QUÉ DICE LA CIENCIA
Ampliando la investigación de Robert Ritch publicada en NewYorkEyeandEar
Infirmary, que encontró un vínculo entre el uso de corbata y la presión intraocular en 2003, Robin Lüddecke y sus colegas del Hospital Universitario de Schleswig-Holstein, Alemania, escanearon este año los cerebros de 15 hombres saludables antes y después de que llevaran corbata. Luego hicieron exactamente lo mismo con otros 15, solo que esta vez sin corbata. Cuando llegaron los resultados, el equipo pudo ver que los primeros experimentaron un descenso promedio en el flujo sanguíneo al cerebro de 7.5 por ciento. Por el contrario, no se observó ninguna disminución en el grupo de control, es decir, el segundo. Para un individuo saludable, este efecto realmente no es gran cosa. En el gran esquema, una caída de tan solo el 7.5 por ciento no va a causar mucho daño, dijo Steve Kassem, de Neuroscience Research Australia, al medio New Scientist. Y añadió que podría ser más problemático para aquellos que ya tienen un flujo de sangre por debajo del promedio (tal vez debido a un vaso sanguíneo bloqueado), así como quienes son mayores, fuman o tienen presión arterial alta. Dado el hecho de que estudios como el del British Medical Association, de 2006, han demostrado que las corbatas son esencialmente “fábricas de gérmenes” con poco o ningún propósito funcional, puede ser hora de unirse a gente como el magnate Richard Branson, el expresidente de EE. UU. Barack Obama y el difunto Steve Jobs.