por el Gobierno.
¿Puede hablarse de democracia por el solo hecho de que se convoquen elecciones? Según la doctrina chavista, esa es la mejor muestra de que hay una democracia que funciona. De hecho, se remiten al modelo cubano, en el cual también hay “elecciones”, solo que las posibilidades de votar se restringen a un solo partido. En Venezuela formalmente hay varios partidos, pero casi todos ellos adscritos a las doctrinas chavistas. Los de la oposición están prácticamente exterminados mediante argucias legales, inhabilitaciones y acciones punitivas. Sus líderes, encarcelados o exiliados, sometidos a violencia física y verbal.
No hay separación de poderes en el actual sistema venezolano. No hay control al poder Ejecutivo. La Asamblea Nacional, el legítimo poder legislativo en el cual había obtenido mayoría la oposición, ha sido descabezada y usurpadas sus funciones por una Asamblea Nacional Constituyente donde todos, el ciento por ciento de sus integrantes, son del chavismo. De la justicia nada cabe esperar, porque los magistrados de los altos tribunales, para poder acceder a sus cargos y asumir sus funciones, tienen que jurar lealtad y acatamiento a los principios del “comandante eterno”.
La comunidad internacional, desde Estados Unidos a las potencias agrupadas en la Unión Europea, no reconoce las elecciones de hoy. El actual gobierno colombiano, una vez Maduro sirvió para los propósitos de un acuerdo con las Farc, dio abrupto giro y ha estado denunciando no solo la ilegitimidad de estas elecciones, sino que el presidente Santos señaló esta semana intentos de fraude. Solo algunos países (Bolivia, Nicaragua), entidades instrumentales como Unasur, políticos de poca entidad como Rodríguez Zapatero –expresidente español– o intelectuales fletados del más trasnochado populismo latinoamericanista sigue considerando el modelo chavista como digno de respeto.
Venezuela ha sido llevada a la ruina económica, social y moral por el chavismo y su heredero, Nicolás Maduro. La huida de cientos de miles de venezolanos, abandonados a su suerte por toda América Latina, es el crudo y doloroso ejemplo de lo que se ha llamado “votar con los pies”: salir del país donde el futuro se volvió imposible, y donde solo tienen cabida los vinculados al régimen populista y cleptómano que ha saqueado un patrimonio que podría ser el más abundante de toda América Latina.
El mundo entero ha visto la escasez de productos básicos, el hambre, la represión, la violencia gubernamental, la usurpación de competencias para la concentración absoluta del poder. Pero el régimen sigue incólume. Las sanciones internacionales a los cabecillas del chavismo, pocas e ineficaces, no han hecho mella ni han abierto posibilidades al retorno de la democracia. Hay un candidato supuestamente opositor y nacido a la política en el chavismo, Henri Falcón, cuya victoria sería una sorpresa total. En el crudo realismo que sufren los venezolanos, es casi seguro que, así sea frente al enojo de la comunidad internacional, el chavismo de Maduro y Diosdado Cabello se imponga hoy contra todo el mundo