¿Hay basura en nuestro ADN?
La evolución se debe mirar desde una perspectiva holística, no antropocentrista, pensando que el hombre es el centro del Universo. Al referirnos a la evolución, generalmente se toma como base la especie humana, sobre todo si el que la aborda no es un profesional de la Biología. Incluso a veces los mismos biólogos ponen como ejemplo el humano o los animales considerados modelos para estudios en humanos. Aunque en la actualidad la historia evolutiva del genoma humano sea la mas documentada, en la naturaleza no es un hecho aislado el que una especie sufra mutaciones, este mecanismo permite la evolución del genoma en cualquier otro animal, vegetal o micofita y en general en cualquier repertorio vivo que tenga ácidos nucleicos, ADN o ARN, como material portador de la información genética. La evolución del genoma, y por ende de la especie, tiene como materia prima que los cambios que se den en la secuencias sean “vistos” por el medio ambiente para ser seleccionados a favor o en contra y así permanecer o desaparecer. Además, hay muchos cambios que “viajan a dedo” sin ser “vistos” por los factores ambientales, unidos a los que tienen selección positiva y es así que se encuentran en el genoma pero no cumplen una función determinada en el presente. Sin embargo, en el futuro podrían ser eliminados o fijados, de acuerdo a los cambios que sigan sufriendo. El proyecto denominado 1000 genomas, reporta 48 millones de cambios en una muestra de 2500 poblaciones del mundo, lo que quiere decir que el humano no es “producto terminado” y que aún sigue evolucionando para generar, en un tiempo evolutivo, otra especie o especies que se adapten al medio que exista dentro de millones de años. De igual forma, como los cambios en el genoma son estocásticos (proceso estadístico), podrían no ser adaptativos y procucir que la especie desaparezca. En el genoma apenas se están encontrando evidencias de su evolución como por ejemplo que es una colcha de retazos conformada por elementos derivados de retrovirus y que actualmente se denominan LINES, SINES y TRANSPOSONES que pudieron haber entrado al genoma humano por transferencia horizontal, un proceso en el que un organismo transfiere material genético a otra célula que no es descendiente. Cuando se estudia el genoma con un poco de cuidado este deja ver que así como en este, hay algunos vestigios atávicos en el cuerpo humano que no tienen una función determinada y parecen sobrar como es el caso de la apéndice, que simplemente está allí para recordarnos que alguna vez fue útil y que compartimos en nuestra historia evolutiva un ancestro común con la lombriz de tierra.