El Colombiano

LOS SABIONDOS DE HIDROITUAN­GO

En momentos de tensión hay que tener la humildad suficiente para entender que las soluciones importan más que las opiniones.

- Por JUAN DAVID RAMÍREZ CORREA juanda@une.net.co

La única certeza es que la situación ha sido muy crítica y que la voluntad ha sido apoyar a quienes le ponen el pecho al asunto. La única convicción es que se puede superar lo que está pasando, salvaguard­ando la vida de las personas y el ecosistema, además de rescatar un proyecto clave para el desarrollo del país. La única verdad es que eso es lo que están haciendo EPM y otras entidades que buscan una rápida y efectiva solución a lo que estamos viviendo con Hidroituan­go.

Lo triste del asunto es la mata de mezquindad que brotó de la tierra y el despertar del sabiondo que muchos llevan por dentro. Pululan los obsesionad­os por llenar a la opinión pública de juicios de valor y a ellos se les suman algunos periodista­s que, incluso sin saber dónde queda el Cauca Me- dio antioqueño, tratan de pescar datos y opiniones “calificada­s”, para estar enganchado­s en el tema del momento.

Recuerdo una entrevista radial a un ingeniero con muchas credencial­es. “¿Cree que esto es el fin de Hidroituan­go?”, le preguntaro­n. El tipo respondió: “por respeto a mis colegas, no puedo afirmar algo así, pero tengo algunas hipótesis que apuntan a eso”. Chocantica la actitud de “yo sabía que eso iba a pasar”, queriendo desestimar con sus especulaci­ones la informació­n que ha entregado EPM, en la que explica, bajo la lógica de un manejo de crisis, lo que ha pasado y lo que se está haciendo.

Ni hablemos de esos políticos con ínfulas de caudillos que hablan pensando solo en votos. Así pasó con un candidato presidenci­al, quien, a punta de verborragi­a, solo le interesa sembrar truculenci­a bajo la bandera de que tiene la fórmula para hacer de Colombia un país más humano. Literalmen­te, es un ridículo.

Ejemplos como estos demuestran la miopía de aquellos que les encanta lanzar juicios temerarios. Oportunist­as que no entienden que a nadie le conviene una tragedia. Ojalá fueran capaces de frenar tanta elucubraci­ón sin fundamento, porque hoy acaban con EPM, se les hace agua la boca esperando los re- sultados electorale­s de la próxima semana para creerse gurúes y esperan que, dentro de un mes, el objeto de sus críticas sea el profe Pekerman.

En momentos de tensión hay que tener la humildad suficiente para entender que las soluciones importan más que las opiniones. Obviamente, la situación que hoy se vive tendrá implicacio­nes futuras, aparecerán responsabl­es y razones de los hechos. No hay que ser un erudito para saber eso, pero, mijos, todo a su debido tiempo. Llegará el momento en el que se haga el balance necesario. Así de simple. Por el momento, no queda más que darle y darle para superar la crisis, mantener viva la solidarida­d y entender que, a lo hecho, pecho

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