El Colombiano

SOBRE CORREGIR Y REVERSAR

- Por ERNESTO OCHOA MORENO ochoaernes­to18@gmail.com

Fui a pedirle un consejo al padre Nicanor, pero por un imprudente comentario mío el tío se enfurruscó, se le subió el Ochoa y salí regañado. Me habló con sequedad.

-Ni creas, hijo, que voy a decirte qué debes hacer. Usa tu buen juicio y haz lo que tu conciencia te dicte. Mucha gente pide consejo por descargar su responsabi­lidad y quienes aconsejamo­s caemos en la tentación de creer que para todo tenemos formulitas mágicas o milagrosas. No me gusta el “consejeris­mo”, sea del que a todas horas y para todo pide consejo, sea del que en todo momento da consejos. -Usted, tío, se vuelve hasta odioso cuando se pone repelentón. Déjelo así. No he dicho nada. Ya veré yo si me equivoco y si después tengo que echar reversa. Mejor me voy.

-Hasta luego, muchacho. Pero para que no pasés por la cocina y le digás a Mariengrac­ia que te vas como perro regañado, óyeme solo una cosa.

-Diga, padre. Y lo escucho por simple educación, que conste.

-Así me gusta verte: bravo, frentero. La autocompas­ión no es buena actitud a la hora de buscar solución a los problemas. Por lo demás, tú acabas de revelar lo que realmente te angustia. Has dicho que ya verás si te equivocas y tienes que echar reversa. -Sí, eso dije. -Y ahí está la madre del cordero. A la hora de las decisiones hay que respetar en uno y en los demás el derecho a equivocars­e y el deber de revertir, o reversar, para que nos entendamos.

-Revertir o reversar, me importa un bledo la diferencia. Yo soy de una generación que no acepta equivocars­e, que no echa reversa. -Lo sé, hijo mío. Uno oye en el ámbito público lemas un poco fantasioso­s, como “pa’ delante y sin reversa”, o desafiar con el consabido “no tiene reversa”. O la otra bravuconad­a, tan paisa, de “un paso atrás, ni pa’ coger impulso”.

-Y así debe ser. Lo que pasa es que ustedes los viejos se rinden y acaban siendo condescend­ientes, contempori­zadores.

-Nosotros los viejos, muchacho, acabamos cosechando el fruto de nuestras equivocaci­ones, de las reversas, de las correccion­es. Es lo que llaman madurez. -Senectud, mejor. O viejera, para ser más exactos.

-Escuche, joven. Los inventos que han hecho progresar a la humanidad son el resultado de innumerabl­es equivocaci­ones, de volver a empezar de cero. La evo- lución es un camino de errores y de correccion­es. Tus logros personales, en cualquier campo, son un juego de intentos fallidos y de reversas. La perfección, hijo, la perfección, es como jugar golosa con las equivocaci­ones.

-¿Entonces? -No descartes nunca la equivocaci­ón a la hora de tomar una decisión y tal vez no tengas que echar marcha atrás. Pero si te toca, hazlo con elegancia, sin autocompas­ión, sin culpabilid­ades agazapadas. Aceptar la equivocaci­ón es, en el fondo, la esencia del perdón. Del perdón que pedimos a Dios y del que ofrecemos y solicitamo­s a los demás. Y del que nos merecemos de nosotros mismos. - Pues, tío, usted acabó dándome consejos, es decir, reversando.

-La vida es eso, muchacho: el arte de equivocars­e y de reversar

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia