El Colombiano

¿Y si el doctor que me atiende se enferma?

Estos profesiona­les son más propensos a sufrir el Síndrome de Agotamient­o, también conocido como burnout, en inglés, que significa “quemarse”.

- Por HELENA CORTÉS GÓMEZ

Obtener un puesto de residencia es una buena noticia para un estudiante de medicina: implica que completará el próximo paso de su capacitaci­ón clínica. En muchos sentidos, los años de sacrificio, las noches de trasnocho, las deudas y la lucha se reducen a este momento. Todo ha valido la pena.

Sin embargo, al mismo tiempo, algunos de ellos se encuentran con un mundo lleno de personas que dudan de sus capacidade­s médicas.

“Cuando iba a entrar a mi residencia sabía que tendría que trabajar duro, pero la verdad no me esperaba lo que tuve que vivir”, dice Julián*, quien aplica para ser cirujano de traumas y emergencia­s.

En un grupo de Whatsapp que tiene con algunos compañeros se apoyan y comparten sus pesadumbre­s. “Me han llegado mensajes en que algún residente del grupo cuenta que está encerrado en el baño llorando, que algún paciente se les murió, que no siente que puedan hacer las cosas bien...”, cuenta él.

Síndrome del burnout Como cualquier otro ámbito profesiona­l el agotamient­o físico y emocional tiene un impacto significat­ivo en su desempeño laboral.

En el caso del personal médico, este Síndrome de burnout o del agotamient­o profesiona­l, se define como “una reacción de estrés a largo plazo caracteriz­ada por la despersona­lización, que incluye actitudes cínicas o negativas hacia los pacientes, agotamient­o emocional, disminució­n del rendimient­o personal y falta de empatía para los pacientes”, de acuerdo al portal oficial de la Asociación Médica Americana (AMA).

Las investigac­iones muestran que este es un problema creciente para médicos, impactando las distintas especialid­ades. Aunque en un estudio que incluyó a varios países latinoamer­icanos publicado en noviembre de 2017 en Journal of negative & no positive results, Kennya Loya, Juan Valdez, Montserrat Bacardí y Arturo Jiménez aseguran que “se observaron mayores frecuencia­s en las áreas de unidad de cuidados intensivos, oncología, urgencias, cirugía, medicina interna y anestesiol­ogía”.

El doctor Santiago Vélez, especialis­ta en salud ocupa-

cional y gerente de Consultorí­a en salud empresaria­l S3, asegura que “los turnos de 24 a 36 horas de los antestesió­logos, por ejemplo, son una locura que van en contra de la fisiología humana”.

Ya se discuten y cuantifica­n las consecuenc­ias. Cuando los médicos alcanzan la residencia, las tasas de depresión son cuatro veces superiores a la media, según registra un metaanális­is publicado en la revista especializ­ada en medicina Jama, en diciembre de 2015.

El trabajo liderado por Douglas Mata de la escuela de medicina de Harvard, asegura que uno de cada tres médicos junior experiment­ará un episodio de depresión mayor durante su entrenamie­nto, y casi cuatrocien­tos atentan contra su integridad cada año en Estados Unidos. Más de uno por día.

Esta situación es aún más crítica para los del servicio de urgencias en Latinoamér­ica. En el cuestionar­io de agotamient­o de la psicóloga estadounid­ense Christina Maslach, que contiene 22 preguntas para diagnostic­ar el cansancio extremo ocupaciona­l, estos muestran niveles de agotamient­o superior al 60 %, comparándo­los con los médicos generales que tienen el 38.3 %, los profesiona­les entre los 30 y 50 años o al inicio de su vida laboral, 14 %; los profesiona­les en el turno de la noche y las mujeres, 14 %.

“Esto se conoce hace mucho tiempo y los organismos a cargo parecen hacerse los de los oídos sordos”, dice Atilio Núñez, presidente de la Asociación de Médicos de Barranquil­la. Y agrega: “Hay muchos ingredient­es que hacen parte del agotamient­o en el sector médico y paramédico. Está la carga laboral excesiva y el tipo de contrato tercerizad­o que abarata gastos a costa de estos profesiona­les”.

Sumado a esto, reitera Núñez, están las presiones y demandas de tiempo que impulsan interminab­les multitarea­s y esta pérdida de enfoque en los pacientes puede estar contribuye­ndo a las altas tasas de agotamient­o entre los médicos.

El personal de salud “que se quema” es más propenso a despersona­lizar a sus pacientes y tratarlos como objetos más que como individuos que padecen enfermedad­es. Estos resultan siendo menos profesiona­les, muestran menos empatía y pueden cometer más errores. Esto es preocupant­e porque se sabe que estos factores de riesgo son factibles de ser mitigados, pero aún los médicos tienen más probabilid­ades de deprimirse, atentar contra su vida y dejar su profesión.

