NO HAY RISA PERDIDA
El 20 de diciembre de 2016, Er
nesto Macías escribió en Twitter: “Cercanos a Santos afirman que él estaría pensando en suspender elecciones del 2018, para permitir el ‘gobierno de transición’ de Timochenko”. Diecinueve meses después, el senador del Centro Democrático se posesionó como presidente del Congreso.
¿Qué les queda por ridiculizar a los caricaturistas? (No en vano, la comediante Tina Fey decía que la exgobernadora republicana Sarah Palin es el personaje político perfecto: viene con libreto incluido).
Una conversación entre el próximo embajador en Washington, Francisco Santos, y Donald Trump, haría deslucir cualquier amago humorístico del mejor libretista. Iván Duque hizo lo propio ante el rey Felipe; revivió una sana costumbre descuidada desde las épocas de Turbay Ayala: convertir al presidente en un chiste.
El Tiempo publicó una reflexión sobre los límites del humor. Tal vez la pregunta no radique en las fronteras (tentación a la censura) sino en cómo hacerlo sin caer en la obviedad ni celebrar la miseria. Acierta
Martín De Francisco al afirmar que “la ramplonería es vital en el humor colombiano”: su efectividad se evidencia en cuanto logra ser espejo.
Por ejemplo, en “El sueño del Pibe”, de El Águila Descalza, el público revienta en carcajadas con esta escena:
—¿De quién son esos ojitos?, dice Lucas (Carlos Mario Aguirre).
—Suyos mi amor, responde Magola (Cristina Toro). —¿Y los dientecitos? —Suyos campeoncito. —¿Los 25? —Son 32. —¿Y yo no le había tumbado siete en el último clásico?
A pesar del registro coloquial, el nivel de crueldad no dista de la prosa barroca de la novela Espárragos para dos leones. Cuando Alfredo Iriarte describe las violaciones de Metafrastro Esparragoza en la hacienda de su padre “con la única excepción de los jueves y viernes santos, durante los cuales estos regocijos eran vitandos”, lo que hace es dramatizar las cifras reales sobre violencia contra las mujeres que publica el Instituto de Medicina Legal. Dice Diego Camargo que “Colombia es el único país que tiene un mártir del humor”; bastaría refutarlo con el caso de Charlie Hebdo. También afirma que Jaime Garzón se dedicó al humor. Aquí es pertinente otra precisión: el periodismo era su fin; el humor, el medio.
“Buenas noches, país mal hecho cuya única tradición son los errores”, saluda Santiago Moure en LaTeleLetal. La opinión en algunos segmentos de este programa, dirigido por Rafael Noguera, evidencian trazos similares a numerosas escenas del Teatro Petra, de Fabio Rubiano: el humor como medio.
Hablar de humor irreverente es redundante (el resto es chabacanería). Está inmerso en la cultura, no se puede amordazar ni volar con bombas. Espabila audiencias. Es otra forma de escribir la Historia. Logra su cometido en la medida en que deseche la soberbia y desafíe por medio del lenguaje. Si de reír se trata no existen límites ni causa perdida…
Son dos las actitudes, predecibles y deseables, de los enemigos de la risa: el pasmo (que delata incomprensión) o el arrebato colérico. Por eso, es posible vaticinar que, en medio de la tragedia elegida que es Colombia, nos esperan cuatro años de gloria.
Solo la risa permite asumir realidades como la nuestra: para qué bufones cuando el rey mismo lo es
Hablar de humor irreverente es redundante. Está inmerso en la cultura...