Se marchó la monjita que cerraba el arco verde

Sor Teresa Rodríguez, fiel hincha de Nacional, falleció hace días sin poder cumplir dos de sus últimos sueños futbolísticos.

La hermana María Teresa Rodríguez tenía 84 años, una vida entregada al servicio desde que ingresó a la Compañía del Niño Dios en 1960 y una pasión por el fútbol nutrida por enormes alegrías y algunas tristezas.

Se hizo hincha de Nacional desde que tuvo memoria, en su niñez en el municipio de Frontino.

Su vocación jamás fue impedimento para seguirle el paso a su verde del alma. “Se sabía todas las nóminas campeonas de memoria y sabía siempre lo que pasaba con su equipo y el fútbol colombiano escuchando todas las noches El Alargue”, cuenta su hermano Gabriel.

A su fe le adjudicó la imbatibilidad de Franco Armani y, con ayuda de una llave bendita, mantener el arco verde sin goles en contra en varias finales en la Liga.

Su despedida fue bella y emotiva, un homenaje de dos días en el cual su comunidad, su familia y las personas que conocieron su especial carácter, honraron ese legado.

Sin embargo, reconoce Gabriel, sor Teresa viajó con dos pesares: el primero llegó algunos días antes de su muerte, que ella ya intuía. “Luego de la final entre Nacional y Tolima dijo que sentía un poco de tristeza de que su equipo no le hubiese dado esa última alegría”, cuenta.

Su segundo pesar llegó días después, pues ella anhelaba vivir su último Mundial, celebrar los goles de Colombia y ver a su querido Armani con Argentina. Pero apenas si pudo escuchar el debut ante Japón antes de entrar en un sueño profundo en el hospital tras pelear durante seis años con un cáncer de estómago.

Gabriel y su otra hermana (Edelmira) aseguran que desde el cielo, Nacional y la Selección tienen una emisaria con línea directa a Dios