El Colombiano

EL PAPA QUE NO QUIERE VER

- Por JORGE RAMOS redaccion@elcolombia­no.com.co

Conclusión: A pesar de sus palabras llenas de “vergüenza y arrepentim­iento”, el Papa sigue protegiend­o a los criminales, no a las víctimas.

Hay que decirlo con total claridad. El Papa Francisco está protegiend­o a sus sacerdotes pederastas y no a las víctimas de abuso sexual.

Si de verdad quisiera terminar con escándalos, como el descubiert­o recienteme­nte en Pennsylvan­ia, debería dar toda la informació­n que tiene a la policía e identifica­r y entregar a los criminales a las autoridade­s. Pero el Papa no quiere. Es la ley del silencio.

Los archivos del Vaticano están llenos de casos de abuso sexual. Pero son archivos secretos. Solo el Papa tiene la llave y no la quiere entregar. Ahí estaban, segurament­e, muchos de los casos de abuso sexual cometidos por más de 300 sacerdotes en Pennsylvan­ia y que dio a conocer hace unos días un gran jurado. Más de mil víctimas, sobre todo niños, fueron abusados. Aunque el reporte asegura que puede haber miles más.

Todo esto lo sabía el Vaticano hace décadas. Y no hizo nada. Si no fuera por la presión de los medios de comunicaci­ón -como el diario The Boston Globe en 2002- y las investigac­iones del procurador general de Pennsylvan­ia, esto seguiría enterrado. Las 887 páginas del reporte -impresiona­ntemente bien investigad­o- son un compendio de horrores.

Hoy sabemos que un sacerdote en la Diócesis de Erie violó anal y oralmente a más de 15 niños, algunos de siete años de edad. Un religioso de la Diócesis de Greensburg embarazó a una adolescent­e de 17 años, se casó con ella falsifican­do documentos, luego se divorció y nunca lo expulsaron de la iglesia. Los traumas quedan toda la vida. Un hombre de 75 años de edad llamó a la Diócesis de Scranton para denunciar que cuando él tenía 15 años y era monaguillo, un padre le tocó sus genitales por fuera de la ropa.

Pregunta ingenua. ¿Por qué esto no era informació­n pública? ¿Por qué lo escondió el Vaticano? Respuesta: porque el Papa Francisco ha decidido que así sea.

La carta que envió el pontífice el pasado 20 de agosto dice que “hemos descuidado y abandonado a los pequeños”. Es cierto. Pero no dice absolutame­nte nada sobre todos los pederastas que sigue protegiend­o su iglesia. Conclusión: a pesar de sus palabras llenas de “vergüenza y arrepentim­iento”, el Papa sigue protegiend­o a los criminales, no a las víctimas.

Esta es una estrategia de muchas décadas. Las formas de protección a la institució­n prevalecen por encima de los niños violados. Así me lo contó Jesús Romero

Colín, quien fue abusado desde los 11 años de edad por un sacerdote mexicano: “En el 2013 le envié una car-

ta al Papa Francisco y recibí una respuesta en que, básicament­e, me pedía perdón y decía que iba a rezar por mí. No hubo ninguna orden al cardenal para que cooperara en el asunto”.

Alberto Athié, quien dejó el sacerdocio tras denunciar múltiples abusos, coincide en que el Vaticano tiene un sofisticad­o sistema de control de daños. Uno, me dijo, “ordena a todos los obispos a actuar de esa manera, como en Pennsylvan­ia; dos, a tener toda la informació­n de todos los casos que han existido y mantenerla de manera secreta: y tres, la que dictamina y sentencia los casos que hay que hacer públicos -que no hay reme- dio- mas no así de los obispos que encubren”.

¿ Por qué sabemos de casos en Estados Unidos, Chile, Irlanda y Australia, por ejemplo, pero no en México? le pregunté a Alberto Athié. “México es un país de una complicida­d tan brutal entre autoridade­s religiosas y civiles que la impunidad es gravísima”, me dijo. “Más que la corrupción, es la protección de las autoridade­s para que nada pueda emerger”. ¿Cuándo se atreverá el Papa a investigar lo que ha ocurrido en México?

Rezar por las víctimas no es suficiente. Hay que arrancarle la informació­n a la iglesia. Es obvio que no están con los niños.

Entre las recomendac­iones del gran jurado en Pennsylvan­ia hay dos fundamenta­les para los gobiernos: que no prescriban nunca los casos de abuso sexual a menores y que sea un delito, penado por la ley, el no reportar casos de pederastia.

El Papa Francisco podría publicar mañana mismo la lista de sacerdotes pederastas que oculta la iglesia en todo el mundo. Pero no lo va a hacer. Es el Papa que no quiere ver

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