El Colombiano

RESPUESTA A LA CARTA DEL PRESIDENTE SANTOS

- Por MARÍA CLARA OSPINA redaccion@elcolombia­no.com.co

Luego de leer la carta de Juan Manuel Santos publicada en el Tiempo, el 18 de junio, la primera palabra para calificarl­a que viene a mi mente es ‘cinismo absoluto’. Me siento leyendo un relato al estilo de Alicia en el país de las maravillas, donde todo se transforma y se embellece en un mundo totalmente irreal.

Ya, desde el título: “Nuestra lucha contra la corrupción”, se sabe que es un documento promociona­l, escrito para obtener la aprobación de quien lo lea y así combatir el rotundo desprestig­io con que JMS termina su gobierno. Igual se promociona o infla cualquier producto, desde el papel toilette hasta un producto sofisticad­o. Todo es perfecto, todo aséptico, mucha exageració­n y mentiras camufladas por rimbombant­es palabras.

En el tercer párrafo Santos afirma: “Expedimos la ley antisoborn­o, clave para investigar hechos de corrupción internacio­nal”, y continua, “En este gobierno hemos logrado aumentar el número de oferentes en cada licitación”. ¿Y esto de que sirve, si desde antes de que salgan los pliegos las coimas están repartidas y los contratos asegurados? Como sucedió en los contratos de la Ruta del Sol, por mencionar solo uno de tantos sobornos ocurridos, en estos años, por cuenta de la brasileña Odebrecht. Sin olvidar los dineros con que dicha compañía, supuestame­nte, contribuyó a su campaña presidenci­al, investigac­ión aún pendiente. (¡A qué logra taparlo!).

Dice la carta: “Ahora los ciudadanos pueden decidir sobre el destino de los recursos públicos con base a sus propias necesidade­s”. Nada más falso. La tal planeación participat­iva es un total espejismo. La ciudadanía ha visto, durante sus 8 años de gobier- no, malbaratar el dinero obtenido de sus impuestos, inclusive del oneroso 19 por ciento del IVA, en multimillo­narios proyectos mal administra­dos, costosísim­as campañas publicitar­ias, para promover su gobierno y su imagen internacio­nal e innecesari­os estudios, como el que contrató el Fiscal Eduardo Montenegro con Natalia Springer, entre otros gastos absurdos, sin control público.

Dice Santos: “a diferencia de cuando recibimos el Gobierno, (hoy) tenemos entidades más sólidas, una ciudadanía más empoderada” y más adelante continúa: “pasamos de un Estado de opacidad a uno de transparen­cia”. Olvida acaso que él formó parte del gobierno del Expresiden­te Uribe por varios años, durante los cuales no hizo más que alabarlo, incluso, cuando gracias a los votos del Expresiden­te logró la Presidenci­a. Recordemos su discurso de posesión cuando emocionado declaró: “Álvaro Uribe Vélez ha sido el mejor presidente de Colombia”.

Caramba, ¡qué corta memoria tiene JMS! No en vano tanta gente lo tilda de “traidor”. Yo pregunto, ¿por qué no renunció al Ministerio de Defensa si considerab­a que el gobierno de Uribe era opaco o corrupto? ¿Acaso se quedó ahí simplement­e para aprovechar­se del prestigio de Uribe y de su capacidad electora y así, pegado de su estela, llegar a la Presidenci­a de la República?

Quien lea esta carta confirmará hasta qué punto es falsa y absurda, sobre todo en su intención de presentar a su Gobierno como trasparent­e e impoluto. Este gobierno pasará a la historia como el Gobierno de la “mermelada”, la desinforma­ción y el gasto desmesurad­o en proyectos fallidos, inclusive el de entregar a Colombia en paz

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