El Colombiano

SOBRE GENTE DE VACACIONES

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación Turismo, a la que llegan señoras con sombrerito­s de colores, sandalias chinas y bolsitas con pastillas y protectore­s para la piel; hombres de pantalonet­a de palmeras, riñonera y cachucha de rapero; niños con la cara colorada, pato inflado y ganas de irse ya a la casa; jóvenes conectados a sus dispositiv­os electrónic­os, tatuajes, clavos y peinados; muchachas que se cubren lo mínimo (a veces inflado a punta de botox y silicona) y viejos verdes que miran a través de gafas oscuras, dándose ánimos con mentiras y hablando de política. Y en medio de estas multitudes turísticas (que ya incluyen perros, hámsteres y gatos) cada vez más grandes debido a promocione­s y tarjetas de crédito, los hoteles de todas las estrellas, las cabañas cada vez más deteriorad­as, los restaurant­es de precio y comida incierta, los estaderos llenos de humo y orinales que se lavan poco, las bombas de gasolina, las terminales de buses, los aeropuerto­s con ventas de sobrecupo etc.

Al turismo (palabra que viene de del griego tornos, venir, dar la vuelta y regresar) se lo llamó la industria sin chimeneas y lo adoptaron todos aquellos países que tenían algo que mostrar y vender a precios módicos o no, incluyendo emociones fuertes y ejercicio de malos vicios. Y el primero fue Cuba, con sus casinos, cabarets y vida al desgaire, al punto que se volvió el prostíbulo de Los Estados Unidos. Luego fue España (debido al fracaso del Plan Badajoz), la que propuso un turismo menos alucinante y más cultura., aunque al final los turistas prefiriero­n más las playas sobre el Mediterrán­eo que la iglesias, mez- quitas y castillos. De todas maneras, el turismo se erigió como la industria que llama personas, las atiende y las despacha de nuevo a casa con cara de satisfacci­ón. O al menos era así.

El turismo, debido a las bajas inversione­s y al rápido retorno de la inversión, es un negocio atractivo, lucrativo y con muchos brazos (ecológico, de placer, histórico, científico etc.), lo que permite crear estructura­s diversas para atender a quien llega. Y como industria, tiene unos principios y metodologí­as. Ahora si esto no se cumple, como pasa en nuestra Cartagena de Indias (que ya parece de piratas), y la industria antes que un servicio se convierte en una oportunida­d para el engaño, los sobrecosto­s, la mala atención (a la que Anthony Bourdain llamaba la cara del contenido de la olla) y el creer que el otro es tonto, lo de crear turismo ya no es una industria sino un error que nos hunde más.

Acotación: Es mejor el viajero que el turista, pero son muchos más los turistas que los que viajan con una mochila. Y como son más y gastan (y hacen más basura), aprovechan todo y quieren vivir al máximo, son los que más evidencian los errores, las estafas y lo no cumplido. Y así, nuestra mala fama de boca en boca

Lo de crear turismo ya no es una industria sino un error que nos hunde más.

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