¿Y si el doctor que me atiende se enferma?
Estos profesionales son más propensos a sufrir el Síndrome de Agotamiento, también conocido como burnout, en inglés, que significa “quemarse”.
Obtener un puesto de residencia es una buena noticia para un estudiante de medicina: implica que completará el próximo paso de su capacitación clínica. En muchos sentidos, los años de sacrificio, las noches de trasnocho, las deudas y la lucha se reducen a este momento. Todo ha valido la pena.
Sin embargo, al mismo tiempo, algunos de ellos se encuentran con un mundo lleno de personas que dudan de sus capacidades médicas.
“Cuando iba a entrar a mi residencia sabía que tendría que trabajar duro, pero la verdad no me esperaba lo que tuve que vivir”, dice Julián*, quien aplica para ser cirujano de traumas y emergencias.
En un grupo de Whatsapp que tiene con algunos compañeros se apoyan y comparten sus pesadumbres. “Me han llegado mensajes en que algún residente del grupo cuenta que está encerrado en el baño llorando, que algún paciente se les murió, que no siente que puedan hacer las cosas bien...”, cuenta él.
Síndrome del burnout Como cualquier otro ámbito profesional el agotamiento físico y emocional tiene un impacto significativo en su desempeño laboral.
En el caso del personal médico, este Síndrome de burnout o del agotamiento profesional, se define como “una reacción de estrés a largo plazo caracterizada por la despersonalización, que incluye actitudes cínicas o negativas hacia los pacientes, agotamiento emocional, disminución del rendimiento personal y falta de empatía para los pacientes”, de acuerdo al portal oficial de la Asociación Médica Americana (AMA).
Las investigaciones muestran que este es un problema creciente para médicos, impactando las distintas especialidades. Aunque en un estudio que incluyó a varios países latinoamericanos publicado en noviembre de 2017 en Journal of negative & no positive results, Kennya Loya, Juan Valdez, Montserrat Bacardí y Arturo Jiménez aseguran que “se observaron mayores frecuencias en las áreas de unidad de cuidados intensivos, oncología, urgencias, cirugía, medicina interna y anestesiología”.
El doctor Santiago Vélez, especialista en salud ocupa-
cional y gerente de Consultoría en salud empresarial S3, asegura que “los turnos de 24 a 36 horas de los antestesiólogos, por ejemplo, son una locura que van en contra de la fisiología humana”.
Ya se discuten y cuantifican las consecuencias. Cuando los médicos alcanzan la residencia, las tasas de depresión son cuatro veces superiores a la media, según registra un metaanálisis publicado en la revista especializada en medicina Jama, en diciembre de 2015.
El trabajo liderado por Douglas Mata de la escuela de medicina de Harvard, asegura que uno de cada tres médicos junior experimentará un episodio de depresión mayor durante su entrenamiento, y casi cuatrocientos atentan contra su integridad cada año en Estados Unidos. Más de uno por día.
Esta situación es aún más crítica para los del servicio de urgencias en Latinoamérica. En el cuestionario de agotamiento de la psicóloga estadounidense Christina Maslach, que contiene 22 preguntas para diagnosticar el cansancio extremo ocupacional, estos muestran niveles de agotamiento superior al 60 %, comparándolos con los médicos generales que tienen el 38.3 %, los profesionales entre los 30 y 50 años o al inicio de su vida laboral, 14 %; los profesionales en el turno de la noche y las mujeres, 14 %.
“Esto se conoce hace mucho tiempo y los organismos a cargo parecen hacerse los de los oídos sordos”, dice Atilio Núñez, presidente de la Asociación de Médicos de Barranquilla. Y agrega: “Hay muchos ingredientes que hacen parte del agotamiento en el sector médico y paramédico. Está la carga laboral excesiva y el tipo de contrato tercerizado que abarata gastos a costa de estos profesionales”.
Sumado a esto, reitera Núñez, están las presiones y demandas de tiempo que impulsan interminables multitareas y esta pérdida de enfoque en los pacientes puede estar contribuyendo a las altas tasas de agotamiento entre los médicos.
El personal de salud “que se quema” es más propenso a despersonalizar a sus pacientes y tratarlos como objetos más que como individuos que padecen enfermedades. Estos resultan siendo menos profesionales, muestran menos empatía y pueden cometer más errores. Esto es preocupante porque se sabe que estos factores de riesgo son factibles de ser mitigados, pero aún los médicos tienen más probabilidades de deprimirse, atentar contra su vida y dejar su profesión.
