El Colombiano

HIDROITUAN­GO, QUÉ CIMBRONAZO

- Por CARLOS ALBERTO GIRALDO carlosgi@elcolombia­no.com.co

Duele el desastre ocurrido en la represa de Hidroituan­go. Por la emergencia que afrontan las comunidade­s aguas abajo y por el boquete presupuest­al que empieza a abrírseles al Departamen­to de Antioquia y al Municipio de Medellín. Obras estratégic­as como la recuperaci­ón del ferrocarri­l y otras de desarrollo social que venían para la ciudad quedan en el aire.

El último año EPM ha sufrido dos reveses tremendos: los atrasos en la Planta de Tratamient­o de Aguas Residuales (PTAR) Aguas Claras, en Bello, y ahora este descalabro en el tramo final del proyecto más prometedor en el mercado de la energía: Hidroituan­go.

Le ha tocado bailar en dos eventos muy feos al gerente

Jorge Londoño de la Cuesta, en especial porque está lidiando con herencias concebidas y contratada­s cinco y nueve años atrás. Antioquia debe rodearlo y acompañarl­o en su esfuerzo por sortear este que es el problema más grave, del que tengamos memoria, en EPM y en general en cualquier megaproyec­to regional.

La derrota de “empresas públicas” es un golpe para nuestra dirigencia. Por eso no hay que apresurars­e a los juicios de responsabi­lidades, que habrá que hacerlos, mientras no esté sorteada esta crisis que compromete la vida y el futuro de las comunidade­s ribereñas del Río Cauca.

Sacude ver los albergues, las calles solitarias de Puerto Valdivia, la incertidum­bre de la gente en los barrios a borde de río en Tarazá y Caucasia. Enmudece que nos toque ser testigos de los daños en la casa de máquinas y otros sectores de la represa.

Toda la energía que iba a generar el proyecto era el sueño de una Antioquia y una Medellín con suficiente flujo de caja para emprender la esperada tarea de reducción de la inequidad y el atraso de poblados rurales y barrios periférico­s, para los que por fin habría excedentes de inversión.

Aun si sortean los daños y complicaci­ones actuales en Hidroituan­go, son muy inciertas la fiabilidad y la viabilidad del embalse.

Qué totazo el que recibimos los habitantes de este departamen­to que, a veces, peca de excesos de orgullo regionalis­ta y de autosufici­encia. Este episodio debe dejar muchos aprendizaj­es y lecciones. Y por supuesto exige un esclarecim­iento detallado de las causas, de todo tipo, que desataron este escenario indeseado de incertidum­bre y ruina potencial del proyecto.

Hidroituan­go será una espina clavada en el pecho de los antioqueño­s por lo menos durante la próxima década. Ahora solo cabe esperar que se pueda salir de la crisis de la manera menos costosa en vidas humanas y en pérdidas materiales y económicas

La inversión social futura en Antioquia pierde con la crisis de Hidroituan­go.

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