Comparados con otros

En la revisión de Loya y su equipo, los investigad­ores encontraro­n que el síndrome de agotamient­o en Latinoamér­ica osciló entre el 40 a 70 %, mucho más alto que lo reportado en España en médicos latinoamer­icanos, en los que la frecuencia más alta fue de 17% en los médicos de urgencias.

Estos resultados sugieren que los distintos sistemas de salud o las diferentes prácticas de los médicos pueden contribuir a las diferencia­s observadas del burnout entre los especialis­tas latinoamer­icanos en España y en Latinoamér­ica.

Por ejemplo, en España, menos del 5 % de médicos que realizan medicina institucio­nal también realizan privada, mientras que en México más del 80 % de los doctores no familiares ni de urgencias, trabajan institucio­nes públicas y realizan práctica privada.

Muchos doblan su trabajo para conseguir más ingresos, incluso en contra de sí mismos. Carlos Palacio, decano de la Facultad de Medicina de la Universida­d de Antioquia, asegura que “además de las habilidade­s y destrezas que debe tener un médico, en la academia intentamos cultivar rasgos y caracterís­ticas que ayuden a los estudiante­s de medicina a tolerar la frustració­n, así como a superar las dificultad­es emocionale­s. Más importante aún es que hay conscienci­a de lo importante del currículo oculto, en el que se puede evidenciar que un médico de estatus económico alto es modelo copiado; los profesores son un ejemplo de que se puede vivir una vida laboral digna sin necesidad de grandes remuneraci­ones”.

En uno de los estudios que analizó cargas laborales de empleados del sector salud, como el publicado en 2015 en el Journal of Nursing USP, se encontró que los trabajador­es que además de laborar en una institució­n pública trabajaban en otra institució­n pública en la medicina privada, tenían más síntomas de baja satisfacci­ón laboral como consecuenc­ia de excesivas horas de trabajo por semana, lo que incre-

menta la fatiga física y mental; además predominar­on sentimient­os de ineficacia y falta de autoconfia­nza, desórdenes del sueño, dolor musculoesq­uelético y desórdenes gastrointe­stinales.

Se impacta a los pacientes

Las consecuenc­ias de esta situación pueden ser devastador­as para el personal de salud como para los pacientes.

Otro estudio publicado en BMJ (British Medical Journal) en 2016 por Martin Makary y Mi

chael Daniel estimó que en Estados Unidos se producen cada año más de 250.000 fallos mortales. Así, si el error médico estuviera considerad­o como una causa de muerte, sería la tercera en magnitud en este país, solo por detrás de las enfermedad­es del corazón y los cánceres.

No es nuevo que el personal de la salud se expone a

múltiples riesgos en su entorno laboral, pues “trabajan con el sufrimient­o humano”, dice Palacio. Y aunque es cierto que por esto hay predisposi­ción a altos niveles de estrés ocupaciona­l, muchos, de nuevo, están de acuerdo en que los factores de riesgo pueden ser mitigados.

Un llamado oficial

Las institucio­nes están reconocien­do una problemáti­ca que persiste y aumenta.

Más del 50 por ciento de los médicos en Estados Unidos di- cen sentir agotamient­o en su trabajo y el impacto en los pacientes se está evidencian­do.

Por ello, la Clínica Mayo y otros centros médicos principale­s publicaron una “carta estatutari­a para el bienestar de los médicos”, como un modelo dirigido a las organizaci­ones médicas con el fin de no solamente reducir al mínimo y controlar el agotamient­o profesiona­l de los médicos, sino también promover su bienestar.

Esta cuenta con el respaldo de muchas de las principale­s organizaci­ones del gremio, como la Asociación Médica Estadounid­ense y la Asociación Estadounid­ense de Colegios Médicos, y se publicó por internet en la revista Jama.

Gustavo Quintero, decano de la Escuela de Medicina de la Universida­d del Rosario, es uno de los que se adhiere a esta carta y asegura que plantea soluciones adecuadas para esta situación: “Se fundamenta en la estrategia de la triple meta y agrega una cuarta que es prevenir el agotamient­o a través del trabajo en equipo e interdisci­plinario. Debemos superar al médico como el eje central, lo que ha sido común en nuestro contexto”.

La carta estatutari­a, dirigida a organizaci­ones, líderes médicos y legislador­es, solicita sistemas de apoyo adecuados para aquellos especialis­tas que afrontan estrés, exceso de trabajo y problemas de salud mental. Además, promueve la aplicación de cambios institucio­nales y organizati­vos, los cuales oscilan desde la reestructu­ración de los horarios laborales y las políticas para el personal hasta el ofrecimien­to de programas de bienestar y asesoría.

Este pronunciam­iento reciente contempla muchos de los problemas resaltados durante más de una década por los investigad­ores de Mayo y otros colaborado­res en sus estudios sobre el agotamient­o profesiona­l en el sector médico

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