HIDROITUANGO, QUÉ CIMBRONAZO
Duele el desastre ocurrido en la represa de Hidroituango. Por la emergencia que afrontan las comunidades aguas abajo y por el boquete presupuestal que empieza a abrírseles al Departamento de Antioquia y al Municipio de Medellín. Obras estratégicas como la recuperación del ferrocarril y otras de desarrollo social que venían para la ciudad quedan en el aire.
El último año EPM ha sufrido dos reveses tremendos: los atrasos en la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) Aguas Claras, en Bello, y ahora este descalabro en el tramo final del proyecto más prometedor en el mercado de la energía: Hidroituango.
Le ha tocado bailar en dos eventos muy feos al gerente
Jorge Londoño de la Cuesta, en especial porque está lidiando con herencias concebidas y contratadas cinco y nueve años atrás. Antioquia debe rodearlo y acompañarlo en su esfuerzo por sortear este que es el problema más grave, del que tengamos memoria, en EPM y en general en cualquier megaproyecto regional.
La derrota de “empresas públicas” es un golpe para nuestra dirigencia. Por eso no hay que apresurarse a los juicios de responsabilidades, que habrá que hacerlos, mientras no esté sorteada esta crisis que compromete la vida y el futuro de las comunidades ribereñas del Río Cauca.
Sacude ver los albergues, las calles solitarias de Puerto Valdivia, la incertidumbre de la gente en los barrios a borde de río en Tarazá y Caucasia. Enmudece que nos toque ser testigos de los daños en la casa de máquinas y otros sectores de la represa.
Toda la energía que iba a generar el proyecto era el sueño de una Antioquia y una Medellín con suficiente flujo de caja para emprender la esperada tarea de reducción de la inequidad y el atraso de poblados rurales y barrios periféricos, para los que por fin habría excedentes de inversión.
Aun si sortean los daños y complicaciones actuales en Hidroituango, son muy inciertas la fiabilidad y la viabilidad del embalse.
Qué totazo el que recibimos los habitantes de este departamento que, a veces, peca de excesos de orgullo regionalista y de autosuficiencia. Este episodio debe dejar muchos aprendizajes y lecciones. Y por supuesto exige un esclarecimiento detallado de las causas, de todo tipo, que desataron este escenario indeseado de incertidumbre y ruina potencial del proyecto.
Hidroituango será una espina clavada en el pecho de los antioqueños por lo menos durante la próxima década. Ahora solo cabe esperar que se pueda salir de la crisis de la manera menos costosa en vidas humanas y en pérdidas materiales y económicas
La inversión social futura en Antioquia pierde con la crisis de Hidroituango.