Comparados con otros
En la revisión de Loya y su equipo, los investigadores encontraron que el síndrome de agotamiento en Latinoamérica osciló entre el 40 a 70 %, mucho más alto que lo reportado en España en médicos latinoamericanos, en los que la frecuencia más alta fue de 17% en los médicos de urgencias.
Estos resultados sugieren que los distintos sistemas de salud o las diferentes prácticas de los médicos pueden contribuir a las diferencias observadas del burnout entre los especialistas latinoamericanos en España y en Latinoamérica.
Por ejemplo, en España, menos del 5 % de médicos que realizan medicina institucional también realizan privada, mientras que en México más del 80 % de los doctores no familiares ni de urgencias, trabajan instituciones públicas y realizan práctica privada.
Muchos doblan su trabajo para conseguir más ingresos, incluso en contra de sí mismos. Carlos Palacio, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, asegura que “además de las habilidades y destrezas que debe tener un médico, en la academia intentamos cultivar rasgos y características que ayuden a los estudiantes de medicina a tolerar la frustración, así como a superar las dificultades emocionales. Más importante aún es que hay consciencia de lo importante del currículo oculto, en el que se puede evidenciar que un médico de estatus económico alto es modelo copiado; los profesores son un ejemplo de que se puede vivir una vida laboral digna sin necesidad de grandes remuneraciones”.
En uno de los estudios que analizó cargas laborales de empleados del sector salud, como el publicado en 2015 en el Journal of Nursing USP, se encontró que los trabajadores que además de laborar en una institución pública trabajaban en otra institución pública en la medicina privada, tenían más síntomas de baja satisfacción laboral como consecuencia de excesivas horas de trabajo por semana, lo que incre-
menta la fatiga física y mental; además predominaron sentimientos de ineficacia y falta de autoconfianza, desórdenes del sueño, dolor musculoesquelético y desórdenes gastrointestinales.
Se impacta a los pacientes
Las consecuencias de esta situación pueden ser devastadoras para el personal de salud como para los pacientes.
Otro estudio publicado en BMJ (British Medical Journal) en 2016 por Martin Makary y Mi
chael Daniel estimó que en Estados Unidos se producen cada año más de 250.000 fallos mortales. Así, si el error médico estuviera considerado como una causa de muerte, sería la tercera en magnitud en este país, solo por detrás de las enfermedades del corazón y los cánceres.
No es nuevo que el personal de la salud se expone a
múltiples riesgos en su entorno laboral, pues “trabajan con el sufrimiento humano”, dice Palacio. Y aunque es cierto que por esto hay predisposición a altos niveles de estrés ocupacional, muchos, de nuevo, están de acuerdo en que los factores de riesgo pueden ser mitigados.
Un llamado oficial
Las instituciones están reconociendo una problemática que persiste y aumenta.
Más del 50 por ciento de los médicos en Estados Unidos di- cen sentir agotamiento en su trabajo y el impacto en los pacientes se está evidenciando.
Por ello, la Clínica Mayo y otros centros médicos principales publicaron una “carta estatutaria para el bienestar de los médicos”, como un modelo dirigido a las organizaciones médicas con el fin de no solamente reducir al mínimo y controlar el agotamiento profesional de los médicos, sino también promover su bienestar.
Esta cuenta con el respaldo de muchas de las principales organizaciones del gremio, como la Asociación Médica Estadounidense y la Asociación Estadounidense de Colegios Médicos, y se publicó por internet en la revista Jama.
Gustavo Quintero, decano de la Escuela de Medicina de la Universidad del Rosario, es uno de los que se adhiere a esta carta y asegura que plantea soluciones adecuadas para esta situación: “Se fundamenta en la estrategia de la triple meta y agrega una cuarta que es prevenir el agotamiento a través del trabajo en equipo e interdisciplinario. Debemos superar al médico como el eje central, lo que ha sido común en nuestro contexto”.
La carta estatutaria, dirigida a organizaciones, líderes médicos y legisladores, solicita sistemas de apoyo adecuados para aquellos especialistas que afrontan estrés, exceso de trabajo y problemas de salud mental. Además, promueve la aplicación de cambios institucionales y organizativos, los cuales oscilan desde la reestructuración de los horarios laborales y las políticas para el personal hasta el ofrecimiento de programas de bienestar y asesoría.
Este pronunciamiento reciente contempla muchos de los problemas resaltados durante más de una década por los investigadores de Mayo y otros colaboradores en sus estudios sobre el agotamiento profesional en el sector médico