DEMOGRAFÍA Y ECONOMÍA
La demografía y la economía tienen una antigua relación que se ha prestado para muchos fantasmas, como la ame- naza de las hambrunas masivas de Malthus en el pasado, mientras que hoy la preocupación se concentra en las consecuencias nocivas sobre los sistemas pensionales y de salud de una población envejecida. En tiempos de globalización aparece otro camino que conecta el proceso de transición demográfico con los cambios en la formación de ahorro de los hogares.
Con la mejora en el nivel de vida y las condiciones médicas de la población disminuye la mortalidad; unas décadas más adelante cae la tasa de fecundidad general. Actualmente, en medio de ese proceso, la tasa de fecundidad ha descendido en el mundo a 2,4 hijos por mujer, cuando en 1960 era cercana a 5, de acuerdo con el Banco Mundial.
Los países más poblados como China e India están jalonando los resultados mundiales, con tasas de fecundidad de 1,6 y 2,35, respectivamente. En esas sociedades se ha dado un rápido proceso de migración del campo a la ciudad, donde educar a los hijos es mucho más difícil y costoso. La mayoría de los países en desarrollo, incluida Colombia con una tasa de 2, tienen ese comportamiento, aunque en algunas regiones (África Subsahariana) la tasa es de 5 hijos por mujer y se resiste a descender. Una consecuencia de lo anterior es la disminución del crecimiento poblacional. En efecto, según los demógrafos, cuando la tasa de fecundidad está cerca o es menor de 2,1, la población total se estabiliza o, eventualmente, empieza a declinar.
La nueva demografía trae algunos efectos positivos como la desactivación definitiva de la Ley de Malthus, que se había superado parcialmente con la adopción de nuevas tecnologías. De otro lado, la llegada de las mujeres al mercado laboral, una de las razones de la transición, también tiene el resultado de aumentar la productividad.
Sin embargo, hay consecuencias no tan deseables. El envejecimiento de la población producto de la disminución del crecimiento poblacional, ya comienza a darse en algunas economías desarrolladas, donde la población es más anciana y vive más tiempo. En dichas econo- mías, ese fenómeno produjo una presión a la baja de las tasas de interés real ( desde 1990), como consecuencia de los cambios en el ahorro y consumo a lo largo del ciclo de vida. Con una mayor expectativa de vida priman los incentivos adicionales para que los hogares ahorren más y puedan gastar en el largo retiro. Un mayor ahorro que será remunerado con una menor tasa de interés.
Para una economía emergente, como la colombiana, las consecuencias de esa situación se dan por la vía de los cambios en la política monetaria de la Reserva Federal. El descenso secular de la tasa de interés real limita el accionar de ese banco central. Solo en la medida en que el ahorro caiga, porque haya cada vez menos jóvenes proporcionalmente, y se profundice el envejecimiento de la población, se detendrá esa tendencia
Con una mayor expectativa de vida priman los incentivos adicionales para que los hogares ahorren más y puedan gastar en el largo retiro.